Nuestro siglo -
Reformas a la Ley Federal Electoral: los diputados de partido

 

Noticongreso


Al finalizar la década de los cincuenta, se hizo necesaria una redefinición de la política económica y para ello era indispensable mantener con mayor rigor la estabilidad política, es decir, disciplinar al movimiento obrero y en general a las organizaciones de masas para garantizar el funcionamiento de la economía y de la maquinaria política. Del 3 al 10 de septiembre de 1954 se reunió la Gran Comisión encabezada por el diputado Emilio Sánchez Piedras, para examinar la votación respecto de la renovación de poderes.

Después de que la Comisión rindió su dictamen, en sesión de la Cámara de Diputados, se proclamó presidente electo a Adolfo López Mateos. La meta inicial del gobierno de López Mateos consistió en fortalecer el aparato político para alentar la economía.

El costo social que de ello emanó obligaría a suprimir cualquier movimiento de clase. Así, la relación entre crecimiento económico y estabilidad política se convirtió en una realidad considerada por muchos como "el milagro mexicano".

El rasgo que caracterizó la economía a partir 1960 fue el fortalecimiento del sector público básicamente concentrado en el sector paraestatal a fin de promover la producción de bienes y servicios básicos, tradicionalmente desatendidos por los empresarios privados. Su importancia aumentó rápidamente hasta hacer necesaria la publicación de la Ley para el Control de las Inversiones y Patrimonio Federales de los Organismos Descentralizados. Cuatro serían los campos en los que el Estado tendría mayor participación: la petroquímica básica, la electrificación, la siderurgia y la asistencia social.

Durante este sexenio se produjo la nacionalización de la industria eléctrica, aunque ya para entonces el gobierno mantenía bajo su control la casi totalidad de la producción de la energía.

Sin embargo, no cabe duda que una de las medidas de mayor trascendencia en lo político, fue la reforma a la Ley Federal Electoral en 1963, que dio cabida a la participación de las minorías en la formación de la voluntad legislativa y tuvo por objeto cambiar la imagen del autoritarismo por la de la flexibilidad en el sistema político, aunque en la realidad esto no sucediera.

Con esta reforma a los procesos electorales se buscó dar muestra de una mayor apertura y flexibilidad, en un momento en el que la capacidad integradora del sistema político mexicano había empezado a ponerse a prueba. El Senado quedó al margen d esta transformación que abriría, principalmente con la posterior reforma de 1977, nuevas expectativas al quehacer parlamentario del país.

Este sistema se aplicó por primera vez en las elecciones del 5 de julio de 1964. El PAN logró obtener veinte diputados partido; el PPS, nueve y el PARM, creado en 1957, cinco; los escaños así concedidos ascendieron a 32, es decir el 15.3% del efectivo total de la Cámara. Estas cifras se mantendrían casi inalteradas en las décadas posteriores.

A finales de 1964, el Congreso declaró presidente de República a Gustavo Díaz Ordaz. A él correspondió gobernar con la presencia en el Congreso de los diputados de los partidos de oposición reconocidos por la ley.

En estos años el país continuaba su desarrollo, pero éste seguía siendo desequilibrado; las minorías eran las beneficiadas, en tanto que las acciones seguidas por el gobierno para satisfacer las exigencias de las clases más necesitadas, aparecían infructuosa. Tal fue el caso de la Ley General de Instituciones de Crédito Organizaciones Auxiliares, cuyo objetivo era el de extender los beneficios del crédito bancario y hacerlo más accesible a las clases, populares a fin de mejorar sus condiciones de vida. Posteriormente se creó por decreto presidencial el Banco Nacional Agropecuario.

Sin embargo, con estas y otras medidas, poco o nada logró hacer ante un crecimiento demográfico que parecía nulificar las opciones de un desarrollo más equilibrado y ante las exigencias de una población cada vez más politizada. Prueba de ello fueron las movilizaciones que se sucedieron en décadas pasadas y que desembocaron en el conflicto de 1968. En julio de este año, un enfrentamiento sin importancia entre estudiantes de la ciudad de México provocó la intervención de la policía y la posterior ocupación de varios planteles universitarios. A partir de entonces, se intensificaron los mítines, huelgas y manifestaciones de protesta entre estudiantes. Después de varias semanas de conflicto los canal para el entendimiento y la negociación permanecieron cerrados. El descontento y las movilizaciones cada vez más numerosas toparon con un sistema que no parecía dispuesto a ceder ante las demandas estudiantiles. La concentración masiva de estudiantes reunida el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, fue reprimida dejando un saldo de muertos y heridos entre los manifestantes.

Es importante destacar que una de las consecuencias del movimiento del 68, fue el proyecto de reforma que reconocía la " madurez cívica " de los jóvenes a partir de los 18 años, que fue aceptado al año siguiente, el 28 de octubre de 1969.

Otra consecuencia heredada del 68 fue la derogación de los artículos 145 y 145 bis referentes al delito de "disolución social". Creado durante el cardenismo con una finalidad muy distinta con la que fue urilizado por los gobiernos posteriores ( represión y encarcelamiento de activistas como Demetrio Vallejo y Valentín Campa, líderes, del movimiento ferrocarrilero y muchos otros ), en diversas ocasiones es había llegado hasta la Cámara la demanda de su derogación, los, debates siempre intensos, habían dejado sin modificación dicho artículo.

Fue hasta 1970 cuando el Congreso aprobaría la desaparición de dicho artículo del Código Penal. Con este acto se despidió el presidente Gustavo Díaz Ordaz para dejar en manos de su sucesor, Luis Echeverría, el ajuste de cuentas que estaba exigiendo la sociedad mexicana.

No cabe duda que el movimiento del '68 significó el cierre de una etapa, la del desarrollismo capitalista y el inicio de otra, donde los cambios económicos y sociales se harían impostergables. Hasta antes de 1968, México podía considerarse como un país privilegiado. Había logrado mantener dos aspectos fundamentales: estabilidad política y un ritmo de crecimiento económico envidiable. Sin embargo, estos beneficios no alcanzaron a la mayoría de la población, lo que puso en evidencia la injusticia social del modelo económico adoptado. Las décadas del auge industrial habían traído aparejado un fenómeno irreversible: el de la explosión demográfica en las ciudades y con ello, la aparición de movimientos sociales que adelantaban las consecuencias de un crecimiento sin desarrollo.

El llamado " milagro mexicano" anunciaba su fin ante una economía incapaz de producir en términos competitivos y exportar bienes industriales. En tanto, las demandas de una sociedad plural en busca de mayores espacios de participación adquiría cada vez mayor presencia.