Población Mexicana Residente en 21 Ciudades Norteamericanas

 

Ciudad

Estado

Población

Población Mexicana

Porcentaje

Albuquerque Nuevo México

384,736

70,145

18.2

Chicago Illinois

2,783,726

348,040

13.7

Chula Vista California

135,163

45,182

33.4

Corpus Christi Texas

257,453

119,864

46.5

Dallas Texas

1,006,831

183,430

18.2

Denver Colorado

467,610

74,555

15.9

El Paso Texas

515,342

340,871

66.1

Houston Texas

1,630,672

357,508

21.9

Las Cruces

62,126

25,319

40.7

Los Angeles California

3,485,398

925,141

26.5

Miami Florida

358,548

1,981

0.5

Nueva York Nueva York

7,322,564

55,698

0.76

Phoenix Arizona

983,403

177,534

18

Sacramento California

369,365

47,884

13

San Antonio Texas

935,927

483,307

51.6

San Diego California

1,110,549

193,080

17.3

San Francisco California

723,959

38,326

5.2

San José California

782,225

171,200

21.8

Santa Ana California

293,742

174,797

59.9

   

 

 

 

Nuevo México

55,993

8,622

15,3

Tucson Arizona

405,390

107,857

26,6

Fuente: Once TV/ Instituto Politécnico Nacional

 

MIGRACIÓN MEXICANA HACIA

LOS ESTADOS UNIDOS

 

 

La intensa migración es uno de los grandes
fenómenos globales de nuestros días

Ningún país ni región del mundo escapa a la dinámica de las migraciones o puede mantenerse ajeno a sus consecuencias. La mayoría de los movimientos migratorios se debe a la búsqueda de mejores condiciones de vida, y su dinámica es favorecida por complejos factores estructurales como las asimetrías económicas entre las naciones, la creciente interdependencia económica y las intensas relaciones e intercambios entre los países.

Más de ocho millones de mexicanos
residen actualmente en los Estados Unidos

Con los Estados Unidos compartimos una amplia frontera, que es de las más dinámicas del mundo. En ella se registran cerca de 310 millones de cruces por año. Se estima que en la actualidad hay alrededor de 8.2 y 8.5 millones de personas nacidas en México residiendo de manera autorizada o no en los Estados Unidos, lo que equivale a más de ocho por ciento de la población total de México y tres por ciento de la de aquel país. En las últimas décadas, la migración, en particular la de carácter no documentado, se ha convertido en uno de los asuntos más difíciles, preocupantes y conflictivos de la agenda bilateral.

Tendencias recientes

México: país de origen y destino

La migración mexicana hacia la Unión Americana constituye un fenómeno complejo, con una prolongada tradición histórica y con raíces estructurales en ambos lados de la frontera. Factores diversos como la vecindad geográfica, la asimetría y creciente integración económica, y las intensas relaciones e intercambios entre ambos países hacen inevitable la generación de flujos migratorios en ambas direcciones. Aunque con cambios en su intensidad y modalidades, este fenómeno ha sido una constante en la relación entre ambos países desde el siglo pasado.

La migración mexicana:
la búsqueda de mejores oportunidades

Sin lugar a dudas, la migración mexicana hacia los Estados Unidos es, en esencia, un fenómeno laboral. Diversos factores y fuerzas estructuran este complejo sistema migratorio, entre las que podemos mencionar:

El intenso ritmo de crecimiento demográfico de la población mexicana en edad laboral y la insuficiente dinámica de la economía nacional para darle un trabajo digno y bien remunerado a todos los mexicanos y las mexicanas.

La persistente demanda de mano de obra mexicana en los sectores agrícola, industrial y de servicios en la Unión Americana.

El considerable diferencial salarial entre ambas economías.

La tradición migratoria hacia el vecino país del norte, conformada a lo largo del siglo pasado y del actual en muy diversas regiones del país.

Un fenómeno de constantes cambios

En los años sesenta, la migración mexicana hacia los Estados Unidos se caracterizaba por ser un flujo predominante circular, es decir, estaba compuesto por adultos y jóvenes de origen rural que procedían de siete u ocho entidades federativas, que se internaban en el vecino país del norte para trabajar temporalmente en la agricultura, para más tarde, después de seis a ocho meses, regresar a sus lugares de origen. Pasado un tiempo, de entre cuatro y seis meses, se reiniciaba el ciclo.

El flujo migratorio presenta actualmente

un patrón más complejo y heterogéneo

La imagen tradicional de los emigrantes mexicanos, vigente hasta los años sesenta, no corresponde ya con el perfil de muchos de los que participan hoy en día en esta corriente migratoria. Algunos de los cambios más importantes de la migración a los Estados Unidos son:

El gradual desgaste de los mecanismos de circularidad del fenómeno. Este hecho se expresa en una estancia más larga de los migrantes en el vecino país del norte o bien en el establecimiento de su residencia permanente en los Estados Unidos.

Una creciente diversificación regional del flujo. El origen geográfico de los migrantes se ha extendido más allá de las entidades y municipios tradicionales de emigración. Eso no significa que en dichas áreas tendió a disminuir el flujo, sino que se incrementó en otras. Actualmente se originan cuan­tiosas corrientes migratorias en entidades que en el pasado no se contaban entre las de tradición migratoria, como Morelos, Puebla, Hidalgo, el estado de México y el Distrito Federal.

Una cada vez más notoria presencia de migrantes procedentes de las zonas urbanas. Existe evidencia de que los grandes centros urbanos, como la zona metropolitana de la ciudad de México, y algunas ciudades intermedias, además de absorber a los migrantes internos procedentes de las áreas rurales y de pequeñas localidades del país, están sirviendo de plataforma para la migración a los Estados Unidos.

Una mayor diversificación ocupacional y sectorial de los migrantes tanto en México como en los Estados Unidos. En la actualidad, los migrantes que desempeñan una ocupación agrícola ya no son mayoritarios ni en su lugar de origen ni en el de destino.

La migración temporal

El perfil sociodemográfico de la población migrante:
hombres jóvenes procedentes de áreas urbanas en busca de trabajo

Entre los rasgos generales de la población que conforma el flujo migratorio circular hacia los Estados Unidos destaca que:

Son mayoritariamente hombres (95 de cada 100), así como jóvenes y adultos en edades económicamente activas (el 70% del total corresponde a personas que tienen entre 12 y 34 años de edad).

El nivel de escolaridad promedio de los integrantes del flujo es de alrededor de 6.2 años.

Una proporción mayoritaria (2 de cada 3) tenía trabajo en el país, y de ellos más de la mitad estaba involucrada en actividades industriales y de servicios antes de emprender su viaje a los Estados Unidos.

Alrededor del 52 por ciento de los integrantes del flujo proviene de las entidades tradicionales de emigración y su procedencia se extiende a algunas entidades del norte (23%), centro (15%) y sur-sureste (10%) del país.

Los integrantes del flujo han dejado de ser predominantemente rurales y en los últimos años ganó importancia la participación de quienes provienen de las áreas urbanas del país y de algunos centros metropolitanos (alrededor del 55%).

Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Piedras Negras son las ciudades por donde transita actualmente la gran mayoría de los migrantes y en ellas permanecen entre dos y tres días en promedio antes de cruzar a los Estados Unidos.

El estado de California es la principal dirección que tienen en mente los integrantes del flujo laboral (alrededor del 50%) cuyas principales entidades de origen son Jalisco, Michoacán y Guanajuato, entre otras. Los datos más recientes indican que Texas ha ganado importancia como destino debido, entre otros aspectos, al reforzamiento de la Patrulla Fronteriza en los principales puntos de la frontera californiana. El flujo a Texas, Arizona y Nuevo México proviene de las entidades más cercanas a los Estados Unidos, como Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.

El peso relativo de los integrantes de la corriente laboral que piensa permanecer "lo que se pueda" o por más de seis meses en ese país es actualmente mayoritario (tres de cada cuatro).

El flujo está compuesto principalmente por personas que tienen antecedentes de migración hacia los Estados Unidos (dos de cada tres), aunque esta característica ha tendido a perder peso en los años recientes.

El flujo está integrado mayoritariamente por personas que no cuentan con documentos para entrar en los Estados Unidos o para trabajar en ese país (dos de cada tres). Este es un rasgo predominante entre quienes no tienen antecedentes de migración internacional (cinco de cada seis).

Los mexicanos que residen en los Estados Unidos

El flujo laboral de carácter temporal se ha acompañado de la presencia de importantes corrientes migratorias integradas por mexicanos que han decidido establecer su residencia en la Unión Americana.

El flujo migratorio hacia los Estados Unidos tiene
efectos sobre la dinámica del crecimiento demográfico del país

La pérdida de población ha sido sistemática desde los años sesenta y su efecto sobre la dinámica demográfica es cada vez más perceptible:

de 260 mil a 290 mil personas entre 1960 y 1970

de 1.20 a 1.55 millones entre 1970 y 1980

de 2.10 a 2.60 millones entre 1980 y 1990

de alrededor de 1.5 millones durante el quinquenio 1990-1995

de aproximadamente 1.8 millones durante el periodo 1996-2000, de acuerdo con las previsiones del CONAPO.

El flujo neto anual (diferencia entre entradas y salidas) se ha multiplicado —en términos absolutos— en más de diez veces en las últimas tres décadas, al pasar de un promedio anual de 26 a 29 mil personas en los sesenta a más de 300 mil migrantes por año en el primer quinquenio de la presente década.

Perfiles de la población mexicana residente

en los Estados Unidos

El Censo de Población y la Current Population Survey (CPS) de los Estados Unidos permiten identificar algunas de las características de la población nacida en México que reside en los Estados Unidos, entre las cuales destaca que:

Hay una población mayoritariamente masculina: 55 por ciento son hombres y 45 por ciento son mujeres.

Del total de residentes mexicanos, 13 por ciento es menor de 15 años, 70 por ciento se encuentra entre los 15 y 44 años de edad y 17 por ciento tiene 45 años o más.

El 74 por ciento de los residentes mexicanos de 25 años o más tiene una escolaridad inferior a preparatoria completa, 24 por ciento tiene una escolaridad de preparatoria completa o estudios de licenciatura incompleta y 2 por ciento cuenta con estudios de licenciatura o postgrado. Los migrantes que ingresaron en los Estados Unidos a partir de los años ochenta presentan niveles de escolaridad ligeramente superiores si se les compara con quienes lo hicieron antes de esa década.

En los estados de California, Texas, Illinois y Arizona se concentra el 90 por ciento de los residentes mexicanos.

Aproximadamente dos de cada tres residentes de 16 años de edad son económicamente activos y uno de cada tres es inactivo.

Sólo uno de cada diez integrantes de la población económicamente activa trabaja en la agricultura.

El 45 por ciento de los residentes mexicanos de 16 años y más recibe un ingreso inferior a 10 mil dólares anuales, 37 por ciento gana entre 10 mil y menos de 20 mil dólares y 18 por ciento obtiene alrededor de 20 mil dólares o más. La población de menores ingresos se concentra entre aquellos que entraron en los Estados Unidos en fecha más reciente: 10 por ciento de los migrantes que llegaron en los noventa reciben más de 20 mil dólares anuales, mientras que 25 por ciento de los que entraron antes de 1980 se encuentran en esa misma situación.

Alrededor del 35 por ciento de los residentes mexicanos vive en situación de pobreza, aunque la proporción tiende a disminuir conforme aumenta el tiempo de estancia en los Estados Unidos.

El impacto de la migración

Alrededor de uno de cada diez hogares de México tenía al menos un miembro que contaba con antecedentes migratorios en los Estados Unidos. Esta proporción tiende a variar de región a región, y es muy significativa en la zona tradicional (casi un hogar de cada cuatro) y en el norte (poco menos de un hogar de cada cinco) y menor en el centro (más de uno de cada veinte hogares) y el sureste del país (1 de cada 100 hogares).

El fenómeno de la migración a los Estados Unidos no es privativo de las áreas rurales ni de localidades urbanas pequeñas de las diversas regiones del país, sino que se advierte con cierta intensidad en las ciudades intermedias y grandes.

Poco menos de uno de cada nueve hogares localizado en las localidades pequeñas cuenta con miembros que tienen antecedentes migratorios en los Estados Unidos, mientras que uno de cada diez hogares localizado en las ciudades intermedias y grandes del país se encuentra en la misma situación.

Las remesas: uno de los beneficios
más evidentes de la migración

En las últimas décadas las remesas se han convertido en un flujo de divisas de suma importancia para la mayoría de las naciones no desarrolladas y expulsoras de mano de obra, al punto que en muchos casos las remesas son uno de los principales rubros en el renglón de transferencias corrientes de sus balanzas de pagos.

En 1995 el flujo total de remesas en el ámbito mundial osciló entre 81 y 91 mil millones de dólares aproximadamente. Ese año las remesas representaron 0.3 por ciento del producto interno bruto mundial y 1.7 por ciento del total de las exportaciones.

El flujo de divisas que originan las remesas ha venido creciendo en los últimos años. Su cuantía es de tal magnitud que en 1995 México fue el cuarto país receptor neto de divisas a nivel mundial. En la actualidad, se estima que en 1999 ingresaron al país más de 6 mil millones de dólares por este concepto.

Cinco modalidades distintas de fuentes de divisas

El flujo de remesas que ingresa a un país, puede clasificarse en cinco categorías:

Las transferencias realizadas por los migrantes permanentes.

Las transferencias de los migrantes temporales. En esta categoría se incluyen tanto los migrantes que permanecen en otro país por un periodo más o menos breve como los trabajadores fronterizos (commuters), esto es, las personas que residen en la franja fronteriza de su país y diariamente se trasladan al país vecino para trabajar.

Los envíos efectuados al país de origen por los descendientes de migrantes nacidos en el país extranjero.

 

El flujo de bienes y recursos financieros (bienes muebles y ahorros) asociados a la migración de retorno (por cambio de residencia) de connacionales emigrantes.

El ingreso que reciben del exterior —por concepto de jubilaciones y pensiones en general— los nacionales que en el pasado fueron migrantes, permanentes o temporales.

México: líder latinoamericano en percepción
de divisas por concepto de remesas

En 1995 los países con mayor ingreso por remesas fueron Francia e India, ambos con 6.2 mil millones de dólares, seguidos por Filipinas (5.4), México (4.4) y Portugal (3.9). Francia es un caso atípico, ya que sus egresos por remesas son mayores, con un saldo negativo de cerca de 2.3 mil millones de dólares, bastante alejado del saldo positivo de 5.8 de la India, por ejemplo.

En América Latina y el Caribe, México tuvo en 1995 la mayor captación de remesas con 4.4 mil de millones de dólares, seguido de Brasil (3.0), El Salvador (1.1), República Dominicana (0.8) y Jamaica (0.5). Cabe hacer notar que, según el FMI, al siguiente año, en 1996, nuestro país alcanzó el primer lugar a nivel mundial al obtener alrededor de 5 mil millones de dólares. En la actualidad, las remesas alcanzan el monto ligeramente superior a 6 mil millones de dólares.

Las remesas constituyen un flujo de recursos que, en paralelo con la migración, ha venido creciendo en los últimos años y beneficia a un número cada vez mayor de mexicanos. Así, gracias a la solidaridad de los migrantes con sus familiares, nuestro país capta alrededor de 16 millones de dólares cada día.

El monto de las remesas importa una cantidad

Similar a los ingresos que genera el turismo y supera

ampliamente a la inversión pública en vivienda

El cuantioso flujo de remesas tiene una innegable importancia para la economía nacional. El año pasado, las remesas representaron 79 por ciento del total de las exportaciones de petróleo, 93 por ciento de los ingresos por turismo y 55 por ciento de la inversión extranjera directa total. Además, el desequilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos de México habría aumentado cerca de 70 por ciento si por alguna razón los migrantes hubiesen decidido no enviar esos recursos a sus familiares.

El impacto más significativo de las remesas se

registra en el ámbito regional y local, donde

impulsan a la industria de bienes de consumo

y al sector de servicios

Debido a que la migración a los Estados Unidos es un fenómeno que en su mayor parte se origina en poco más de un centenar de municipios, el mayor impacto de las remesas se aprecia en las economías locales y regionales con tradición migratoria, aún cuando está adquiriendo importancia en las zonas emergentes.

Las regiones de emigración tradicional como el norte y el occidente son las que reciben la mayor parte (poco menos de 80%) del flujo total de remesas. Un poco más de 60 por ciento de las remesas transferidas por los migrantes tuvieron como destino la región tradicional y alrededor de 17 por ciento la región norte.

Los impactos regionales y locales de las remesas son sumamente significativos, aunque diferenciados, aún entre los estados que integran la región tradicional de la migración internacional hacia los Estados Unidos. Por ejemplo, se estima que Michoacán, la entidad que mayores recursos recibe por esta vía, absorbió casi 600 millones de dólares por remesas en 1995, en tanto que Zacatecas, décimo primer lugar en este rubro, obtuvo alrededor de 115 millones. Estos montos representaron 10 y 5 por ciento del Producto Interno Bruto respectivo.

Los beneficios de las remesas están concentrados

en unas cuantas regiones del país

13 entidades del país captaron en conjunto 4 de cada 5 dólares enviados. Esta concentración se hace patente cuando se aprecia que Guanajuato, Jalisco y Michoacán, con añeja tradición migratoria, emergen a la cabeza de este grupo, recibiendo conjuntamente alrededor de 1 de cada 3 dólares del monto total de remesas que ingresan al país.

De esta forma, las remesas que reciben los hogares de los migrantes tienen como destino un espacio más o menos acotado del territorio nacional. Se trata de un recurso económico fundamental para el sostenimiento familiar y de sus comunidades, a la vez que un elemento dinamizador —en algunos casos imprescindible— para ciertos sectores de las economías regionales, como son las ramas de bienes de consumo, el comercio y la actividad financiera asociada al cambio de dólares por pesos.

Poco más de un millón de hogares en nuestro
país reciben remesas de familiares en el extranjero

Para los casi 1.1 millones de hogares que se benefician de este flujo de dinero, el promedio trimestral de ingreso por concepto de remesas ascendió a casi 3 mil 700 pesos; en los hogares rurales este promedio fue de alrededor de 3 mil pesos, y en los no rurales fue levemente inferior a los 4 mil 300 pesos.

Las remesas representan en los hogares que las reciben poco menos de la mitad (46%) de su masa acumulada de ingreso corriente corregido; 44 por ciento del ingreso corriente corregido reportado por los hogares ubicados en localidades con 2 500 o más habitantes, y 50 por ciento del de los hogares situados en localidades con menos de 2 500 habitantes.

El impacto más significativo de las remesas se localiza, sin duda, en la economía de los hogares receptores, cuyo número, por cierto, está aumentando y se extiende a lo largo y ancho del país. Así, entre 1992 y 1996 el número de hogares receptores de remesas aumentó 63 por ciento, de forma que en 1996 al menos uno de cada veinte hogares del país recibió transferencias monetarias del extranjero. La mayor incidencia de este fenómeno se localiza en las localidades con menos de 2 500 habitantes, donde más de uno de cada diez hogares recibió recursos por esta vía.

La gran mayoría de los recursos recibidos se gastan en la satisfacción de necesidades básicas, en la adquisición de bienes de consumo duradero y en la compra y mejora de vivienda, mientras que sólo una pequeña proporción se destina al ahorro y a la llamada inversión productiva.

Los hogares perceptores de remesas

Distribución por grupos de edades. Casi 70 por ciento de los perceptores de remesas tienen entre 20 y 59 años de edad, y alrededor de uno de cada cuatro son mayores de 60 años.

Sexo y relación de parentesco. Aproximadamente siete de cada diez perceptores son mujeres, fundamentalmente cónyuges del jefe del hogar, y en una proporción que oscila entre 19 por ciento para las áreas rurales y 26 por ciento para las localidades de 2 500 o más habitantes, son ellas mismas las jefes del hogar.

Condición de actividad. La mitad de los perceptores de remesas forman parte de la población económicamente inactiva. Esta proporción alcanza casi el sesenta por ciento en las localidades con 2 500 o más habitantes, y se reduce a 40.1 por ciento en las áreas rurales.

Categoría en la ocupación principal. Entre 50 y 60 por ciento, según tamaño de la localidad, son trabajadores por cuenta propia (54.4 por ciento en promedio); asimismo, casi doce por ciento, en promedio, son patrones o empleadores, y casi tres de cada diez son asalariados (39.4 por ciento en localidades de 2 500 o más habitantes, y 20.7 por ciento en localidades pequeñas). En contraste, el porcentaje de trabajadores por cuenta propia de los hogares que no reciben remesas no rebasa el 30 por ciento en el caso de las zonas rurales, y es inferior a un quinto para las áreas no rurales. Los asalariados representan 46 y 70 por ciento, respectivamente.

Condición de percepción de otro tipo de ingreso corriente monetario. En las localidades de 2 500 o más habitantes, la mitad de los individuos que reciben remesas del exterior no tienen otra fuente de ingreso corriente monetario. Esta proporción disminuye a 42.6 por ciento en las localidades rurales.

Proporción de hogares sin jefe presente. La ausencia del jefe del hogar tiene lugar en alrededor de uno de cada cuatro hogares en promedio: aproximadamente 23 por ciento de hogares ubicados en localidades de 2 500 o más habitantes, y en algo menos de 30 por ciento de hogares rurales. En las unidades domésticas que no reciben dinero de los Estados Unidos es sólo de 1.4 por ciento.

Relación de masculinidad. En los hogares sin remesas provenientes del extranjero, el número medio de hombres por cada cien mujeres está prácticamente equilibrado (96). En cambio, en los hogares perceptores de remesas la relación de masculinidad es notablemente inferior: aproximadamente tres hombres por cada cuatro mujeres.

Relación de dependencia por grupos de edad. El número medio de personas en edades no productivas (menores de doce años o mayores de 65) por cada persona del grupo de edades potencialmente productivas (12 a 64 años) resulta sustancialmente superior en el conjunto de hogares perceptores de remesas (0.67), que en el de unidades familiares no perceptoras (0.50).

Relación de dependencia económica. Este es un indicador de la carga que para la población activa (PEA) representa la población inactiva (PEI). Esta relación es menor en los hogares sin remesas que en los hogares que sí las perciben. En los primeros la relación es de 75 miembros inactivos por cada 100 miembros activos, mientras que en los segundos es de 108 por cada cien.

Relación de dependencia del ingreso. Expresa el número de personas que no perciben ingreso por cada individuo perceptor. En los hogares que reciben dinero de los Estados Unidos, la carga media de los miembros perceptores de algún ingreso corriente monetario es inferior que la correspondiente a los hogares sin remesas: 1.45 y 1.56 dependientes por cada miembro perceptor, respectivamente.