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INICIATIVA
DE DECRETO QUE REFORMA EL ARTICULO 25 DE LA LEY
GENERAL DE EDUCACION (PARA DESTINAR UN MONTO ANUAL
EQUIVALENTE A 8 POR CIENTO DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO
DEL PAIS AL GASTO PUBLICO FEDERAL EN EDUCACION), A
CARGO DE LA DIPUTADA HORTENCIA ARAGON CASTILLO DEL
GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DE LA REVOLUCION
DEMOCRATICA. PRESENTADA EN LA SESION DEL JUEVES 14 DE
SEPTIEMBRE DE 2000 Con
fundamento en los artículos 3°, fracción VIII, y
71, fracción II, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos; 55, fracción II, y demás
relativos del Reglamento para el Gobierno Interior del
Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, los
suscritos, diputadas y diputados integrantes del grupo
parlamentario del PRD, sometemos a su consideración
la siguiente Iniciativa de Decreto que reforma el artículo
25 de la Ley General de Educación, al tenor de la
siguiente Exposición de Motivos
La
educación es el medio fundamental para alcanzar el
desarrollo pleno de las capacidades humanas; nos
permite adquirir, transmitir y acrecentar la cultura;
es proceso permanente que contribuye al desarrollo del
individuo y a la transformación de la sociedad;
factor determinante para la adquisición de
conocimientos y para formar al hombre de manera que
tenga sentido de solidaridad social. Es garantía
individual y sus principios, plasmados en el artículo
3° de nuestra Constitución Política, han dado vida
a un conjunto de instituciones públicas sobre las que
ha descansado la tarea de hacer posible el acceso a
este derecho. De
acuerdo a nuestra norma fundamental, la educación
debe ser laica, es decir, ajena a todo credo religioso;
democrática para que el progreso se extienda a toda
la población y aliente un sistema de vida fundado en
el constante mejoramiento económico, social y
cultural de los ciudadanos; nacional, con el objeto de
proteger los intereses de la patria; y debe contribuir
a la mejor convivencia humana, a fomentar el aprecio a
la dignidad de la persona, la integridad de la familia,
la fraternidad e igualdad, así como evitar cualquier
tipo de discriminación. Además, toda la educación
que el Estado imparta será gratuita. En
síntesis, recibir educación es una garantía
constitucional de todo individuo, a través de ella el
Estado busca desarrollar armónicamente las facultades
del ser humano y fomentar valores nacionales y
universales. La educación es tarea de primer orden de
una política social activa. No
obstante, durante los últimos tres sexenios, como
resultado del giro neoliberal que se le dio a la política
social, los recortes presupuestales y el cambio de
prioridades en el gasto público, se condujo al
sistema educativo a una situación delicada que le ha
impedido abatir sus rezagos. Para dar una idea de los
retos educativos del futuro inmediato, baste señalar
la existencia de 7 millones de analfabetas; una
escolaridad promedio menor al segundo de secundaria,
aunque el promedio de escolaridad de la población de
15 años y más en entidades de la república como
Chiapas y Oaxaca es menor al sexto grado de primaria.
Más de un millón de niños no se inscriben en la
escuela; 430 mil abandonan la primaria antes de
concluir el sexto grado; dos millones 900 mil más no
concluyen este ciclo en los seis años previstos. Al
primero de secundaria llega el 87 por ciento de los
egresados de primaria y sólo la concluyen 79 por
ciento de los niños entre 13 y 15 años. Más de
cinco millones de jóvenes entre los 13 y los 17 años
se quedan fuera de la escuela. La educación media
superior recibe sólo al 36 por ciento de los
matriculados entre 16 y 18 años. En educación
superior se excluye a 8.6 millones de jóvenes de
entre 20 y 24 años de edad. Mientras que en México,
en 1995, por cada 100 mil habitantes existían mil 682
alumnos inscritos en educación superior, en Canadá
había 5 mil 984; en Estados Unidos, 5 mil 210, y en
Francia, 3 mil 608; países con los que el nuestro
tiene un intenso intercambio comercial, lo que da
cuenta de las enormes disparidades competitivas en
este terreno. En
ese mismo sentido, el crecimiento de la matrícula que
con tanto optimismo reportan los informes de gobierno,
no refleja el fenómeno de la constante expulsión del
sistema educativo de miles de educandos, de un nivel a
otro, ni reconoce que sólo una parte muy pequeña de
la población atendida accede a la educación
superior. Tampoco registra los problemas de calidad y
pertinencia de la educación. Asimismo,
el salario magisterial promedio en plaza inicial en la
actualidad es apenas de 3 salarios mínimos generales,
y ha perdido de 1982 a la fecha el 57.7 por ciento de
su poder adquisitivo. El maestro ha sido abandonado y
desatendido por el gobierno durante muchos años, los
diferentes planes para revalorar su carrera
magisterial han fracasado. Más de la mitad de los
maestros tiene dos plazas u otro empleo para completar
un ingreso que le permita el sostenimiento familiar;
en casi el 90 por ciento de los casos el o la cónyuge
se ven obligados a trabajar en una actividad
remunerada y más del 25 por ciento de los profesores
son interinos. En el terreno de la práctica docente,
las condiciones en que se realiza son inadecuadas para
la enseñanza; existe una movilidad inadecuada de los
maestros en lo que se refiere a los planteles en donde
trabajan. Estas condiciones, de conjunto, repercuten
en su desempeño profesional y en la calidad de la
enseñanza que imparten. Todos
los problemas descritos están relacionados, de una u
otra manera, con el financiamiento educativo. El gasto
federal en educación que alcanzó en 1982 un monto
equivalente al 4.2 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB), tuvo una drástica caída en la década
de los ochenta hasta alcanzar su punto más bajo en
1989 cuando representó el 2.8 por ciento del PIB. Lo
anterior fue consecuencia del ajuste estructural y de
la política de austeridad impuesta para resolver la
aguda crisis económica que en ese momento se vivía.
A partir de aquel año, el gasto social tuvo una
recuperación gradual y con ello el gasto federal en
educación pasó del 2.8 por ciento al 4.6 por ciento
como proporción del PIB en 1994, la más alta
registrada en los pasados 25 años. No obstante la
recuperación observada en ese periodo, el daño
provocado al sector educativo fue enorme y este
castigo presupuestal impidió que los rezagos fuesen
atendidos oportunamente y provocó que se acumularan
otros. Además, profundizó las dificultades por las
que ya atravesaban los distintos niveles de atención
de la demanda y devaluó la tarea magisterial. La
situación de desastre educativo, en los albores del
siglo XXI, no se explica sin esa caída brutal del
gasto público en educación. A
pesar de que la educación fue caracterizada en el
Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 y en el Programa
de Desarrollo Educativo 1995-2000 como la más alta
prioridad del actual gobierno, ello no se ha reflejado
en las finanzas públicas. No obstante que en los
planes de gobierno se le asignó un papel clave a la
educación en el desarrollo nacional, y se fijó como
propósito destinarle más recursos, éstos fueron
insuficientes para alcanzar sus altas metas. El Sexto
Informe de Gobierno reporta un crecimiento de 23 por
ciento en términos reales durante los últimos seis años
y una inversión equivalente al 4.2 del Producto
Interno Bruto, pero no se reconoce que esta cifra es aún
menor al 4.6 por ciento alcanzado en 1994 y está muy
lejos del 8 por ciento recomendado por la UNESCO. La
baja presupuestal durante el Gobierno de Ernesto
Zedillo impidió el abatimiento de los rezagos y el
cumplimiento de metas. En
ese mismo sentido, la huelga estudiantil en la UNAM
fue un resultado inmediato de la escasez de recursos
en que se debaten las instituciones públicas de
educación superior: el gasto en este sector, de 1995
a 1998, cayó entre un 10 y 15 por ciento dependiendo
del tipo de institución. Los
recortes presupuestales de 1998 y 1999 tuvieron
efectos severos sobre la educación, y la reasignación
del gasto conseguida para el 2000 fue alterada por un
nuevo recorte de mil 200 millones de pesos impuesto
por el gobierno federal, lo que dañó diversos
programas. Por
otra parte, algunos estudios especializados han
demostrado la caída del gasto federal total en
educación por habitante y por alumno de 1994 a 1998 y
disminuciones del gasto en los niveles de educación
media superior y superior en el mismo lapso de tiempo.
En este último nivel, mientras que en 1994 se
gastaban 10 mil 203 pesos por alumno, en 1999 se
gastaron, a pesos de 1994, 5 mil 477 pesos por alumno.
Todo
lo anterior nos lleva a concluir que urge una medida
legislativa que ponga freno al deterioro del gasto
educativo y le fije mínimos muy precisos y
obligatorios, en función de sus verdaderos
requerimientos y en atención a las recomendaciones
internacionales. La medida busca comprometer aún más
al Estado para que invierta mayores recursos en
educación pública, antes que apoyar a la educación
privada como ha venido ocurriendo en los últimos años.
Consiste en reformar el artículo 25 de la Ley General
de Educación, para reforzar el compromiso
presupuestal del gobierno; se propone señalar que el
Ejecutivo Federal y el gobierno de cada entidad
federativa, con sujeción a las correspondientes
disposiciones de ingresos y gasto público que
resulten aplicables, concurrirán al financiamiento de
la educación pública, y que el monto que anualmente
destine la Federación no será menor del 8 por ciento
del Producto Interno Bruto del país. La propuesta, de
aprobarse, permitirá a la Cámara de Diputados velar
porque al gasto federal anual en educación reflejado
en el presupuesto de egresos correspondiente, se
asignen recursos no menores a ese monto. También,
impedirá la disminución de recursos al sector debido
a los vaivenes sexenales y a las crisis económicas
recurrentes. Además obligará al Estado a asumir un
compromiso creciente con el sostenimiento de la tarea
educativa y a colocarla en el primer orden de
prioridades. Conviene
aclarar que el gasto federal en nuestra Iniciativa no
incluye el gasto educativo estatal ni el privado. De
tal modo que partiríamos de un piso del 4.2 por
ciento del PIB registrado en el 2000 para colocarlo en
el 8 por ciento del producto, con independencia de la
inversión estatal y municipal que se realice en los
próximos años. No
omitimos las dificultades que conlleva esta Iniciativa.
Para hacerla realidad se necesita reorientar varios
renglones de la política económica y presupuestal
hasta hoy seguida ortodoxamente: la política de pago
de la deuda pública, tanto interna como externa, el
sostenimiento de las deudas contraídas por el IPAB,
la estrategia de "rescate" a empresas
privadas que han asumido actividades públicas, el
gasto superfluo e innecesario en varias dependencias
de gobierno y una política fiscal regresiva. Por ello,
proponemos en los artículos transitorios del Decreto
que la meta del 8 por ciento del PIB para gasto en
educación sea alcanzada en el año 2004. Es decir,
que a partir de ejercicio fiscal del año 2001 se
destine un punto porcentual del PIB adicional a lo
invertido durante el 2000 hasta llegar al monto
recomendado por la UNESCO. Esto permitirá realizar
los ajustes necesarios al presupuesto de egresos y
tomar las medidas de política económica
indispensables para no afectar otros renglones del
gasto social. En
forma complementaria, año con año, la Cámara de
Diputados aprobaría los renglones del gasto a los que
se destinarían los incrementos propuestos, en
consulta con los sectores involucrados: maestros,
alumnos, padres de familia, especialistas y
autoridades educativas. Empero, por los rezagos hasta
hoy detectados, tendríamos que invertir con urgencia
en salario magisterial, que no ha recibido los
beneficios de la ínfima recuperación presupuestal
registrada durante el sexenio. En contrapartida los
maestros han resentido disminuciones reales en sus
ingresos en todos los niveles educativos, lo que se ha
reflejado en un notable deterioro de la calidad de
vida de sus familias y constituye un obstáculo para
su profesionalización, desempeño y mejoría
personal. La
propuesta que ponemos a consideración del Congreso es
perfectamente viable. Es una aspiración programática
del PRD que el propio Presidente de la República
electo ha hecho suya. Con motivo del diálogo que
Vicente Fox Quesada sostuvo con el magisterio nacional,
en la reunión convocada por el Comité Nacional del
Acción Política del SNTE, el pasado 2 de mayo, el
entonces candidato sostuvo: "México
no está preparado para enfrentar el nuevo milenio y
ése no puede ser nuestro destino. México debe y
puede aspirar a un mejor futuro en materia educativa. "Para
ello, para caminar a gran velocidad al escenario
deseable, los invito a repensar el proyecto educativo
nacional. "Primero,
deberemos incrementar el presupuesto para la educación
pública, laica y gratuita de calidad. Pasar del 5 por
ciento del Producto Interno Bruto a por lo menos el 8
por ciento en los próximos seis años, a fin de hacer
una cruzada por la infraestructura educativa de
calidad que pueda generar educandos de calidad?" Llegó
la hora de pasar de las palabras a los hechos. De las
promesas de campaña a las políticas públicas. A que
cada quien asuma su responsabilidad republicana. Los
tiempos exigen una educación para el cambio, reforzar
su enfoque laico, democrático y gratuito en todos los
niveles; preservar su carácter universal, plural,
científico, crítico, humanista, libertario y social.
El PRD asume el reto de iniciar el cambio de la política
educativa con esta propuesta que pretende robustecer
el financiamiento de la educación pública. Por
lo antes expuesto y con fundamento en las
disposiciones invocadas en el proemio, sometemos a
consideración de esta honorable soberanía, el
siguiente proyecto de Decreto que reforma el artículo 25 de
la Ley General de Educación
Artículo Unico.
Se reforma el primer párrafo del artículo 25 de la
Ley General de Educación para quedar como sigue: Artículo 25.
El Ejecutivo Federal y el gobierno de cada entidad
federativa, con sujeción a las correspondientes
disposiciones de ingresos y gasto público que
resulten aplicables, concurrirán al financiamiento de
la educación pública.
El monto anual que la Federación destine al gasto en
educación pública no podrá ser menor al 8 por
ciento del Producto Interno Bruto del país. ...
...
...
Artículos Transitorios
Artículo Primero.
El presente decreto entrará en vigor al día
siguiente de su publicación en el Diario
Oficial de la Federación. Artículo Segundo.
El gasto federal en educación a que hace referencia
el primer párrafo del artículo 25 de la Ley General
de Educación, que con este decreto se reforma, no será
inferior al equivalente al 5 por ciento del Producto
Interno Bruto del país para el año 2001, al 6 por
ciento en el año 2002 y al 7 por ciento del mismo
indicador en el año 2003. Salón
de Sesiones de la Cámara de Diputados, a 14 de
septiembre de 2000. Diputados: Petra
Santos Ortiz (rúbrica), Rafael Servín Maldonado (rúbrica),
Tomás Torres Mercado (rúbrica), Luis Herrera Jiménez
(rúbrica), Jesús Garibay García (rúbrica), José
Delfino Garcés Martínez (rúbrica), Luis Miguel J.
Barbosa Huerta (rúbrica), Silvano Aureoles Conejo (rúbrica),
Uuc-Kib Espadas Ancona (rúbrica), Gregorio Urías
Germán (rúbrica), Martí Batres Guadarrama (rúbrica),
Ricardo Moreno Bastida (rúbrica), Rogaciano Morales
Reyes (rúbrica), Víctor Hugo Círigo Vázquez (rúbrica),
Mario Cruz Andrade (rúbrica), Auldárico Hernández
Gerónimo (rúbrica), Adela del Carmen Graniel Campos
(rúbrica), Miguel Bortolini Castillo (rúbrica), Elías
Martínez Rufino (rúbrica), Ramón León Morales (rúbrica),
Alfredo Hernández Raigosa (rúbrica), José Antonio
Magallanes Rodríguez (rúbrica), Raquel Cortés López
(rúbrica), Miroslava García Suárez (rúbrica),
Rosalinda López Hernández (rúbrica), Oliverio Elías
Cardona (rúbrica), Pedro Miguel Rosaldo Salazar (rúbrica),
Rubén Aguirre Ponce (rúbrica), Genoveva Domínguez
Rodríguez (rúbrica), Magdalena del Socorro Núñez
Monreal (rúbrica), Ma. de los Angeles Sánchez Lira (rúbrica),
Félix Salgado Macedonio (rúbrica), Héctor Sánchez
López (rúbrica).
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