Discurso pronunciado por el Dip. Eric Eber Villanueva Mukul, Presidente de
la Mesa Directiva de la H. Cámara de Diputados, en el Homenaje rendido a José Martí, en
el Salón Legisladores de la Republica, el día 4 de febrero de 2003.
EXCELENTÍSIMO SEÑOR
JORGE BOLAÑOS EMBAJADOR DE LA REPUBLICA DE CUBA
SEÑORAS Y SEÑORES
DIPUTADOS DE CUBA Y MÉXICO.
Como Presidente de la
Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados y Presidente del Congreso Mexicano, es
motivo de orgullo y satisfacción rendir en este recinto legislativo un homenaje a José
Martí en el 150 aniversario de su natalicio.
Pocas conmemoraciones en
nuestra América alcanzan el interés y la resonancia, como ésta del prócer
latinoamericano, poeta, escritor, orador, político y periodista que fue José Martí.
Son escasos los hombres
sobre la tierra que con tan corta existencia, -como Martí con sus 42 años-, logran
descollar en tan variadas actividades del quehacer humano, habiéndose ganado los
calificativos en su tiempo; de rebelde, insurrecto, conspirador, agitador, revolucionario,
libertador, redentor, insurgente, anarquista, apóstol y maestro.
Nosotros agregaríamos el
de hombre universal de tiempo y espacio, por su visión de la realidad latinoamericana,
por su lucidez y clarividencia para anticipar los actuales problemas de nuestros pueblos.
Por su actividad en aras de
la independencia de su país, es encerrado en prisión y condenado a trabajos forzados, se
logra la conmutación por el destierro a España, en donde el joven de apenas 18 años
encuentra reconocimiento entre los exiliados cubanos. En el nuevo país, Martí distribuye
su tiempo entre la lucha por la liberación de su patria y su formación profesional,
obteniendo títulos en 1874 de licenciado en derecho y licenciado en filosofía y letras.
Por voluntad propia decide
abandonar España, regresar a América para estar más cerca de su amada Cuba, y escoge en
1875 como puerto de refugio, a nuestra patria.
Recién pisa suelo mexicano
traba amistad con nuestro compatriota michoacano Manuel Antonio Mercado, sobresaliente
figura política en ese entonces, no importó la diferencia de edades -16 años-, para
consolidar una amistad que estuvo presente en la víspera de su muerte en 1895 en el
campamento de Dos Ríos.
El joven Martí con 22
años cumplidos, apenas llega a nuestro país y se envuelve en una intensa vida
intelectual, encuentra la actividad económica y política, marcadas por el sello del
liberalismo y en lo artístico por el romanticismo.
El mundo literario,
periodístico y social de nuestra patria que acogió a José Martí, sería un ambiente de
su agrado total, en el cual terminaría de empollar su febril quehacer literario y
político.
Cultivó la amistad de
destacados intelectuales de la época liberal, entre los que se cuentan a Vicente Villada
director del diario Revista Universal donde colaboró con sus boletines bajo el seudónimo
de Orestes, también con nuestro poeta Juan de Dios Peza, con el dramaturgo José Peón
Contreras y con el Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano.
Su amigo Manuel Antonio
Mercado le recomienda para emplearse como corrector de pruebas en el periódico El
Federalista, conjugando a la vez con sus trabajos que realiza en el diario Revista
Universal como crítico y periodista, donde el oficio se le convertiría en pasión al
decir de su compatriota el poeta Cintio Vitier.
Defiende a Benito Juárez a
quien admira, y desde la redacción de El Federalista, fija una posición política a
favor del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada; se manifiesta partidario fervoroso del
desarrollo de la educación popular y el proyecto de renovación cultural que emprenden en
nuestro país, Gabino Barreda, Ignacio Manuel Altamirano y José Maria Vigil.
En nuestra patria, Martí
asimila las ideas de las nuevas formas de hacer política; encuentra en el sistema
político mexicano encabezado por los liberales del momento, la mejor forma de entender el
progreso y marchar hacia la libertad.
A Martí nada le es ajeno,
en sus artículos y crónicas de entonces, aborda la vida cultural, la situación
económica y política del país, la cuestión indígena y los problemas fronterizos con
los Estado Unidos, entre otros; perfilándose ya su proyecto nacionalista y su concepción
latinoamericanista que más adelante llamará "Nuestra América".
Los acontecimientos
de noviembre de 1876, cuando son derrotadas la tropas leales a Sebastián Lerdo de Tejada
por el general Porfirio Díaz y la asunción "provisional" de la presidencia de
la república por éste, provocan la reacción del joven Martí, publicando en diciembre 7
del mismo año en El Federalista su artículo "Alea Jacta Est", en el que
condena los procedimientos empleados por Díaz para llegar al poder.
Poco tiempo después del
golpe asestado, en diciembre 16, Martí publica en El Federalista su artículo
"Extranjero" en que detalla las causas por la cuales no puede continuar en
nuestra patria, donde impera la voluntad de un caudillo militar.
En su partida de finales de
diciembre de 1876, no faltó la solidaridad y el apoyo de sus amigos Manuel Antonio
Mercado y Nicolás Domínguez. Martí va a su patria, vía Veracruz, para posteriormente
regresar nuevamente a México como paso a su destino Guatemala.
Se embarca en cuba en el
vapor City of Habana con destino a Progreso Yucatán, visita Mérida y a los miembros de
la colonia cubana y traba relaciones con los círculos literarios locales.
En marzo 5 de 1877, parte
de Progreso hacía Guatemala en una aventura que inicia en canoa, desafiando las no
siempre quietas aguas del caribe, bordeando las costas yucatecas, arriba a Holbox pequeño
pueblo de pescadores y convive con ellos, llega al islote Contoy y a Isla Mujeres; en
cayuco se dirige a Belice y después en goleta enfila hacia Livingstone. Toca el poblado
de Izabal, "sobre la más pequeña, rebelde y mal intencionada mula que vio nunca la
montaña de Izabal" diría Martí-.
En tramo final de su osado
viaje, descansa y recupera energía en las montañas y valles de territorio maya, en
Gualán, Roblar, San Pablo y Zacapa y finalmente después de 29 febriles días, el 2 de
abril arriba a Guatemala.
Martí había abandonado
México, regresaría para casarse con su compatriota Carmen Zayas Bazan en diciembre de
1877 y en una breve estancia en el verano de 1894, pero como escribirá Andrés Iduarte
sobre él: "es un mexicano más, Cuba le dio la vida y el alma. España instrumentos
de trabajo en sus universidades. México, la práctica y la profesión de
periodista".
Señoras y señores
legisladores de Cuba y México, señor embajador:
Los mexicanos pensamos que
por esa entrañable amistad que sembró en nuestra patria José Martí, que por esos
problemas comunes que enfrentamos los pueblos de Latinoamérica, que por esas identidades
en cultura, en idioma, en historia, en la aspiración permanente por regir nuestros
destinos, con soberanía e independencia.
Que por el respeto a las
formas de gobierno que se han dado otros pueblos, que por todo eso, los lazos que unen a
los pueblos de México y Cuba, tienen su fundamento en el supremo valor de la solidaridad,
en un mundo donde hoy imperan amenazas sobre la humanidad.
Decirles además que el
mundo intelectual, literario y político que recibió a José Martí en nuestra patria,
mantiene viva la tradición en el intercambio cultural, y hoy le agregamos los
intercambios académicos y de la investigación científica, que llevan a cabo entre otras
instituciones, las Universidades Autónoma de México, Autónoma de Guadalajara, la
Nicolaíta de Michoacán y la de Yucatán, con quienes la Universidad de la Habana
mantiene nexos estrechos, vigentes hoy en día y que esperamos se fortalezcan y perpetúen
en el tiempo.
Que esta Honorable Cámara
de Diputados del Congreso de la Unión, representante de la pluralidad política de
México, estará atenta para seguir conservando el legado de amistad que sembró Martí en
nuestra patria, y pugnará por ensanchar y fortalecer los lazos de amistad y de
cooperación entre ésta Cámara y la Asamblea del Poder Popular representante de la
soberanía del pueblo cubano.
Que finalmente los
lazos de amistad y de cooperación entre los pueblos de México y Cuba al fortalecerse y
ampliarse, constituirán el mejor homenaje que podamos rendirle al gran prócer
cubano-latinoamericano José Martí. Muchas Gracias