Manuel Bribiesca Sahagún reconoció
que su fortuna ha crecido, sobre todo a partir del año 2000,
aunque atribuyó sus mayores caudales meramente al paso del
tiempo. Preguntado si en los últimos años ha mejorado su
capacidad económica, contestó afirmativamente. Pero
indirectamente rechazó ser un nuevo rico. A diferencia de la
primera sala de la Suprema Corte de Justicia, que tiene un
concepto lamentablemente estrecho de la libertad de expresión
consignada en los artículos sexto y séptimo de la
Constitución, el juez trigésimo segundo de lo civil en la
Ciudad de México, José Guadalupe Mejía Galán, apoyó en esa
libertad la sentencia que exoneró al matrimonio Pando - Pérez
Aguilar
La primera dama ha tenido ya que acudir a tribunales a
"absolver posiciones", como se llama procesalmente a la
operación de contestar un interrogatorio sobre la demanda y su
contexto. Se abstuvo de comparecer en el proceso comenzado por
su hijo, de igual modo en que el presidente de la República
rehusó comparecer como testigo en el iniciado por su
esposa.
Maritza Pérez Aguilar y Santiago Pando fueron exonerados el
28 de septiembre (y la información del caso circuló a partir
del martes 4 de octubre) de la obligación de reparar el
presunto daño moral que habrían inferido a José Luis Santiago
Vasconcelos, que no es un ciudadano común y corriente sino un
subprocurador de la República, sujeto por lo tanto a la
crítica en función de sus tareas. El titular de la
subprocuraduría de investigaciones sobre la delincuencia
organizada (SIEDO) demandó el 2 de agosto a aquella pareja,
por la vía civil. Tasó su reputación en 6 millones 773 mil 131
pesos, cantidad que pidió le fuera cubierta como reparación
del daño moral cuya afectación imputó a Maritza y
Santiago.
A diferencia de la primera sala de la Suprema Corte de
Justicia, que tiene un concepto lamentablemente estrecho de la
libertad de expresión consignada en los artículos sexto y
séptimo de la Constitución (como se hizo evidente al negar el
amparo al escritor Sergio Witz autor de un poema escatológico
que ultraja a la bandera según ese angosto criterio), el juez
trigésimo segundo de lo civil en la Ciudad de México, José
Guadalupe Mejía Galán, apoyó en esa libertad la sentencia que
exoneró al matrimonio Pando-Pérez Aguilar. Tuvieron derecho a
decir lo que dijeron, consideró el juez, y por lo tanto su
actitud es lícita y no ha lugar a que por ella se demande la
reparación del daño.
En marzo del año pasado, la SIEDO montó un espectáculo para
anunciar la detención de la más importante banda de
traficantes de personas. Conforme a un estilo que no se le ha
reprochado penal y socialmente lo suficiente, el subprocurador
Santiago Vasconcelos definió en tono de sentencia definitiva
la conducta de las personas detenidas, entre ellas la señora
Artemisa Aguilar. Fue presentada como "jefa de una banda de
polleros", actuación que habría consumado desde su trabajo en
el Instituto Nacional de Migración donde tenía a su cargo la
atención en la ventanilla en vista de sus conocimientos de
inglés.
Poco después de la detención de su suegra, Santiago Pando,
un publicista que había alcanzado notoriedad pública en el
2000 por su trabajo profesional en la campaña del ahora
presidente de la República, descalificó a Santiago
Vasconcelos. Originó una página en internet y publicó varios
desplegados en medios impresos, cuando llegó a la conclusión
de que el subprocurador era un "fabricante de culpables" y un
traidor al presidente Fox, pues caminaba en sentido contrario
a sus ideales, que el propio Pando había contribuido a hacer
triunfar. Después Pando mismo y su esposa obtendrían evidencia
de que los testigos sobre cuyos dichos se basaba la acusación,
o nunca existieron o desaparecieron (motivos por los cuales
jamás ratificaron su testimonio). Tan endeble ha sido el
proceso surgido de una consignación igualmente falta de
sustento, que se espera que en los próximos días la justicia
penal federal deje en libertad a la señora Aguilar, que ha
permanecido encarcelada cerca de 20 meses.
Irritado por el sostenido señalamiento contra sus
prácticas, en que perseveró Pando, el subprocurador federal
consideró públicamente denunciarlo por difamación y finalmente
en agosto del año pasado lo demandó por la vía civil. El
proceso (que incluyó, incidentalmente, la multa a un grupo de
periodistas por rehusar servir de testigos a Santiago
Vasconcelos, y una absurda denuncia penal del abogado del
subprocurador contra ese mismo grupo) concluyó en su primera
instancia con una sentencia que sostiene el derecho de los
demandados a expresarse del modo en que lo hicieron.
Santiago Vasconcelos puede apelar esa resolución judicial,
y hasta puede acudir, si también le fuera adverso el fallo en
segunda instancia, al juicio de amparo. Es deseable que no lo
haga, porque de lo contrario prolongaría la inequidad que se
condensa en un proceso iniciado por un alto funcionario de la
Federación contra particulares a los que se busca inferir un
quebranto financiero añadido al de carácter moral infligido
precisamente por la conducta del demandante.
El desenlace, así sea en primera instancia, de este proceso
por daño moral no debería ser irrelevante en el abordamiento
de otros muy notorios que están en curso. Me refiero a los
iniciados a fines de abril por la señora Marta Sahagún de Fox
y semanas después por su hijo mayor Manuel Bribiesca Sahagún contra la
periodista Olga Wornat, en ambos casos. En el primero se
demandó también al semanario Proceso, por haber publicado un
material de la reportera; y en el segundo a la editorial
Random House Mondadori-Grijalbo que dio a la imprenta el libro
Crónicas malditas desde un México desolado, de la propia
autora. Una obra previa de la misma periodista, La Jefa,
elaborada en amplia medida con la colaboración de la propia
señora Sahagún, protagonista de la misma, había aparecido en
2003 sin ninguna consecuencia jurídica.
El primer juicio, el iniciado por la esposa del presidente
de la República (se hallaba en gira en su marido cuando a
través de los servicios de prensa de Los Pinos anunció la
apertura de este proceso a comienzos de mayo), se tramita en
el juzgado duodécimo civil del Distrito Federal. El segundo,
que tiene a Manuel Bribiesca Sahagún como
protagonista, está radicado en el juzgado vigésimo primero.
Ambos se hallan en la etapa de desahogo de pruebas. La primera
dama (título que sin sustento jurídico ostenta la señora
Sahagún de Fox) ha tenido ya que acudir a tribunales a
"absolver posiciones", como se llama procesalmente a la
operación de contestar un interrogatorio sobre la demanda y su
contexto. Se abstuvo de comparecer en el proceso comenzado por
su hijo, de igual modo en que el presidente de la República
rehusó comparecer como testigo en el iniciado por su esposa.
Ambos miembros de la pareja presidencial arguyeron en su favor
el derecho que da el artículo 288 del código civil a los
parientes de un actor o demandado para ser exceptuados de
rendir testimonio.
Bribiesca
Sahagún enderezó su acción legal contra la periodista Olga
Wornat por lo dicho en el capítulo "Los hijos de La Jefa", de
sus Crónicas. Se trata de 25 páginas de un libro de 359,
presidido por un certero epígrafe del semiólogo Ugo Volli:
"Hemos ingresado en la neovulgaridad: una sociedad de derechas
cuya primera prioridad es rebajar el nivel de comunicación".
Manuel Bribiesca
Sahagún no es el único personaje colocado por la investigación
periodística en la pasarela. Su propio padre, Manuel Bribiesca Godoy, y el
alcalde panista de Celaya José Rivera Carranza, por ejemplo,
figuran en estas páginas en anécdotas narradas a la periodista
por informantes confiables. Pero el centro del relato lo ocupa
el mayor de los hijos de la primera dama. Se hacen puntuales
referencias a sus negocios, a su veloz enriquecimiento, a sus
viajes y diversiones, al uso de aviones y residencias
oficiales para sus desplazamientos y vacaciones, a su estilo
de vestir y de ser. Llevado por el ejemplo de su madre, y
acaso forzado por ella, contra esa información dirigió su
acción civil para reforzar el embate contra Olga Wornat y sus
editores.
El 26 de septiembre acudió a contestar preguntas de la
defensa de la escritora. Buen número de sus respuestas, por lo
que admite y por lo que niega (en relación con pruebas
supervinientes), probablemente darán pie a que el juez de su
asunto lo resuelva en términos semejantes a los invocados por
el juez trigésimo segundo respecto de Maritza Pérez Aguilar y
Santiago Pando. Con mayor posibilidad ocurrirá así toda vez
que el artículo 1916 bis establece claramente que "no estará
obligado a la reparación del daño moral quien ejerza sus
derechos de opinión, crítica, expresión e información en los
términos y con las limitaciones de los artículos 6o. y 7o. de
la Constitución General de la República".
Bribiesca
Sahagún reconoció que su fortuna ha crecido, sobre todo a
partir del año 2000, aunque atribuyó sus mayores caudales
meramente al paso del tiempo. Preguntado si en los últimos
años ha mejorado su capacidad económica, contestó
afirmativamente, con la pretendida aclaración (porque su habla
es confusa) de que "conforme uno va teniendo mayor capacidad
empresarial va aumentando por consecuencia de la edad la
mejora de percepciones económicas; no es lo mismo cuando salí
de la preparatoria, luego de la profesional, al día de hoy".
Pero indirectamente rechazó ser un nuevo rico. Informó que los
viajes a Las Vegas sobre los cuales se le interrogó, y en los
que juega apuestas, no son una novedad: "siempre la familia
viajamos juntos a la ciudad de Las Vegas. Desde que tengo
quince años, cada año íbamos, una o dos veces al año".
Más relevante fue su aceptación de haber viajado en aviones
del Ejecutivo, como lo informa la periodista en su libro, pero
"nunca los he utilizado yo solo, siempre voy acompañado de mi
madre o del señor presidente". No hizo aclaración semejante al
responder que sí se ha alojado en las residencias oficiales de
Cancún, San Miguel de Allende y Acapulco. Admitió parcial,
pero mendazmente, que cuenta con una escolta del Estado Mayor
Presidencial: se le preguntó si estaba integrada por 16
personas, negó ese número y dijo que eran cinco. Sin embargo,
la propia oficina jurídica de ese cuerpo militar informó al
juez que son efectivamente 16 elementos los asignados al
resguardo de Manuel Bribiesca Sahagún desde
julio de 2001 (precisamente cuando su madre contrajo
matrimonio con el presidente de la República).
Causaron sus principales respuestas las preguntas sobre su
relación de negocios con el empresario Miguel Khoury, su amigo
de la infancia y sobre la empresa Construcciones Prácticas, de
la que es socio según la información reunida por Olga Wornat y
objetada por el demandante. Contestó con rotundos no a esas
preguntas, y quizá se retiró tranquilo de la audiencia después
de esas negativas. No tuvo en cuenta que una comisión
legislativa, integrada ex profeso, estaba a punto de revelar
información que mostró el grado en que en ese punto crucial
del caso había faltado a la verdad.
Una semana después del interrogatorio, el 5 de octubre la
diputada Martha Lucía Micher, cabeza de esa comisión, expuso
el resultado parcial de las investigaciones que realiza sobre
el eventual tráfico de influencias practicado por Bribiesca Sahagún. Como se
sabía, Construcciones Prácticas, la empresa de Khoury en que
no aparece el hijo de la primera dama, adquirió del Instituto
de Protección al Ahorro Bancario un importante número de
bienes inmuebles. Hasta allí parecía que la excusa de Bribiesca Sahagún era
válida: él nada tiene que ver en esa empresa. Pero sí en el
siguiente capítulo de la historia: Construcciones Prácticas no
realizó directamente la venta de esos bienes, sino que
transmitió su propiedad a Inmobiliaria Kilate. Y ocurre que en
esa empresa, al contrario de la radical negativa de Bribiesca Sahagún, está en
sociedad con Khoury. La comisión encabezada por la diputada
Micher obtuvo copia de la escritura constitutiva de Kilate,
donde consta inequívocamente la sociedad de ambos amigos.
Hace varios meses Khoury había admitido una cierta relación
de negocios con Bribiesca Sahagún: "nos
estamos apoyando con capital de los bancos como cualquier otro
constructor" (Proceso, 8 de mayo de 2005). Pero con motivo de
la revelación del grupo legislativo volvió a negar la relación
de su amigo en Construcciones Prácticas. En carta a Reforma,
el 6 de octubre Khoury deslindó "a mi empresa del señor Manuel
Bribies-ca Sahagún, que no es socio de la misma". No se
refirió sin embargo a Kilate. Y el propio Reforma documentó
ese mismo día que en junio del año pasado firmaron "como
avales y obligados solidarios" un crédito quirografario por 3
millones de pesos que les otorgó Operaciones Hipotecarias de
México, una sofol con sede en León. Lo hicieron cuando ya no
eran socios de esa empresa, según dijo Khoury ayer a ese
diario, lo que podría implicar una simulación.
Las indagaciones de la comisión legislativa han hallado en
el registro público de la propiedad en varias entidades unas
mil 700 casas en cuya compra o venta participa Bribiesca Sahagún. De
ellas, 275 viviendas en el fraccionamiento Santa Catarina
fueron adquiridas indirectamente por Kilate al IPAB, cuya
dirección respondió que la asignación se hizo conforme a la
ley. Lo mismo ha dicho el Infonavit respecto de créditos que
han servido a Kilate, a través de otra empresa llamada
Residencial Milenio para realizar operaciones en Acapulco.
Además de proclamar su apego a la legalidad, ambas
dependencias implican que de haber corrupción en estos casos,
es nomás tantita, pues subrayan el breve número de operaciones
en que en algún tramo aparece Bribiesca.
La Presidencia de la República ha entrado a la discusión de
esos negocios. Ha dicho que sean los tribunales los que
resuelvan. Así ha de ser: la comisión legislativa debe poner
los resultados de su investigación ante el Ministerio Público,
para que realice una averiguación penal. Y en ese caso, la
energía procesal que requerirá aplicar la defensa de Bribiesca Sahagún será tal
que más le conviene desistirse de la acción civil contra
Wornat y su editor, antes de que ella obtenga una sentencia
absolutoria, como la que exoneró en buena hora a Maritza y
Santiago Pando.
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