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Nuestro
siglo - Las reformas
del cardenismo
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Noticongreso
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En
la Convención Nacional del PNR en diciembre de
1933, se enfrentaron dos concepciones opuestas:
la callista tradicional y la renovadora. El resultado
fue la elección de Lázaro Cárdenas como candidato
a la presidencia y la elaboración de un plan sexenal
cuyo contenido, acorde en gran parte con los postulados
radicales, serviría de base al próximo gobierno.
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Lo
intenso y extenso de la campaña realizada
por Cárdenas le permitió conocer a fondo
el país que iba a gobernar; los conflictos,
anhelos y necesidades de su gente. El l
de julio de 1934 Cárdenas ganó sin dificultad
las elecciones con más de 2 millones de
sufragios. Siguiendo los lineamientos del
Plan Sexenal, el apoyo que Cárdenas otorgó
desde los inicios de su gobierno a las demandas
de obreros y campesinos despertó una fuerte
oposición entre los grupos de filiación
callista, quienes veían amenazadas sus posiciones
e intereses ante el rumbo que estaba tomado
la situación en el país.
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Las
reacciones del Jefe Máximo no se hicieron esperar.
En una entrevista de prensa concedida al senador
Ezequiel Padilla, en junio de 1935, el general
Calles condenó el clima de agitación laboral y
se manifestó en contra de las divisiones en el
interior del Partido entre callistas y cardenistas
y cuestionó la aparición de '' Alas de izquierda
'' en las Cámaras por considerar que esto fomentaba
el individualismo político.
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La
crisis política que sobrevino con este enfrentamiento
reveló que la mayoría de los diputados y
senadores, así como el PNR, ya no representaban
al grueso de los sectores obreros y campesinos,
sino solamente a los intereses de grupos
articulados en el callismo, es decir, a
gobernadores, líderes sindicales, etc. Así
que, ante la emergencia de distintas fuerzas
sociales, se hacía necesario un proceso
de reestructuración tanto en las filas del
partido y el Poder Legislativo como en el
ejército y en los gobiernos de los estados,
que respondiera a las nuevas exigencias
y expectativas creadas en el país.
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En
la sesión de la XXXVI Legislatura de la Cámara
de Diputados, efectuada el 17 de diciembre de
1935, un grupo de diputados encabezados por Luis
Enrique Erro, Ignacio Gamiochipi, Manlio Fabio
Altamirano y Jacinto Riva Palacio, presentaron
formalmente una iniciativa (apoyada por 110 diputados)
tendiente a que la Cámara baja (Diputados) se
solidarizara con las disposiciones tomadas por
el presidente y el Senado de la República con
objeto de afrontar y resolver la situación planteada
por el general Calles en contra del derecho de
huelga, de las organizaciones y de sus líderes
y en defensa de las instituciones, de los principios
revolucionarios y de la paz pública.
Por
su parte, los obreros crearon el Comité Nacional
de Defensa Proletaria para manifestar el apoyo
de los sindicatos obreros a las medidas adoptadas
por el presidente. También entre los campesinos
organizados, se realizaron importantes acciones
de apoyo a la política gubernamental. Esto, sin
duda, significó un elemento de suma importancia
para resolver de manera satisfactoria la difícil
situación que enfrentaba el país.
En
1936, luego de que Calles y los callistas fueron
expulsados del país, concluyó el proceso de transformación
política: las cámaras dejaron de ser callistas
y se convirtieron en cardenistas, el PNR sufrió
cambios no sólo en su dirigencia, sino con relación
a sus objetivos y, en algunos de los estados se
declararon desaparecidos los poderes o se concedió
licencia forzosa y se procedió a la designación
de gobernadores provisionales leales al poder
central. De esta forma, los conflictos entre el
ejecutivo y el legislativo en los años posteriores
a la Revolución, fueron desapareciendo en la medida
que el Estado posrevolucionario logró consolidarse,
teniendo como base el predominio de la institución
presidencial, la uniformidad del partido oficial
y el apoyo de los diferentes grupos sociales.
Sobre
todo a raíz de la fundación del PNR, el Congreso
fue dejando de representar los intereses locales,
más aún después de la expulsión de Calles y con
la desaparición del poder del Maximato se fortaleció
el presidencialismo y el Congreso dejó de ser
la instancia de mediación entre las distintas
facciones, lugar que asumió el Poder Ejecutivo.
La
obra legislativa que caracterizó este periodo
estuvo orientada a fomentar el nacionalismo y
la soberanía a fin de establecer un sólido principio
de independencia económica en favor de los trabajadores.
En este sentido, el Congreso de la Unión concedió
facultades extraordinarias al Ejecutivo para legislar
en lo que a bienes de propiedad federal se refiere,
por lo que el 31 de agosto de 1935 se publicó,
en el Diario Oficial, la Ley de Nacionalización
de Bienes cuyo objetivo fue asegurar que todos
los bienes que nacionalizaba el artículo 27 constitucional
quedaran bajo el dominio efectivo del gobierno.
También por iniciativa presidencial, y a pesar
de la oposición de los líderes patronales, se
aprobó el 22 de septiembre de 1936 la Ley de Expropiación,
aclarando que este precepto se aplicaría no sólo
por causa de utilidad pública sino por razones
de interés social.
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Esto
permitía al Estado, previa indemnización,
llevar a cabo la ocupación temporal o expropiatoria
de los bienes muebles e inmuebles. Años
más tarde estas leyes senirvirían de base
para efectuar dos actas de gran trascendencia
en la vida económica y social del país:
la nacionalización de los ferrocarriles
que convirtió a los trabajadores mexicanos
en administradores de los bienes de la empresa
y la expropiación del petróleo que hasta
entonces había estado en manos de compañías
extranjeras, pero que en adelante formaría
parte de los bienes nacionales.
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Por
iniciativa presidencial y a pesar de la oposición
de los líderes patronales, se aprobó el 22 de
septiembre de 1936 la Ley Federal de Expropiación.
AGN, Fondo Enrique Díaz, Delgado y García.
Esta
labor nacionalista continuó cuando, en agosto
de 1938, el Ejecutivo remitió a la Cámara de Diputados,
un proyecto de Ley sobre la Industria Eléctrica,
en la que se otorgaba al Estado el control y la
dirección de las actividades de los concesionarios,
para el suministro de energía eléctrica en bien
de los interés social.
En
el ámbito educativo, a Cárdenas le tocó hacer
efectiva la reforma del artículo 3º que establecía
socialista. Se concedió particular importancia
a la instrucción rural e indígena, al cooperativismo
y al espíritu de asociación entre los educandos.
Pugnó por la cooperación desinteresada y eficaz
de los maestros, libre de perjuicio y de "
influencia perversas ". Se abrieron escuelas
nocturnas para obreros y otras llamadas "
Artículo 123 " e " Hijos del Ejército
". Para coordinar la acción indigenista se
creó el Departamento de Asuntos Indígenas, encabezado
por el profesor Luis Chávez Orozco. Se fundó el
Instituto Nacional de Antropología e Historia
y, para alcanzar mayor autonomía en el campo tecnológico,
se creó el Instituto Politécnico Nacional.
Otro
hecho de gran trascendencia fue, sin duda, la
transformación del PNR en Partido de la Revolución
Mexicana ( PRM ), en 1938, cuyo principal objetivo
fue la incorporación de las grandes organizaciones
de masas al proyecto de nación. El nuevo partido
se organizó sobre una base corporativa formada
por cuatro sectores: obreros, campesinos, popular
y militar. Bajo este nuevo concepto, las principales
fuerzas políticas oficiales quedaron reorganizadas
y controladas por el Ejecutivo.
A
partir de entonces, el criterio seguido para la
integración de las cámaras tuvo que ver con el
esquema de representación sectorial adoptado por
el partido. El Congreso incorporó a los representantes
de las organizaciones populares corporativizadas
con las que el Estado había contraído su pacto
social.
Asimismo,
en 1936, el movimiento obrero, cuya activiban
huelguística se había incrementado considerablemente,
se organizó bajo la protección del gobierno en
una nueva central: la Confederación de Trabajadores
de México (CTM) y dos años más tarde, en 1938,
los campesinos fueron agrupados en torno a la.
Confederación Nacional Campesina (CNC). Ambas
centrales quedaron articuladas dentro del partido
oficial. Para entonces, el afianzamiento del presidencialismo
junto con la creación del PRM, marcaron una nueva
etapa en la caracterización del sistema político
mexicano. Lo intenso de las reformas adoptadas
en materia agraria, educativa, obrera y empresarial,
aunado a la política internacional en apoyo a
la República española, crearon un clima de graves
tensiones sociales para el gobierno, lo que condujo
a que la política cardenista entrara , para 1938,
en su fase de moderación.
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El
descontento provino tanto de asociaciones
conservadoras como la Unión Nacional Sinarquista
(UNS, fundada en 1937) y el Partido Acción
Nacional (PAN, creado en 1939), como de
sectores que formaban parte del mismo grupo
en el poder; tal fue el caso de la rebelión
cedillista que se produjo en ese mismo año
en San Luis Potosí.
Con
la derrota de Saturnino Cedillo se cerró
el último capítulo de los hombres fuertes
y el caudillismo a nivel regional heredado
de la Revolución, para afianzar el proceso
de centralización política.
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Si
a esto añadimos la crisis económica derivada del
excesivo gasto social, la amenaza de una guerra
civil y la agitada vida política con vistas a
las elecciones del 1940, entenderemos por qué
la decisión del presidente, al nombre a su sucesor,
se inclinó en favor de la moderación representada
por Manuel Avila Camacho.
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