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PROPOSICIÓN CON PUNTO DE ACUERDO PARA CELEBRAR LA

IV CONVENCIÓN NACIONAL HACENDARIA

C. Diputado Ricardo García Cervantes

Presidente de la Junta directiva de la H. Cámara de Diputados:

Con fundamento en el Artículo 71, fr. II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, arts. 55, 58 y 59 del Reglamento para el gobierno interior del congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, los suscritos CC. Diputados miembros de los distintos grupos parlamentarios sometemos a esta soberanía un conjunto de consideraciones y una proposición relativas a la reforma fiscal integral entregada por el ejecutivo federal, para lo cual no apoyamos en las siguientes:

C o n s i d e r a c i o n e s

Antecedentes

En 1925, 1933 y 1947 se llevaron a cabo convenciones nacionales fiscales cuya finalidad fue estructurar un sistema de coordinación impositiva entre los gobiernos estatales y el gobierno federal y aprovechar al máximo las fuentes tributarias. Se pretendía delimitar los campos impositivos de los tres órdenes de gobierno, simplificar impuestos, evitar múltiples pagos de los contribuyentes por una misma actividad y establecer mecanismos para financiar los presupuestos de los tres órdenes de gobierno. De manera paralela se realizaron también convenciones fiscales de causantes quienes como parte intervinieron también en la definición de dichas políticas.

Los resultados de esas políticas sirvieron básicamente para que los gobiernos estatales renunciaran a exigir un impuesto y recibir a cambio una parte de los ingresos que se obtuvieran. Este mecanismo diseñado para lograr una política económica común culminó en el abandono de la autonomía financiera de los estados y la aprobación por el gobierno central de la soberanía de los recursos.

Este fenómeno ocurre, no de manera gratuita, para fortalecer la construcción, desde sus inicios, de un estado nacional posrevolucionario cuya hegemonía era ejercida por un régimen que centralizó todos los órdenes de la vida nacional, uno de cuyos ejes fue la concentración de recursos y la subordinación de estados y municipios. Un régimen de partido de estado, que perduró hasta hace poco y un sistema de coordinación fiscal aún vigente.

Los límites del Sistema de Coordinación Fiscal

El grado de dependencia de los gobiernos estatales y municipales llegó a tal punto en que no es posible continuar con el actual sistema. La dependencia financiera de los estados respecto del gobierno federal es de un 60% de sus ingresos, mientras en otros países llega a 43%. La deuda pública de estados y municipios, incluido el Distrito Federal asciende a poco más de 90 mil millones de pesos. Ciertamente, las transferencias a estados y municipios han crecido en los últimos años, pero ello ha acentuado el grado de dependencia de los estados y municipios. Existe un proceso de descentralización con el que no estamos de acuerdo porque se han transferido responsabilidades a las entidades sin concluir su ciclo de financiamiento pues las entidades aportan parte de esos gastos sin tenerlos, sin embargo, las políticas y las normas continúan definiéndose por el gobierno federal. Por ello debe revisarse y establecer políticas conjuntas. Para poner solo un ejemplo: Del total del ramo 33 el 65 por ciento de ese gasto se destina a educación. Sin embargo, ¿son convenientes los criterios hasta ahora utilizados para distribuir ese recurso? ¿Cuál es el impacto que debe tener en el desarrollo regional y nacional? ¿Cuál es el papel que los gobierno estatales y municipales debemos jugar en el proceso educativo nacional? Consideramos que debe ponerse un tope al alto grado de centralización de los recursos pro parte del gobierno federal, si las participaciones han sido un mecanismo de distribución del ingreso deben revisarse en su porcentaje, en su composición y en las fórmulas de distribución de estas.

El actual sistema somete a nuestro gobierno a una situación de rigidez par definir nuestros presupuestos pues dependen como ya hemos señalado de los recursos del gobierno central, los contribuyentes desconocen en qué se gastan sus impuestos; cualesquier alteración a la baja en la recaudación federal genera un impacto sensible en las finanzas estatales; cuando se ha generado una amenaza contra las entidades llamada de la suma cero: cualesquier modificación al mecanismo de distribución de los ingresos para favorecer a lagunas entidades y los municipios. Ha generado mayor pobreza nacional que ha subordinado el desarrollo regional y ha acentuado la desigualdad.

Asumimos que para recuperar la autonomía financiera de estados y municipios, debemos poner más atención en fortalecer los recursos propios; debemos redefinir sus potestades tributarias, hacer más eficiente el rendimiento de las fuentes tributarias locales, pero también consideramos que es necesario precisar las relaciones fiscales entre los poderes públicos, particularmente con el gobierno federal, consideramos necesario renovar nuestra visión del desarrollo nacional par definir cual es el objetivo de incrementar la recaudación.

La reforma hacendaria en puesta como se ha planteado desde el gobierno anterior debe analizar postemas del ingreso, del gato, la deuda pública, y el patrimonio. Desde ahora manifestamos nuestra disposición a participar activamente con el concurso de todos los actores políticos. Debemos trascender la idea de que se trata de una simple reforma para incrementar impuestos y obtener mayor recaudación. Para nosotros, significa desarrollar la reforma del estado nacional, la renovación de nuestra visión del desarrollo nacional y restablecer en nuestro país la vigencia de un verdadero estado democrático, federalista, acorde a la realidad que se construye en nuestro país.

El federalismo hacendario, un asunto de todos

Un federalismo renovado tiene que caminar sobre la base de la cooperación y la solidaridad de todas sus partes y con el objetivo de fortalecer a la unión federal.

Para avanzar en el federalismo hacendario como lo requiere el país debemos asumir las siguientes premisas:

En la integración de los poderes públicos de nuestro país la pluralidad sin una mayoría dominante ofrecen la gran oportunidad para transitar de un régimen centralizado a otro donde se devuelva el poder a los ciudadanos y a sus gobierno locales; arribar a un auténtico régimen federal que es aspiración histórica de la lucha democrática del pueblo de México.

Se trata de un proceso de reforma del estado y no sólo de una política de incremento de recursos al erario público.

Por lo tanto, el tema de la reforma hacendaria no puede resolverse solo entre el poder ejecutivo y el poder legislativo. Pretender llevarlo a cabo de esa manera produciría inconformidad. Por el contrario, será posible bajo un acuerdo con los poderes locales constituidos y con el mayor número de actores posible.

Los propios gobiernos estatales requieren su propio acuerdo pues aunque es común su problemática, entre ellos existen diferencias de apreciación. Es indispensable generar el espacio adecuado, para que sin diferencias de corte partidario apostemos al mandato de nuestros gobernados de fortalecer nuestras soberanías estatales y fortalezcamos el federalismo de que somos parte.

La reforma hacendaria implica reconocer la desigualdad en la distribución de los recursos y afecta a todas las entidades, pero que tome en cuenta también la recuperación de las zonas más atrasadas, que el proceso de descentralización requiere una estrategia y una política común. Se requiere un a cuerdo común para decidir qué hacer con la deuda pública y con nuestro patrimonio.

CONVOCATORIA A LA IV CONVENCIÓN NACIONAL HACENDARIA

De acuerdo a los hechos históricos, la celebración de las convenciones fiscales sirvieron para fortalecer a un estado nacional y duró hasta el cierre de su ciclo la historia de nuest4ro país que aún con concluye. Consideramos conveniente la realización de la IV Convención Nacional Hacendaria la que por su carácter democrático buscaría arribar a acuerdos nacionales que se traduzcan posteriormente en instrumentos legales válidos para todos. Con una realidad política plural, con el crecimiento de una ciudadanía que exige cada vez más de sus gobernantes, con un ejercicio democrático cotidiano y que se profundiza, a este encuentro nacional deben acudir los gobierno estatales, municipales, lo representantes de las legislaturas estatales y del Congreso de la Unión así como el poder ejecutivo y el poder judicial. Esta IV Convención Nacional podría celebrarse durante el mes de mayo del presente año. Desde ahora, exhortamos al H. Congreso de la Unión y al Jefe del ejecutivo considerar esta propuesta a fin de que en su agenda legislativa pudiesen programar las labores y el calendario de actividades en función de esta iniciativa. Lo propio se haría consecuentemente en los honorables Congresos estatales.

La agenda de esta IV Convención Nacional Hacendaria podría, sin ser exhaustiva, la siguiente:

¿Qué país queremos? ¿Qué federalismo? ¿Cómo concebimos el desarrollo nacional?. Coherencia entre visión del desarrollo regional y nacional y la asignación de los recursos públicos.

Nuevas relaciones entre los poderes públicos. Potestades tributarias, descentralización, política de gasto, coordinación hacendaria.

Deuda pública y patrimonio, distribución de los recursos públicos.

Con ello contribuiríamos destacadamente en la construcción del consenso nacional, de la legitimidad y por tanto a la transición política y democrática que nuestros compatriotas demandan.

Por lo antes expuesto, y con apoyo en el artículo 58 del Reglamento General de los Estado Unidos Mexicanos, proponemos a esta Honorable Asamblea, el presente

Punto de acuerdo

Primero.- La H. Cámara de diputados del Congreso de la Unión convoca a los poderes de los tres niveles de gobierno: Federal, Estatal y Municipal, así como a los funcionarios fiscales de todo el país, para celebrar en el mes de mayo a la IV Convención Nacional Fiscal, en los términos expuestos en los considerandos del presente.

Palacio Legislativo de San Lázaro abril de 2001.