Discurso de Clausura de la LXXVIII Asamblea Nacional Ordinaria de la Coparmex
Lic. Jorge Espina Reyes
9 de Marzo del 2001.
"Nadie es una isla, completo en si mismo, cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, todo el continente queda disminuido; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad, y por consiguiente, nunca habrás de preguntar por quien doblan las campanas"
- Lic. Vicente Fox Quesada. Presidente de México
En un México que inicia el siglo XXI en medio de una transformación política fascinante asumo la presidencia de COPARMEX con profunda convicción, responsabilidad y compromiso.
Convicción de que sabremos, mediante esfuerzos convergentes, edificar un país justo, libre y solidario; de que culminaremos con éxito, a pesar de obstáculos y resistencias, el proceso de transición.
Con la enorme responsabilidad de presidir una institución cuyos frutos a lo largo de más de 70 años son incuestionables, que ha sido una entidad activa, participativa y propositiva; protagonista de primera dimensión en el país, atenta al acontecer histórico, generadora de respuestas creativas, visionarias y oportunas a los problemas de cada momento.
Asumo la presidencia con el compromiso de mantener nuestra herencia histórica y proyectarla con vigor al futuro; de vivir y aplicar nuestros principios en el permanente esfuerzo de responder a la realidad y a sus desafíos; con el compromiso de continuar actuando con plena autonomía de los poderes públicos y de las acciones partidistas.
COPARMEX inicia hoy una nueva fase, en respuesta a la nueva época del mundo y de México. Los frutos serán producto de la acción conjunta de miles de empresarios, a lo largo y ancho del territorio nacional, que compartimos una visión, profundos valores y legítimas aspiraciones.
Asumiremos el papel que nos toca para enfrentar los más apremiantes retos que se presentan a la nación:
El reto de la globalización
Estamos inmersos en la vivencia palpitante de un mundo globalizado, con casi seis mil millones de personas, en más de 180 países cada vez más interdependientes y cercanos a través de las comunicaciones, que han hecho de este mosaico de naciones, lenguas, religiones, razas y culturas, una "aldea global" con enormes oportunidades de desarrollo, que sin embargo, puede terminar en una inmensa torre de babel si es que no somos capaces de darle un sentido humanista y trascendente. México tiene una rica historia y debe aportar al mundo humanismo práctico, aprovechando su magnífica cultura y su envidiable posición geográfica.El reto de la miseria y la ignorancia
No hay mayor miseria que la de la ignorancia que padece una parte de nuestro pueblo, incapaz en un diez por ciento, de cuando menos comunicarse oralmente como bilingües en su lengua y en castellano, mucho menos de leer y escribir en la lengua común de más de trescientos millones de latinoamericanos. Aunada a esta carencia tenemos que reconocer la pobreza del casi cuarenta por ciento de nuestros conciudadanos, en muchos casos con condiciones indignantes.
La solución integral del desarrollo, la inserción acertada en la globalización y el abatimiento de la miseria, dependen en mucho de lo que hagamos o dejemos de hacer en estos próximos años, depende de nuestra capacidad para definir políticas de estado que aseguren caminos de progreso y sobretodo, de que sepamos construir una visión compartida del país que anhelamos, sin odios y sin rencores. Gobierno y sociedad tenemos una gravísima responsabilidad de convergencia. No hacer la tarea correctamente implicaría un imperdonable retroceso.El reto educativo
La competitividad comienza en el capital humano, en la valía de cada persona, de cada mexicano. Condición sine qua non para salir adelante es superar el grave rezago educativo.Ningún mexicano puede quedar al margen del nuevo país que estamos proyectando. Por ello, demandamos un cambio estructural profundo del modelo educativo.
Un cambio que nos aleje del modelo populista, paternalista y centralista y nos aproxime a uno descentralizador, integrador, participativo, que estimule la creatividad, la libertad responsable, el espíritu emprendedor y los valores éticos. COPARMEX apoyará decididamente cualquier medida que vaya en este sentido.
Se demanda en este enorme desafío la participación de todos. No es asunto sólo del gobierno y no es asunto solamente de instrucción ni de naturaleza cuantitativa.
Debemos elevar sustancialmente la calidad de la enseñanza, revalorar al maestro, crear instituciones y mecanismos de evaluación del sistema, que sean confiables y objetivos; y crear las condiciones que promuevan y faciliten una mayor inversión en la materia, tanto pública como privada.
El reto de la empresa media y el empleo
En el mundo moderno el principal medio para crear riqueza y empleo productivo es la empresa. Debemos crear, desarrollar y fortalecer a miles de empresas grandes y cientos de miles de pequeñas y medianas empresas, cada año: para ello debemos convocar y animar al mayor número posible de personas para que se lancen a la aventura de innovar, correr riesgos, contagiar a otros de sus sueños; en fin, se atrevan a señalar el camino con el paso propio.En México, tradicionalmente hemos olvidado y mal aprovechado el potencial que encierran las empresas pequeñas y medianas, o la "empresa media" como preferimos llamarla nosotros, donde mujeres y hombres valerosos realizan sus inquietudes creativas y emprendedoras. Estos mexicanos ya contribuyen con casi el cuarenta por ciento del empleo, las inversiones y la producción. Las crisis recurrentes no han sido capaces de desanimarlos, y con frecuencia, se sobreponen al fracaso para volver a empezar otra iniciativa empresarial, a pesar de la adversidad.
La política de estado que necesitamos para el fomento de estos establecimientos debe tener como finalidad convertir a todo México en tierra de oportunidades para los que tengan la energía y la decisión de probar sus proyectos en el mercado, donde sólo se triunfa con competitividad.
Las empresas competitivas florecen en países competitivos; donde las reglas son claras y estables, sin el temor de sucumbir ante prácticas monopólicas, abusos de autoridad o actos francamente ilícitos que además, permanecen impunes.
Por ello, para elevar la competitividad de México resulta urgente iniciar, además del cambio del sistema educativo, otros cambios estructurales de gran envergadura:
La Reforma Fiscal que facilite el pago de las contribuciones y promueva la inversión; la profundización de la Nueva Cultura Laboral y la reforma legal correspondiente; la apertura de todos los sectores de la economía y la reforma de las instituciones de seguridad pública.
La mejor Reforma Fiscal será aquella que por su sencillez y transparencia, propicie la seguridad jurídica, haga viable el abatimiento del sector informal, no estorbe a la inversión, al ahorro, a la creación de empleos; y que permita al gobierno recaudar lo necesario para cumplir con sus funciones.
El circulo virtuoso del avance económico comienza en la generación de riqueza, no en la capacidad del gobierno de cobrar impuestos, de recaudar mas, o de gastar más.
Se trata de hacer más grande el pastel, así, será más fácil y práctico pasar de una recaudación del 11 al 14 por ciento del PIB, en una economía grande y fuerte, que en una economía débil en la que el PIB, por persona está muy por debajo de los países con los que competimos.
A propósito de este tema, una contradicción con los postulados anteriores, generada por la demagogia o por otros intereses totalmente alejados del verdadero crecimiento y consolidación del aparato productivo nacional, y de los empleos ligados a él; es la pretensión de algún senador de la república, de incrementar las aportaciones patronales al INFONAVIT y con ello, los costos y las cargas de las empresas. Sólo para quienes operan fuera del mercado, para los cuales estas medidas no tienen significado, porque su actividad es subterránea o ilícita, pueden permanecer indiferentes ante el incremento absurdo del costo de crear empleos en el sector formal.
Como también resulta difícil de explicar, al comienzo de este gobierno, la modificación, mediante disposición administrativa, del régimen de pequeños causantes, la cual, independientemente de su pertinencia técnica, fue adoptada de manera unilateral, sin consulta alguna, generando descontrol e inseguridad jurídica; propiciando con ello, el incremento de la economía informal.
Sobre la Reforma Laboral que necesitamos, atrás han quedado los días en que se pretendía que la empresa es el lugar apropiado para practicar el odio, la lucha de clases, producto de ideologías que han quedado en la historia, sólo como un recuerdo no grato. Ahora nos preparamos trabajadores y empresarios para vivir una época de colaboración; en realidad ahora nuestro competidor está en el mundo, aquí tenemos que construir un ambiente laboral orientado hacia la generación de empleos, la capacitación de los trabajadores, la productividad y la competitividad.
Acabamos de regresar de una misión que organizó la Secretaría del Trabajo por Europa a la que asistimos: líderes sindicales, legisladores y empresarios, para conocer las experiencias del diálogo social y sus resultados. La experiencia fue sumamente enriquecedora, creo que es hora de iniciar un diálogo sincero, abierto, que nos conduzca a generar de manera consensuada: trabajadores y empresarios, una nueva ley federal del trabajo que actualice las realidades del mundo del trabajo, ante un nuevo México inmerso en una economía globalizada.
Otro cambio estructural es el de la apertura, en todos los sectores, a la inversión privada y a esquemas de competitividad; incluyendo todo el sector energético, dejando atrás esquemas anacrónicos e ineficientes.
Sólo así empresas públicas como PEMEX y la comisión federal de electricidad llegarán a ser empresas de clase mundial.
En este plano, la reforma al sector eléctrico resulta urgente. Al congreso de la unión le hacemos un llamado para sacar adelante, cuanto antes, la iniciativa correspondiente.
Esta apertura seguramente incrementará la inversión, la credibilidad y la confianza en el rumbo del país para el largo plazo.
Si hemos exigido apertura y libertad en la política, también debemos exigir apertura y libertad en el terreno económico.
El reto de la seguridad pública
Señor presidente, usted convocó, desde la ciudad de Tijuana, el pasado 31 de enero, a todos los mexicanos a la "Alianza Social contra la Delincuencia" y específicamente, a participar en el programa "Ojo Ciudadano", para evaluar el funcionamiento y cumplimiento de todas las instituciones de seguridad pública; porque gran parte del problema de impunidad de este país está dentro de sus instituciones, sobretodo por ciertos mecanismos de corrupción y grupos de complicidad.COPARMEX se suma públicamente a esta Alianza Social que usted propone: los Centros Empresariales están listos para participar en la evaluación de la procuración de justicia, especialmente para coadyuvar a que se cumplan las órdenes de aprehensión y que se hagan públicas aquellas derivadas de delitos graves, cometidos con violencia.
Nuestra posición es de respeto irrestricto a la ley y a la ética política. Sin ello, la transición de México en la que hemos puesto tantas esperanzas, caería en una regresión o colapso. Por eso nos preocupa que, por ejemplo, en el estado de Yucatán algunos, en su afán por mantener cotos y prebendas, fuera de la ley, desatienden un principio básico de la convivencia política: la vigencia del estado de derecho. Ahí, es dónde la sociedad calibrará el cambio: no aceptamos la negociación política a costa de vulnerar una sentencia inapelable y con ello, golpear a un poder de la federación que apenas está recuperando la credibilidad ante la sociedad. Una cosa es el federalismo y otra, muy diferente, el feudalismo.
El desacato de las autoridades de Yucatán podría sentar un peligroso precedente que repercutiría negativamente en las próximas elecciones que se efectuarán en distintas entidades del país llevándonos a un equilibrio precario e incierto
La COPARMEX con los centros empresariales de todo el país le damos nuestro apoyo, señor presidente, para que, como titular del poder ejecutivo federal, haga prevalecer el estado de derecho en Yucatán, mediante el apoyo efectivo de la función del poder judicial de la federación.
El reto de la creación de una nueva cultura política
El camino de solución a los graves asuntos que hemos señalado es, sin duda, la construcción de un marco de entendimiento político capaz de vencer resistencias y garantizar la viabilidad de los cambios estructurales que hacen falta.En este tema, el congreso de la unión tiene frente a sí la oportunidad histórica de consolidar la gobernabilidad democrática, la confiabilidad de las leyes y las instituciones. Esperamos que los legisladores actúen con responsabilidad política, con conocimiento de la realidad y de la importancia de la búsqueda de la justicia a través de las leyes. Por ello, en nuestro carácter de ciudadanos, consideramos a la participación, mediante propuestas y a nuestro ejercicio de cabildeo; como prioritarios en el quehacer de COPARMEX.
La agenda pendiente es inmensa e inaplazable: la Reforma Fiscal, la Ley Indígena, la Reforma Laboral, los cuellos de botella en la energía eléctrica... Son sólo algunos de los asuntos que el poder legislativo deberá abordar, no para deliberar interminablemente perdiendo un valioso tiempo, irrecuperable, sino para hacer los cambios necesarios que reafirmen al congreso de la unión como una institución confiable y dinámica, digna, en su momento, como se ha propuesto, de la reelección de sus miembros.
Pugnamos por una nueva cultura política que respete el estado de derecho, que instrumente una política económica de largo plazo, que asuma principios éticos en el ejercicio del poder público y que considere a la persona humana como el centro de atención de toda su gestión.
Para ello, debemos desmantelar los mecanismos de la vieja cultura política todavía presente en varias áreas de la administración pública, por lo que aplaudimos la protesta del código de ética, signado por el presidente y su gabinete, el primero de diciembre.
El reto de la participación
El 2 de julio del 2000 pasará a la historia, no sólo como el triunfo de un hombre, no sólo como el cambio de régimen y de partido en el gobierno, sino como el despertar esperanzador, responsable, participativo y exigente de una sociedad que empieza a tomar las riendas de la vida pública y de la vivencia democrática.En esta época de participación que esta surgiendo, afirmamos que efectivamente, como usted lo ha señalado, puede ser que "el presidente proponga y el congreso disponga", pero en cualquier caso, la sociedad, mediante una participación responsable y organizada, debe ser la que imponga su voluntad en la búsqueda del bien común.
Si no tenemos miedo, si la sociedad participa y empuja, la transición de México será un nuevo modelo paradigmático para el desarrollo y el progreso en el siglo XXI.
El reto de la paz
Muchos pensaron que la alternancia en México por la vía electoral y pacífica era imposible. Sin embargo, así fue. Ahora hemos de dar el siguiente paso de la transición con la paz como valor político fundamental, más en su concepción de armonía social que en el de la ausencia de guerra que afortunadamente en México no existe, sino en la imaginación de algunos utópicos y de quienes desde diversas tribunas, les hacen el juego; una paz digna, que surge de la voluntad de forjar una nación con justicia, desarrollo, unidad, libertad y respeto, en el marco de la ley.El proceso del que debe surgir el cambio hacia la democracia plena y el estado de derecho, es mucho más del orden moral que del proceso político. Ello implica, renunciar a la subcultura de la confrontación, de la guerra, de la violencia, de la demagogia y de la anarquía.
La paz es posible, es obligada, es un imperativo moral, tiene que ser posible.
Ciertamente, hay injusticias en México de las cuales todos somos corresponsables, nadie lo puede negar; no sólo entre los indígenas sino en numerosas comunidades marginadas, por lo cual, haciendo honor a nuestra historia y a nuestras obligaciones éticas de respeto a los derechos humanos de todos, sin distinción de razas; debemos superarlas.
Démosle el más rápido y armónico cauce a nuestro alcance a la construcción de una democracia plena, dando siempre la cara, por la vía cívico política y con verdaderas propuestas. Mientras más tiempo desperdicie México en disputas y polarizaciones, más oportunidades perderemos y más sufrirá el pueblo al que decimos querer servir.
Exigimos por ello a todos los actores políticos, incluyendo aquellos que se erigen en reivindicadores de los derechos de los indígenas mexicanos, que pongan el interés de México, el bien común de todos los mexicanos, por encima de sus protagonismos e intereses particulares.Al poder legislativo, a los partidos políticos y al gobierno de la república hagan su mejor esfuerzo para que a través del diálogo lleguen a acuerdos para incorporar a los indígenas al desarrollo.
Actitudes intransigentes y protagónicas da deben dejar paso a la búsqueda de consensos a través de la razón y la buena fe; la recta intención de los actores habrá de quedar al descubierto pues "Al agitar el cernidor -dice el libro de los libros- aparecen las basuras; en la discusión aparecen los defectos del hombre. En el horno se prueba la vasija del alfarero; la prueba del hombre esta en su razonamiento".
En México, como en el resto de la América Latina, no podemos olvidar lo que somos, nuestra identidad cultural, conformada por un mosaico riquísimo de pueblos que, desde nuestras raíces, extienden su vigorosa presencia hasta nuestros días, hecho este evidente en la multiplicidad de lenguas, usos y costumbres; que tienen su expresión, más universal, en un gigantesco fenómeno de mestizaje, no sólo racial, sino sobretodo cultural, en un subcontinente que ha sido insertado en la civilización occidental cristiana, con la mayor comunidad, que se comunica mediante el castellano y el lusitano como lenguas; en donde las nutridas poblaciones contemporáneas de cultura autóctona, son muestra incontrovertible, por contraste con la mayoría de otros procesos históricos; de la vigencia de principios filosóficos que preconizan el respeto a la dignidad de las personas, independientemente de su raza; todo ello, a pesar de los grises y negros de nuestra propia historia que no pueden opacar la realidad de un balance abrumadoramente positivo, del cual, los mexicanos nos sentimos legítimamente orgullosos.
No podemos y no queremos perder nuestra identidad ignorando nuestra historia. La defensa de los indígenas no comenzó hace cinco años sino hace cinco siglos; para liberarlos de sociedades teocráticas y despóticas que tenían a la gran mayoría como siervos y que ahora se pretenden idealizar en los humos de una ignorancia supina, o de una perversidad mal disimulada. Forman parte de esta historia nuestra, insignes defensores de los indios: Don Francisco de Vitoria, fundador del derecho internacional, Don Bernardino de Minaya, Don Antonio Montesinos, Don Bartolomé de las Casas, Don Juan de Zumarraga, Fray Toribio de Benavente, Motolinía; Don Vasco de Quiroga y muchos otros cuya relación resultaría interminable.
Por todo ello; bienvenidas las acciones encaminadas a la reconciliación y al diseño de formas novedosas de convivencia en el marco del derecho que rige a todos los mexicanos; pero un rechazo enérgico a posiciones de chantaje, que amenazan con la violencia: con la pretensión insensata de presionar al congreso y a nuestras instituciones sociales y políticas, mediante un protagonismo anarquista, con argumentos sofístas, que quieren superar la pobreza de su contenido con una demagogia irresponsable.
Que no quepa ninguna duda: para los mexicanos marginados o excluidos, sean indígenas, campesinos, obreros o de cualquier otra condición social, nuestra solidaridad y compromiso para trabajar por una sociedad con mejores oportunidades para todos ellos, mediante la educación, y el trabajo sin tregua.
Señor presidente; amigos empresarios, señoras y señores:
Patria etimológicamente quiere decir: tierra de los padres; en tanto que nación expresa más bien la idea de nacimiento y por tanto de filiación, de descendencia. La patria -tierra de los padres- es entonces ante todo un suelo, un territorio, es una cantidad de tierra, donde uno puede hablar una lengua y donde pueden reinar unas costumbres, un espíritu, y un culto, como dijera Peguy: "Es esa porción de tierra donde un alma puede respirar y un pueblo puede vivir". Por tanto la tierra de nuestros padres es por esencia una tierra humana y no sólo una porción de tierra física o geográfica. Es el suelo sobre el cual nuestros padres han marcado una huella, el suelo que cultivaron, sobre el que han edificado los monumentos, vestigios del pasado. Son las pirámides y las catedrales, los palacios y los torreones que han construido en el curso de los tiempos; son también las maravillas de la industria y de las artes, del pensamiento y del genio.
Por otro lado, decíamos que la nación se refiere más a los herederos, a la comunidad viviente de los herederos, por la idea de nacimiento y de filiación que expresa.
Pues bien, todo esto viene a cuento, porque en el mundo y en diferentes épocas ha habido patrias mediocres, sin grandes bienes materiales y espirituales, con una historia humilde, con un pasado oscuro: sin mayor esplendor en las artes, en la industria, en la literatura o en la filosofía, sin grandes jefes militares o políticos. En resumen una herencia muy pobre. Pero en cambio, tienen una altiva nación ardientemente adherida a este patrimonio, por pequeño que sea, dispuesto a hacer rendir ciento por uno lo que les han transmitido sus antepasados y así es como empiezan los grandes destinos colectivos. Por eso decía Tucides: "La fuerza de la ciudad no esta en sus murallas ni en su navíos, sino en el carácter de sus hombres"
Por desgracia hay también magnificas herencias que caen en manos de herederos indignos y en este caso la historia registra los mayores desastres, por que hay patrias ricas, colmadas por el creador de ricas tierras, ciudades y monumentos sagrados y profanos, de obras maestras en la literatura y en las artes, patrocinadores de descubrimientos admirables, sin embargo, todo esto puede caer en manos de una generación muelle, de un rebaño torpe. Tal es el caso de las naciones que no han sido dignas de una patria magnífica.
Yo creo que la hora de México ha llegado y que la presente generación tiene las agallas suficientes y el espíritu emprendedor para lograrlo. Esta sociedad que ha despertado, está dispuesta a aprovechar todo el legado recibido y toda la herencia para a través de la participación continua propositiva y exigente, haga de México el país del siglo XXI. Que en este siglo nosotros y los hijos de nuestros hijos podamos cantar con orgullo: "que en el cielo tu eterno destino, por el dedo de Dios se escribió".
A nadie esta permitido permanecer pasivo. Todos estamos llamados a construir este gran país. Pues todo cuanto hagamos o dejemos de hacer, nos afecta a todos comenzando consigo mismos. Por mi parte, con la ayuda de dios y de mi familia pondré todo, para honrar la confianza otorgada por los socios de la COPARMEX .
Ahora entendemos con John Doone: "Nadie es una isla, completo en si mismo, cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, todo el continente queda disminuido; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad, y por consiguiente, nunca habrás de preguntar por quien doblan las campanas...doblan por ti".
Muchas gracias