A
partir de 1700, la llegada de la dinastía
de los Borbones al poder de España marca el
inicio de una etapa diferente en la metrópoli,
como sucederá gradualmente en sus colonias.
Al siglo XVII se le ha denominado como el
"de la integración" y al XVIII como
el "de las luces" o "de la
ilustración.
Los
Borbones transformaron el orden instituido
por los Habsburgo con base en distintos modelos
políticos y económicos, tomando principalmente
como patrón las reformas administrativas llevadas
a cabo en Francia.
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También
echaron mano de los conocimientos científicos
y adelantos tecnológicos de la época, sin
dejar de lado los conceptos de la filosofía
crítica de la lustración europea del XVII.
En el siglo XVIII, España buscó impulsar el
comercio y tener más mercados; el proyecto
borbónico fundamental fue afianzar su poderío,
así como estimular su economía. Para lograr
sus objetivos, la Corona tomó una actitud
diferente, propia del despotismo ilustrado,
por el cual el absolutismo sería total y expreso.
Encabezado
por la monarquía, el despotismo ilustrado
trajo consigo cambios en la administración
y la división territorial, así como un reformismo
económico y social, amén de un filantropismo.
Entre otros cambios, se reorganizó el ejército
y la Hacienda, se limitó el poder de la Iglesia
y el de otras corporaciones. Sustentados en
las ideas de la razón, los Borbones expidieron
una legislación práctica mediante la cual
buscaron el apoyo de sus gobernados, más no
su intervención.
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