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El
Surgimiento de una Nación -
Hacia la dictadura
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Noticongreso
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Durante el porfiriato, la labor legislativa de las cámaras
se desarrolló conforme se acostumbró durante todo el
siglo XIX. Sin embargo, sí hubo una variante con respecto
a los trabajos anteriores del cuerpo legislativo, ya
que, como se ha dicho, este órgano se constituyó durante
buena parte del siglo pasado en la institución más fuerte
del país, con mayor peso incluso que los poderes ejecutivo
y judicial.
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Aunque
es cierto que durante el porfiriato los trabajos
legislativos se vieron muchas veces limitados
en cuanto a su autonomía, no por eso fueron menos
importantes las reformas, leyes y decretos que
se expidieron durante estos años, como tampoco
disminuyó la actividad legislativa propiamente
dicha. Las sesiones se continuaron llevando a
cabo regularmente aunque en ellas se discutieran
con frecuencia temas poco trascendentes para el
devenir nacional. Díaz llegó al poder en 1877
bajo la bandera del Plan de Tuxtepec, que defendía
el principio de la no reelección .
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Pronto,
sin embargo, se haría necesario modificar el texto constitucional
por así convenir a los planes del presidente quien modificaría
en varias ocasiones el artículo 78 llegando incluso
a desaparecer de él cualquier alusión a la no reelección.
Por supuesto que, de acuerdo con la legislación federal,
al modificar la constitución nacional, los congresos
estatales podían también hacer los ajustes necesarios
en las constituciones locales con lo cual en algunos
estados los gobernadores lograron mantenerse en el poder
por varios periodos, con la anuencia, y el beneplácito,
del presidente.
La Constitución
del 57 estipulaba en su artículo 127 que ésta podía
ser modificada, o reformada, previa aprobación de dos
terceras partes del Congreso y de las legislaturas estatales.
Bajo este precepto, la Carta Magna fue reformada en
numerosas ocasiones.
La división
territorial fue materia recurrente dentro de las sesiones
del Congreso; el arreglo de los límites entre municipios,
pueblos y estados e incluso la conformación de nuevos
estados y territorios como la división de Baja California
en dos distritos políticos en 1887. También llamaría
su atención la legislación sobre el cuidado y mejor
aprovechamientos de minas, aguas y bosques nacionales.
Sin embargo,
los temas más importantes tratados durante los más de
treinta años que duró el porfiriato son los relacionados
con la tierra, los bancos, al derecho privado, penal,
mercantil y fiscal, la salubridad y la educación.
Las principales
leyes agrarias del periodo estuvieron relacionadas con
los terrenos baldíos, ya que el aprovechamiento de las
tierras ociosas atrajo siempre la atención del gobierno
mexicano. Para lograr hacer productivas dichas tierras,
se facultó mediante la ley del 15 de diciembre de 1883,
a compañías deslindadoras para que determinasen cuáles
tierras, sobre las que no existieran títulos de propiedad,
podían considerarse propiedad nacional, y ser distribuidas
a colonizadores, nacionales o extranjeros, en lotes
de hasta 2 500 hectáreas. Como pago por sus servicios,
las compañías deslindadoras recibirían una tercera parte
de los terrenos en cuestión. Aunque las leyes sobre
terrenos baldíos fueron modificándose durante el periodo,
desafortunadamente, y contrario a los deseos de incrementar
los pequeños propietarios dentro del territorio nacional,
las leyes agrarias favorecieron el latifundismo depositando
en manos de unos pocos propietarios gran parte de la
tierra productiva del país. Así las leyes del 1883,
1885, 1896 y 1902 sobre terrenos baldíos resultaron
perjudiciales para la población en general por los abusos
y arbitrariedades en los que incurrieron constantemente
las compañías deslindadoras en su propio provecho.
Los problemas
sociales que este desequilibrio acarreó para el país
son por demás conocidos. A la marginación, la pobreza
y la ignorancia en la que estaba sumida la mayor parte
de la población se sumaba una explotación desmedida
de los trabajadores por parte de los propietarios de
las haciendas, mismas que lograrían un gran desarrollo
en estos años. Las jornadas prolongadas, las tiendas
de raya, los enganchamientos por endeudamiento y en
fin, una serie de condiciones casi esclavizantes, crearon,
lo que se ha dado en llamar una servidumbre agraria
cuyas condiciones serían soslayadas por un gobierno
que sacrificaba todo en función de un orden y un progreso
que beneficiaba a unos cuantos.
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También
dentro del ámbito económico el Legislativo hizo
un importante esfuerzo en materia fiscal. En esta
época se trató de poner fin en forma contundente
a las alcabalas, que eran los derechos que se
cobraban en el interior del país por el tránsito
de mercancías de un estado a otro y que mermaban
en forma importante el comercio nacional.
El
porfiriato fue el periodo de los códigos. Entre
1877 y 1910 el congreso dio a conocer numerosos
códigos que pretendían organizar correctamente
diversos puntos de la administración pública.
Así en estos años se dieron a conocer, o se reformaron,
el Código civil, el Código de comercio federal,
el Código penal del Distrito Federal, el Código
de procedimientos civiles, el Código postal y
el Código Sanitario, entre otros. La promulgación
de estos fue uno de los puntos más importantes
de la política de Díaz en su afán por reglamentar
y organizar sistemáticamente las materias señaladas.
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No menos
importante fue la labor del Congreso en apoyo a la educación.
En 1888 se promulgó la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria,
la cual decretaba la instrucción elemental, laica y
gratuita en el Distrito y los territorios federales.
Hubo diversas leyes tendientes a mejorar la educación,
sobre todo en los niveles medio y superior, se creó
la Escuela Normal Superior y la Escuela Nacional Preparatoria,
llegándose incluso a conformar, en 1905, la Secretaría
de Instrucción Pública y Bellas Artes con Justo Sierra
a la cabeza.
Se legisló
también para favorecer la modernización del país aprobándose
contratos para tender líneas de ferrocarril, electrificar
diversas zonas, o establecer haciendas metalúrgicas,
explotar la telegrafía internacional o invertir en industrias
nuevas. Se puso en práctica del sistema métrico decimal
y el cambio del patrón oro, que insertaron a México
dentro de una economía cosmopolita de la cual no le
convenía excluirse.
A pesar
de los múltiples decretos y leyes emitidos por los congresos
porfirianos, la legislación no logró beneficiar a la
mayoría de la población y sus representantes, diputados
y senadores, se encontraban muy lejos de cuidar los
intereses de la mayoría. La sociedad presentaba un sistema
piramidal cuya base eran el pueblo y la clase trabajadora
que vivía en condiciones de extrema pobreza En la parte
superior se encontraba Díaz seguido de las clases privilegiadas,
la llamada aristocracia porfiriana, los extranjeros
los intelectuales y los que gozaban de todos los beneficios
de un régimen que había permitido, por años, todo tipo
de abusos bajo el lema de poca política y mucha administración
y que se justificaba en los logros económicos alcanzados.
Además,
quienes ocupaban puestos clave en la administración
porfirista se mantuvieron en ellos hasta que, en alguno
casos, la muerte los separó de su cargo. No sólo en
su gabinete, sin en el ejército y en los estados, los
hombres de confianza de Díaz era sostenidos por él en
su cargo mediante un doble juego de concesiones donde
ambas partes cedían un poco para su mutuo provecho.
Así, el dictador permitía algunos excesos y abusos hacia
el interior de sus jurisdicciones y ellos le concedían
y aseguraban su continuidad en la silla presidencial
sin darle ningún problema, de hecho e régimen se constituyó
en una gerontocracia.
De una
población que para 1900 se censó en 13 500 000 habitantes,
se consideró que tres cuartas partes de ella vivía en
rancherías y poblados dispersos por todo el territorio
nacional y, consecuentemente, distantes de la civilización
moderna y progresista que se pregonaba. Durante el gobierno
porfiriano las rebeliones indígenas, campesinas y obreras,
reclamando justicia fueron constantes.
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