Que reforma los articulos 83 y 84, parrafos primero y tercero, constitucionales, presentada por la diputada Beatriz patricia Lorenzo Juarez, del PAS, en la sesion del martes 29 de abril de 2003     Versión para Imprimir

Los suscritos diputados federales: Beatriz Patricia Lorenzo Juárez y José Antonio Calderón Cardoso de la representación parlamentaria del Partido Alianza Social, y con fundamento en los artículos 71 fracción II, 72 y 135 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y 55 fracción II del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, sometemos a la consideración de esta honorable soberanía, la siguiente iniciativa con proyecto de decreto que reforma los artículos 83 y 84 párrafos primero y tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de conformidad con la siguiente:

Exposición de Motivos

Una auténtica Reforma del Estado implicaría dentro de su complejidad, el dar lugar a un nuevo estilo de gobernar, a una forma inédita de ejercer el poder político, en donde la eficacia se anteponga al abuso del poder, y en donde las intenciones anunciadas durante las campañas políticas no sean solo algo efímero, que pueda omitirse al acceder al poder.

Hoy, el sistema político mexicano es distinto en algunos aspectos, por ejemplo, el Poder Ejecutivo Federal no es ya una propiedad, es un Poder de la Unión, y el Jefe de este Poder, ocupa un cargo al cual se accede por medio de la elección popular, y no es ya una posición heredada de manera discrecional.

Hasta ayer el presidencialismo era una parte del sistema político mexicano que al concentrar en una sola persona la facultad de decidir, tanto en lo político como en lo económico en el ámbito nacional, hizo en las más de las ocasiones, más daño que bien a la nación.

El primero de diciembre de 1934, el general de división, Lázaro Cárdenas del Río, tomó posesión del Poder Ejecutivo, y su periodo presidencial tuvo una duración de seis años, llamándosele a éste “Plan Sexenal”.

Es sabido que desde 1935, el poder real, residía en la práctica en aquel que ocupará la silla presidencial, pero esto dio lugar a que el poder político se utilizará de manera discrecional, y no con un auténtico patriotismo.

El poder no sólo se consigue, sino que se conserva, y esto únicamente puede lograrse por meeio de un ejercicio gubernamental que responda al momento presente, en busca de un futuro más estable.

El apego a la realidad, el respeto mutuo entre los distintos Poderes de la Unión y la participación política tanto de mayorías como de minorías, da lugar a sociedades con una gobernanza realmente democrática.

Si no se posee una idea mínima de bien común, para así regular la convivencia pacífica, la fragmentación de la cohesión social comenzará a ser un riesgo continuo para la gobernabilidad.

El artículo 83 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que:  “El Presidente entrará a ejercer su cargo el 1o. de diciembre y durará en él seis años…”

Un sexenio puede y es agobiante tanto para quien gobierna como para el gobernado cuando las necesidades ciudadanas no son cubiertas por quien ejerce el poder.

El Ejecutivo Federal debe ser no sólo una posición vigente constitucionalmente, sino positiva en la práctica, y más hoy día, cuando el sistema electoral da lugar a la incertidumbre, incluso para la elección del Presidente de la República.

Podemos entender a la gobernabilidad como “… la cualidad propia de una comunidad política, según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del Poder Ejecutivo mediante la obediencia cívica del pueblo” y es aquí la palabra eficazmente la que debe llamar nuestra atención.

Es necesario tener presente que la gobernabilidad únicamente se da en cuanto se alcanzan los objetivos y metas programada con anterioridad, y de la eficiencia con que se lleven a cabo tales fines.

La capacidad operativa de un gobierno es realmente puesta a prueba cuando se tiene poco tiempo para gobernar, la capacidad de gobernar no debe ser una virtud, sino debe ser una condición del equipo de gobierno.

No se puede gobernar a una nación si no se tiene, no sólo la intención, sino la capacidad para hacerlo de la mejor manera posible, en donde se ofrezcan a la población solo expectativas reales, por modestas que sean éstas. Por el contrario la indecisión en el ejercicio de gobierno es el principio de su fracaso.

Si bien es imposible y no sería razonable el exigir un gobierno que diera lugar a una gobernabilidad ideal, y es por otro lado aceptable que los gobiernos cometan errores “normales” en su gestión, ello no implica que sean aceptados por la ciudadanía “errores u omisiones que tengan por efecto el atraso o empobrecimiento de las naciones”.

La propuesta de la presente iniciativa es dar lugar a la reducción del periodo de ejercicio del Ejecutivo Federal en México, para pasar de un sexenio a un cuatrienio, este es un tema que debemos reflexionar, y que forma parte inevitable de una auténtica y no simulada Reforma del Estado.

La trascendencia de esta iniciativa puesta a su consideración se sustenta en la idea de que todo gobierno en esta dinámica deberá responder de sus actos desde el primer día de gobierno, no habría tiempo para aprendizajes, la capacidad de gobernar se tendría que demostrar en la práctica y no solo en los discursos de campaña, lo que implicaría que ejercer el poder sería una responsabilidad y no un capricho.

Un gobierno de cuatro años tendría que ser de calidad, de empuje y de liderazgo para implantar un programa de gobierno eficiente, para dar lugar a los cambios que toda sociedad exige con el paso del tiempo.

Con una presidencia de cuatro años se impediría que se buscara una subordinación del Poder Legislativo por parte del Ejecutivo, ya que al tener el primero un periodo de funciones de tres años, el segundo tendría que dar lugar a consensos desde el primer día de mandato con todos los niveles de gobierno, quienes mantendrían el mismo periodo de funciones con el que hoy cuentan.

La relación y negociación positiva y constructiva entre el Ejecutivo Federal y los demás Poderes de la Unión, en un escenario en donde el periodo presidencial fuera de cuatro años, sería una condición inaplazable e indispensable para la sobrevivencia y trascendencia del gobierno en turno.

En este supuesto, esperar a un tercer año para buscar una mal entendida “mayoría en el Congreso” para implementar políticas públicas antipopulares daría lugar a un rotundo fracaso del gobierno en turno.

Si buscamos un control en la toma de decisiones y el evitar a toda costa el vacío de poder y con ello la ingobernabilidad, es necesario “obligar” al Ejecutivo a ser eficiente, y que mejor que cuando esta aptitud se demuestra contra tiempo.

Otro de los efectos positivos de la reforma propuesta sería que las promesas de campaña, o las plataformas electorales, tendrían que ser un “espejo” del programa de gobierno, lo que evitaría la ingobernabilidad o al menos evitaría que ésta alcanzara sus niveles más críticos.

Con un cuatrienio no se desvaloriza la Presidencia de la República, por el contrario se revaloriza. La nueva realidad política en México es innegable, y no aceptar esto es asumir una actitud anacrónica, por ello, la iniciativa que es puesta a  consideración de esta soberanía no es una propuesta coyuntural, sino tiene por fin el dar lugar a los cimientos de una futura democracia madura en México, al hacer de la Presidencia de la República un cargo al servicio de la población, sin importar que fuerza política la encabece.

Así mismo un periodo presidencial corto fomentaría y fortalecería de manera inequívoca la cultura política ciudadana en cuanto a la participación en los procesos electorales, ya que la sociedad se involucraría cada vez más en el quehacer de gobierno, interesándose no sólo en quien la gobierna, sino como la esta gobernando, ya que los resultados de gobierno tendrían que ser inmediatos en busca del mantenimiento del apoyo popular.

No debemos olvidar que todo Estado se enriquece con la intervención de los ciudadanos, quienes a su vez de esta manera se perfeccionan.

Por otro lado, la aprobación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación, es un acto legislativo anual, con lo cual, en nada afecta que el periodo presidencial se reduzca a cuatro años, ya que cada paquete económico responde a las condiciones económicas internas y externas que le correspondan.

Un cuatrienio es mas que suficiente para que un gobierno demuestre si es competente o no, si conviene o no a la sociedad, o si su ejercicio de gobierno a sido desastroso.

Así mismo dará lugar a confirmar si un gobierno tiene la capacidad de dialogo (sustento de toda democracia) con un Legislativo que le fuera de inicio adverso, y que no cambiaría durante su gestión. Así, el dialogo y el consenso se antepondrían a la imposición.

Un cuatrienio, daría lugar a que (si así lo decidiera la ciudadanía) se cortara de tajo “la ley del mayoriteo”, y así, la negociación sería la forma de impulsar las políticas públicas que respondieran al interés nacional y no sólo al interés del Ejecutivo federal.

El argumentar que un periodo presidencial de cuatro años seria insuficiente no puede sustentarse, ya que el retroceso de las naciones no es cuestión de tiempo, sino de la ineficacia de su gobierno.

Lo anterior se comprueba  al revisar el periodo presidencial de países como: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, La Unión Americana, Guatemala, República Dominicana y Honduras; en donde la elección de Presidente y Vicepresidente en su caso es por voto popular para un periodo de cuatro años en todos los casos.

Un Estado fuerte no puede conformarse por lideres, necesita gobernantes y más que estos, necesita estadistas, de no darse esta situación, obviamente no habrá tiempo que alcance a un seudo-gobierno, así sean 68 o 10 años.

Una transición exige una nueva forma de pensar, decidir y proyectar el presente y futuro, una nueva forma de actuar, pero obviamente para mejorar, nunca para estancarse o retroceder.

Mientras en México no entendamos que los cargos públicos son para servir, y no para servirse, poco a nada podremos avanzar para alcanzar, no solo un gobierno democráticamente maduro, y por ende legítimo, sino responsable.

Por lo anteriormente expuesto y fundado se somete a su consideración el siguiente:

Proyecto de Decreto

Unico. Por el que se reforman los artículos 83 y 84 párrafo primero y párrafo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para quedar como sigue:

Artículo 83.-  “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de diciembre y durará en él cuatro años …”

Artículo 84.-

Párrafo primero.- “ En caso de falta absoluta de Presidente de la República, ocurrida en el primer año del periodo respectivo, si el Congreso estuviere en sesiones, se constituirá inmediatamente en Colegio Electoral.…; debiendo mediar entre la fecha de la convocatoria y la que se señale para la verificación de las elecciones, un plazo no menor de 6 meses, ni mayor de 8”.

Párrafo tercero.- “Cuando la falta del Presidente ocurriese en los dos últimos años del periodo respectivo, si el Congreso de la Unión se encuentra en sesiones, designara al Presidente sustituto que deberá concluir el periodo…”

Transitorios

Artículo Primero.- El presente decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Artículo Segundo.- Se derogan todas las disposiciones que se opongan al presente decreto.

Palacio Legislativo de San Lázaro,
 a 29 de abril del 2003.

Diputados: Beatriz Patricia Lorenzo Juárez, José Antonio Calderón Cardoso (rúbricas).

(Turnada a la Comisión de Puntos Constitucionales. Abril 29 de 2003.)