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LA EQUIDAD LABORAL EN LA INDUSTRIA MAQUILADORA
UNA AGENDA PENDIENTE *

Dip. Fed. Maricruz Montelongo Gordillo

 

Señores secretarios generales integrantes de la Dirección Colegiada de la UNT; Compañeras y compañeros:

Para mí es un gran honor participar en este "Primer Foro de Equidad y Género", organizado por la Unión Nacional de Trabajadores y la Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios, a quienes agradezco su gentileza por la invitación.

Afirmo que es un privilegio compartir este Foro con mujeres y hombres que solidariamente buscan hacer efectiva la equidad, la igualdad, la visibilidad pública y el reconocimiento social hacia las mujeres, porque es un espacio que nos permite rendir un homenaje a las luchadoras que cayeron masacradas el 8 de marzo de 1857 en Nueva York, por exigir igualdad de oportunidades y de trato en el trabajo. Asimismo, porque ésta es una extraordinaria ocasión para recordar que existen millones de mujeres que luchan incansablemente por construir un país más equitativo y justo, un país de mejores familias y mejores hogares; un país desarrollado, democrático e incluyente donde como género humano podamos vivir con dignidad.

Compañeras y amigas:

Hablar de la situación de las trabajadoras de la industria maquiladora en México es referirnos a una problemática en la que conviven, de manera contradictoria, el cambio tecnológico, la flexibilidad, la productividad y la destreza de la fuerza laboral femenina, con formas de explotación inhumanas que atentan contra los derechos humanos y sociales de más de 1 millón de obreras que laboran en casi 4 mil empresas textiles, electrónicas, jugueteras y automotrices instaladas en los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Baja California, Guanajuato, Querétaro, Jalisco y Nuevo León. Etc.

Analizar las condiciones laborales prevalecientes en este sector, igualmente, obliga a denunciar la segregación que sufren miles de mujeres jóvenes, jefas de familia, madres solteras y mujeres migrantes quienes, dada su precariedad económica o ante la necesidad de fortalecer sus ingresos familiares, aceptan insertarse en un mercado laboral inequitativo donde la condición de género constituye un elemento discriminatorio que, por una parte, se expresa en baja remuneración, subcontratación, jornada laboral extenuante, hostigamiento sexual y restricción de derechos colectivos, sociales y prestacionales y, por otra, vulnera los principios de democracia, igualdad y justicia por los cuales ha luchado un movimiento amplio y plural de mexicanas y mexicanos.

Aunado a todas esas adversidades, la población femenina que labora en la maquila enfrenta la exigencia de presentar un certificado de no gravidez como requisito indispensable para obtener y mantener el empleo, lo cual lesiona el ejercicio pleno de sus derechos reproductivos.

Frente a este panorama, hoy más que nunca es imprescindible convocar, en un marco de respeto, a las organizaciones empresariales, sindicales, a los partidos, a los legisladores, a las instituciones y a la sociedad civil en general para asumir, juntos, un compromiso para combatir y erradicar la violencia, la inseguridad, el hostigamiento sexual y la discriminación laboral hacia las trabajadoras de las maquilas. El desafío es construir, entre todos y todas, un desarrollo nacional con rostro humano.

Esto nos impone la necesidad de avanzar en la construcción de consensos que nos permitan arribar a una gran acuerdo nacional por la equidad y la justicia para revalorar y dignificar el trabajo de las mujeres en la industria maquiladora, el cual debe ser extensivo a las trabajadoras ocupadas en los servicios, en la actividad agropecuaria y agroindustrial, en la economía informal y en otros espacios de la actividad económica. Desde esta perspectiva, es imperativo promover una Política de Estados sustentada en los derechos sociales consagrados por la Constitución y en los Convenios y Recomendaciones formulados por la OIT que han sido suscritos y ratificados por nuestro país.

Asimismo, todos los actores sociales y políticos estamos emplazados a encontrar una fórmula que permita instrumentar políticas que corresponsabilicen al Estado, a los empresarios nacionales y extranjeros, a las organizaciones sindicales, a los trabajadores y a la sociedad, a construir una cultura laboral que, sin detrimento de la competitividad y la productividad, fomente acciones afirmativas:

  • Que combatan y erradiquen la discriminación laboral y salarial por la condición de género, y propicien el acceso efectivo de las mujeres a la salud, la seguridad social y la vivienda.
  • Que garanticen la efectiva aplicación e impartición de la justicia contra quienes agredan física, psicológica y emocionalmente a las trabajadoras.
  • Que promuevan programa integrales de formación y capacitación para el trabajo, especialmente dirigido a mujeres jóvenes sin experiencia laboral previa, desempleadas, indígenas, campesinas y empleadas domésticas.
  • Que penalicen con mayor rigor el hostigamiento sexual en el trabajo, favoreciendo una reglamentación que proteja a la víctima, y sancione tanto al agresor como a quienes lo encubran.
  • Que amplíen y fortalezcan instancias de denuncia y queja en el interior de las empresas e instituciones, y generen formas de protección de las trabajadoras frente a las represalias.
  • Que sancionen a empleadores que exijan el certificado de no gravidez como requisito para la contratación y a aquellos que, por motivos de embarazo, despidan a las trabajadoras.
  • Que fortalezcan la prestación de servicios sociales para apoyar a las mujeres trabajadoras de la maquila, ampliando y mejorando la red de guarderías, los centros de atención infantil con horarios flexibles, modificando los criterios de admisión y permanencia de los menores.
  • Que incorporen la perspectiva de género en la legislación laboral y en las políticas públicas.

Amigas y amigos:

Antes de concluir estas breves reflexiones, permítanme expresar, respetuosamente, que en el centro de la agenda de un sindicalismo moderno comprometido con la materia de trabajo y con las causas de sus agremiados debe estar, además, el fortalecimiento de una cultura democrática que favorezca la igualdad y equidad de géneros en todas las decisiones, los espacios de participación y de representación sindicales.

En pleno siglo XXI no podemos ni debemos admitir las posiciones y las prácticas que conciben el mundo sindical como un espacio de exclusión para la mujer. Por el contrario, parafraseando a Alain Touraine, uno de los retos del futuro inmediato es aprender a convivir juntos.


* Intervención de la diputada Maricruz Montelongo Gordillo en calidad de Secretaria de la Comisión de Participación Ciudadana en el "1er Foro de Equidad y Género", organizado por la UNT y la Fesebs, celebrado el 8 de marzo de 2001.