Mexicar / Sainete Sheraton



Reforma

(16 Febrero 2006).-

En el Hotel Sheraton se modeló la tragicomedia que se desarrolla entre Cuba y Estados Unidos. Por un lado Cuba dicta el guión con la lógica dictatorial de una soberanía nacional y por otro lado Washington responde con una lógica que defiende la soberanía de sus ciudadanos contra los abusos de otros gobiernos. Debido a que Cuba desprecia la soberanía de las personas, cerca de 1960 decretó una expropiación sin indemnización, a lo que EU responde con un embargo y una ley confiscatoria.

La Revolución de Fidel Castro no es la causa principal de este conflicto, porque al defenestrar a Fulgencio Batista podría haber imperado un régimen democrático, respetuoso de los derechos humanos de cubanos y extranjeros. Se podrían haber restaurado las libertades políticas, protegiendo los derechos de propiedad, así como fomentado la libre competencia entre los partidos políticos, las empresas y sus habitantes. De ese modo, el ciudadano cubano podría haber reconquistado su poder y su libertad.

Pero no fue así, Fidel y sus compinches cosecharon enorme poder popular que utilizaron a su capricho. Culparon a Estados Unidos de todos los males y dejaron que los comunistas rusos se metieran hasta la cocina. Pronto empezaron las nacionalizaciones y expropiaciones de propiedades particulares de ciudadanos americanos. Ojo, Hugo Chávez y Evo Morales podrían repetir toda esta saga.

El gobierno de Estados Unidos es garante en todo el mundo de los derechos de sus ciudadanos. Fidel Castro expropió sin indemnizar a todos los americanos sin importar si se beneficiaron con Batista o no. Así Fidel se posicionó como un vil ratero ante los afectados americanos y sobre todo ante la justicia americana. Miles de ciudadanos americanos perdieron apartamentos, casas, ranchos y empresas y todavía reclaman la justa compensación por lo expropiado.

Si el gobierno americano sin audiencia ni culpa confiscara propiedades de mexicanos en EU, México trataría de defender y recuperar dichas propiedades, como hoy defiende en EU el abuso a los derechos humanos de los migrantes.

Los que no aceptan estas premisas comprobables por la historia de ambos países, entonces, se sienten agraviados por el maltrato gringo hacia Fidel. Ni los gringos ni los cubanos de Fidel son inocentes palomitas. Los americanos tienen muchos negros pecados pasionales en su cuenta, pero conservadores y liberales votaron por la ley Helms-Burton porque organiza abiertamente la respuesta a la provocación cubana de 1960.

El Departamento del Tesoro está obligado a avisarles a sus ciudadanos americanos que no pueden hacer negocios con bienes expropiados. En el Sheraton el verdadero aviso fuerte fue para los americanos reunidos porque nunca podrían recibir dinero marcado como robado.

Muchas propiedades, oro y obras de arte expropiadas por Adolfo Hitler se han recuperado y devuelto a los herederos de sus legítimos dueños después de más de 50 años de haber sucedido esa expropiación sin indemnización. La odiosa ley Helms-Burton confisca lo que puede y prohíbe la entrada a Estados Unidos a cualquier persona que trafique con bienes robados.

Menos mal que Lázaro Cárdenas indemnizó en 20 años el monto de la expropiación petrolera, ojalá que los perredistas aprecien eso. Aunque por otro lado, Lázaro Cárdenas expropió tierra a muchas familias mexicanas y no respetó ningún derecho de propiedad.

La democracia formal exige que la propiedad personal sea protegida contra los abusos de cualquier autoridad. La mayoría de los mexicanos todavía piensan que toda propiedad personal debe supeditarse sin chistar al interés colectivo y que la soberanía de un país está por encima de la soberanía personal; eso les impide entender el sainete del Sheraton bajo la perspectiva americana.

Pero los gringos son toscos y el corporativo del Sheraton brutalmente expulsó a los cubanos ahí reunidos. Podrían, por ejemplo, haber entregado una carta personal a los americanos en el momento de la reunión. Para mí es claro que ningún hotel tiene la obligación de aceptar huéspedes que considera que representan una organización que paga con dinero robado y marcado.

Si los perredistas consideran que Fidel no ha cometido ninguna falta, entonces indicaría un grave desprecio a la propiedad privada de cualquier ciudadano de cualquier país. El gobierno mexicano está obligado a multar al Sheraton y defender a los expulsados tanto cubanos como americanos. Ojalá que los expulsados, en tal caso, demanden civilmente al Sheraton.

Las perredistas siempre son festejados por los funcionarios cubanos y ahora pelan los dientes en defensa de sus cuates. Si por odio logran cerrar al Sheraton, el PRD nos metería a la trinchera cubana. Si los perredistas dejaran de ser banqueteros resentidos y pensaran como estadistas a nivel mundial, negociarían mediar entre Cuba y EU para lograr una liquidación formal a 20 años de plazo del viejo adeudo con el fin inmediato del embargo y la derogación de la ley Helms-Burton.

 




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