De
reformas a diversos articulos de la Constitucion Politica de los Estados Unidos
Mexicanos, sobre politica exterior, presentada por el diputado Marti Batres
Guadarrama, del grupo parlamentario del PRD, en la sesion del jueves 9 de
octubre de 2001
El suscrito, diputado del grupo
parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, con fundamento en el
artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, me permito presentar la siguiente iniciativa de decreto por el que se
reforman, adicionan y derogan diversos artículos de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, al tenor de la siguiente:
Exposición de Motivos
La desgracia ocurrida en EU ha
desatado procesos de muy diversa índole. Convoca a la solidaridad y genera un
gran debate sobre las políticas internacionales.
Desde un principio, demandamos
todo el apoyo social y humanitario a las familias de las víctimas y respaldamos
todas las medidas diplomáticas para cerrarle el paso a nuevas acciones
terroristas.
Condenamos el terrorismo contra el
pueblo de los EU, como hemos condenado el terrorismo contra los pueblos de
Cuba, Palestina o Nicaragua.
Por ello mismo también,
manifestamos nuestro rechazo a la guerra. México es pacifista. No queremos más
temor y guerra.
Si no queremos guerras propias,
menos aún queremos guerras ajenas. Queremos la paz en Chiapas, también en el
mundo.
México
quiere paz, pero el gobierno mexicano no lo dice.
No tenemos hoy en día una política
exterior de Estado.
Lo que promueve el gobierno no es
la política exterior de México. No la que reclama la representación popular, no
la que dice la Constitución.
Desde la cancillería mexicana se
reproduce la política exterior de otro país, de nuestro vecino del norte.
La visión del gobierno federal no
es nacional, ni tampoco mundial. Es una visión norteamericana. No se mira desde
México, sino desde Estados Unidos.
No mira las grandes franjas de
países y de poblaciones. Su visión se agota en Estados Unidos, porque cree que
ahí se agotan las posibilidades de su gobierno.
Por eso, para la cancillería la
disyuntiva es clara: o estás con EU, o estás contra él. Es la misma disyuntiva
de George Bush. Es una disyuntiva que México no había asumido ni quiere asumir.
Es una disyuntiva que se le impone a México por su propio gobierno.
Vivimos junto a Estados Unidos. No
queremos un conflicto con nuestro vecino, al contrario deseamos una buena
relación de colaboración, de ayuda mutua, comercio, comunicación, solidaridad.
Estamos juntos, a pesar de que Estados Unidos nos quitó la mitad de nuestro
territorio, nos invadió en más de una ocasión y México nunca ha pensado en
venganzas finitas o infinitas, sino en una buena vecindad.
Nos interesa, como país, lo que
pase en territorio de EU, porque allá vive una parte de la nación mexicana, y
vive allá sin derechos políticos, civiles y sociales.
Pero somos otro país. Somos México
y sobrevivimos junto a la superpotencia por el valor de tomar nuestras propias
posiciones.
El poderío de Estados Unidos no es
nuevo.
Pero la reiterada afirmación de la
independencia política del Estado nacional mexicano, le ha permitido tener
mayor margen de movimiento en el mundo que otros países geográficamente más
lejanos.
México ha sido extraordinariamente
generoso con Estados Unidos.
Y queremos, sin embargo, que la
relación con ese país sea fructífera y positiva también para México.
La reciente crisis económica de
México que estamos viviendo, producto de la recesión en Estados Unidos, nos
indica que no nos conviene atar nuestro destino a nadie. Hoy sufrimos una
crisis ajena, es la consecuencia de no mirar hacia el mundo.
Ciertamente existe una nueva
situación mundial. Se acabó la bipolaridad este‑oeste, socialismo‑capitalismo.
Pero se ha recrudecido la
polarización norte‑sur. En la globalización actual, un pequeño puñado de
transnacionales de países del norte se enriquece, y la miseria se extiende en
un universo gigantesco de países.
La concentración de riqueza en el
norte, genera grandes flujos migratorios hacia las metrópolis, que son
continuamente rechazados y combatidos por éstas.
El poderío económico del norte,
con sus redes, normas, fuerza, presiones, ha derrumbado los esfuerzos iniciales
de muchos países por construir un Estado de bienestar social.
Ningún país puede sólo reconstruir
su Estado social frente a poderes mundiales que deciden las políticas
monetarias y fiscales, las inversiones, el comercio, el crédito.
La pobreza es un problema mundial,
y requiere soluciones mundiales. Para los países del sur alcanzar la equidad
social dentro de sus fronteras supone avanzar en la equidad internacional entre
los Estados.
Por eso México no puede atarse a
la política exterior de EU, porque México requiere de un marco de equidad
internacional para desarrollarse económicamente.
Y esa equidad internacional supone
contrapesos mundiales al enorme poder de EU y de los países del norte, redes
institucionales, económicas‑financieras, culturales, mediáticas, de los
países del sur.
Trabajar para fortalecer a EU como
la cumbre del mundo unipolar en lo político, lo militar y lo económico
significa trabajar en contra de los intereses de México. No es cierto que a
México le conviene apoyar incondicionalmente a EU.
Pero el gobierno mexicano ha hecho
suya la filosofía de la política exterior de EU y pretende presentarla como una
nueva política.
Se habla entonces de dejar atrás
la política de la autodeterminación y la no intervención. Se dice que México
debe intervenir para promover los derechos humanos.
Es la vieja política de los
gobiernos de EU y las naciones del norte, quienes se convierten en los jueces
de los derechos humanos de las naciones del sur.
¿Y quién vigila que se respeten
los derechos humanos en los países del norte?
Ahí se violan derechos humanos de
minorías étnicas y de migrantes, de religiosos y escolares, de ciudadanos y
mujeres.
Ahora el gobierno de EU se
preocupa mucho por la violación de los derechos humanos de las mujeres de
Afganistán, pero nada dice de la misma violación de sus derechos a las mujeres
en Arabia Saudita, porque este país es su aliado.
EU antes apoyó al Talibán en
contra de la Unión Soviética. Ahora lo combate.
El discurso de los derechos
humanos ha sido un discurso clave en el gobierno de EU para intervenir en los
asuntos de sus adversarios, sin que necesariamente sea su interés promoverlos.
En territorio de EU se entrenaron
terroristas y se financiaron escuadrones de la muerte.
En su territorio se plantearon
atentados y magnicidios.
La solución es el derecho
internacional y EU apela a la venganza contra países que albergan terroristas.
Pero si esa fuera una norma
aplicable para todos, Cuba podría reclamar su derecho a bombardear EU porque
ahí se entrenaron terroristas que estallaron un avión cubano con pasajeros
civiles en 1975. Eso sería tan irracional y absurdo como imposible, por la gran
diferencia en los poderes militares reales entre un país y otro. Por eso debe
imponerse el derecho.
Pero más allá de que esta guerra
sea tan deplorable como el terrorismo, es además ineficaz. Muchos afganistanos
pueden morir sin garantía alguna de que las redes del terrorismo hayan
desaparecido y dejen de actuar.
México debe promover en el mundo
la equidad entre los Estados y el desarrollo económico; la igualdad social y el
bienestar de los pueblos.
La globalización es un espacio de
disputa.
Diversidad cultural, nacional,
étnica, religiosa. Multipolaridad política, cooperación para el desarrollo,
promoción de la paz y sobre todo equidad entre los Estados, parecen ser los
elementos de una política exterior que debe impulsar el Estado mexicano, apoyándose
en la Constitución.
Nuestra responsabilidad es
impulsar una globalización desde los Estados, no desde las empresas
transnacionales.
El tema internacional es tan
importante que ya no puede ser esfera exclusiva de las decisiones del
Ejecutivo.
Aquí se expresa también el
carácter obsoleto del presidencialismo.
Necesitamos una política exterior
de Estado, no sólo de gobierno.
Es parte de la reforma del Estado.
El tema internacional es tan
importante que incluso ha sido objeto de un Acuerdo Nacional que refrenda “‘la
lucha por la paz”. Pero ese acuerdo no ha tenido la fuerza suficiente para
impedir que el Presidente lo haya violentado el mismo día que lo suscribió. Se
firma un acuerdo por la paz y se apoya la guerra.
Por eso la política exterior ya no
puede ser asunto sólo del Ejecutivo, sino del Estado.
En las actuales condiciones, cabe
la preguntar: ¿a quien le sirve la presencia del gobierno mexicano en el
Consejo de Seguridad de la ONU? ¿A México o al gobierno de EU?
La reforma del Estado debe tener
como uno de sus ejes fundamentales la redistribución del poder y la colegiación
de las decisiones públicas.
Esta iniciativa tiene tres
conceptos de cambio:
El primero plantea la eliminación
como atribución exclusiva del Senado de la República de la ratificación de los
tratados internacionales, para trasladar ese imperativo al Congreso de la Unión
en su conjunto, es decir Cámara de Diputados y Cámara de Senadores.
Con esta modificación, salvamos
una discusión importante, que tiene que ver con visiones que tienden a colocar
aún por encima de las leyes federales a los tratados internacionales, siendo
que los primeros son aprobados por el Congreso de la Unión y los segundos con
el actual esquema, sólo por el Senado de la República.
Con esto volvemos un acto
legislativo pleno, la aprobación de los tratados, mismos que generan normas
para nuestro país.
El segundo se refiere a la
facultad de analizar la política exterior desarrollada por el Ejecutivo,
atribución hoy del Senado; planteamos trasladar la facultad al Congreso de la
Unión en su conjunto y darle atribuciones de definición en materia
internacional previo a la toma de cualquier decisión que implique obligaciones
a nuestro país.
El tercer elemento de cambio
resulta igual de trascendental: establecemos el requisito de aprobación del
Congreso de la Unión de los tratados internacionales previo a su celebración o
suscripción por parte del Ejecutivo federal, con esto obligamos a ser participe
al Congreso de la Unión en los procesos de negociación de los tratados, para que
no sólo ratifique lo acordado por el Ejecutivo, porque su intervención actual
se da sobre hechos consumados. Ahí está el asunto de los presuntos convenios
secretos sobre energéticos entre EU, Canadá y México, que nos quieren presentar
como hecho consumado.
Trasladar al Congreso de la Unión
en su conjunto la definición de la política exterior del país, permite
compartir responsabilidades en un tema que en estos tiempos se torna como un
asunto de Estado y de Seguridad Nacional.
En otros países con regímenes democráticos
consolidados, la política exterior es un asunto que involucra al Ejecutivo,
pero también a sus Congresos o Parlamentos.
Mientras en esta soberanía a raíz
de la crisis generada por los lamentables acontecimientos del 11 de septiembre,
hubo quienes insistimos en la comparecencia del canciller mexicano —dándose una
sistemática oposición principalmente por parte del partido que ahora gobierna a
nivel federal— en otros países, presidentes o primeros ministros, acudieron sin
cita ante sus representaciones a fin de definir la posición del país.
El gran reto que tenemos ante la
globalización y la unipolaridad, es tener capacidad como país de trabajar por
nuestras prioridades, a partir de replantear los instrumentos de la
globalización, dándole sentido público.
No una globalización desde el
entorno privado, como actualmente se identifica, y que responde más a los
intereses de las transnacionales, las cuales recurren a los políticos, o
incluso sus gerentes se convierten en políticos.
Por lo anteriormente expuesto y
fundado, presento a la consideración de esta soberanía la siguiente iniciativa
de decreto que reforma, adiciona y deroga diversos artículos de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos para quedar como sigue:
Artículo
Unico.‑ Se reforman, adicionan y derogan diversas
disposiciones de los artículos 73, 76, 89 y 133 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos.
Artículo
73.‑ ...
I. a XXIX
J. …
XXIX K.‑
Analizar y decidir la política exterior desarrollada por el Ejecutivo federal;
además, aprobar los tratados internacionales y convenciones diplomáticas que
celebre el Ejecutivo de la Unión;
XXX.‑ ...
Artículo
76.‑ ...
I.‑
Derogada.
II. a X. ...
Artículo
89.- …
I. a IX. ...
X.‑
Dirigir la política exterior y celebrar previa aprobación del Congreso,
tratados internacionales. En la conducción de tal política, el titular del
Poder Ejecutivo se sujetará a los siguientes principios normativos: la
autodeterminación de los pueblos; la no intervención, la solución pacífica de
las controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las
relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación
internacional para el desarrollo y la lucha por la paz y la seguridad
internacionales;
XI. a XX.
...
Artículo
133.‑ Esta Constitución, las leyes del Congreso de la
Unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la
misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, previa
aprobación del Congreso, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de
cada estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de
las disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones o leyes de
los estados.
Transitorio
Unico.‑ El
presente decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Palacio Legislativo de San Lázaro,
a los 9 días del mes de octubre de 2001.
Atentamente
Dip. Martí Batres Guadarrama (rúbrica)
(Túrnese a la Comisión
de Puntos Constitucionales. Octubre 9 de 2001.)