Arabia Saudita
´Arabiyah as-Sa´udiyah

Población: 17.985.000 (1994).
Superficie: 2.149.690 Km2
Capital: Riyadh (Ar-Riyad) (capital real).
Moneda: riyal saudita.
Idioma: árabe.

 

La Sociedad

Pueblo: Los sauditas son de origen árabe, con cierta influencia étnica de los esclavos traídos de Africa. En los últimos años se ha producido una intensa inmigración (4,6 millones, según el último censo, en 1992) sobre todo iraní, pakistaní y palestina en las nuevas zonas industriales del este, llevando el total de extranjeros a unos cinco millones (1992).

Religión: Islámica, oficial (sunnitas y ortodoxos wahabi, 98,8 %; chiítas). Cristiana (0,8 %).

Idiomas: árabe.

Partidos políticos: No están permitidos

Organizaciones sociales: No están permitidas.

El Estado

Nombre oficial: Al-Mamlaka al-Arabiya as-Saudiya.

Divisón administrativa: 5 regiones y 14 distritos.

Capital: Riyad (sede real), 1.380.000 hab. (1986).

Otras ciudades: Jiddah (sede administrativa), 1.210.000 hab.; Makkah (La Meca) -sede religiosa-, 550.000 hab.

Gobierno: Monarquía absolutista. Rey Fahd ibn Abd al-Aziz as-Saud, Jefe de Estado y de Gobierno (desde el 13 de junio de 1982). Consejo Consultivo, con funciones asesoras.

Fiesta nacional: 23 de setiembre, día de la Unificación Nacional (1932)

Fuerzas armadas: 105.000 (más 57.000 activos de la Guardia Nacional).

Paramilitares: Guardia de Fronteras, Guardia Costera y Fuerza Especial de Seguridad:15.500.

Demografía

Población urbana: 79% (1995).

Crec. anual: 0,5% (1992-2000).

En al año 2000: 22.000.000.

Hijos por mujer: 6,4 (1992).

Salud

Un médico cada 704 hab. (1988-91).

Mortalidad infantil (menores de cinco años): 36 cada 1.000 (1994).

Consumo de calorías: 106% de lo requerido (1995).

Agua potable: 95% de la población tiene acceso (1990-95).

Educación

Analfabetismo: 37% (1995).

Tasa de inscripción escolar: Primaria (1993): 73% mujeres, 73% varones. Secundaria (1993): 43% mujeres, 54% varones. Universidad: 14% (1993).

Docentes de primaria: uno cada 14 estudiantes (1992).

Comunicaciones

101 diarios (1995), 108 televisores (1995) y 104 radios por 1.000 hogares (1995).

9,1 teléfonos cada 100 habitantes (1993).

Libros: 85 títulos cada 1.000.000 de habitantes en 1995.

Economía

PNB per cápita: US$7.050 (1994).

Crec. anual: -1,70% (1985-94).

Inflación anual: 2,80% (1984-94).

Indice de precios al consumidor: 100 en 1990; 105,6 en 1994.

Moneda: 4 riyales saudíes = 1US$ (1994).

Cereales importados: 5.186.000 tons. métricas (1993).

Uso de fertilizantes: 1.438 kgs. por há. (1992-93).

Exportaciones: US$38.600 millones (1994).

Importaciones: US$22.796 millones (1994).

Energía

Consumo: 4.744 kgs. de Equivalente Petróleo per cápita anualmente (1994), -435% importado (1994).

El Ambiente

Ocupa alrededor del 80 % de la península arábiga. Esta presenta dos grandes depresiones desérticas:en el norte, Nefud Mayor; y en el sur, Rub-Al-Jali. Entre ambas se encuentra el macizo volcánico de Neyed y la llanura de Hass, única región fértil del país, donde se cultivan trigo y dátiles, gracias a las escasas lluvias invernales. Con menos de 0,3% de su territorio cultivado, el país importa 90% de los productos agrícolas que consume. La explotación petrolera, concentrada en las costas del Golfo Pérsico, constituye la base de su enorme riqueza.

La intensa actividad vinculada con el comercio de petróleo aumentó los niveles de contaminación del agua y en las costas (esta situación se agravó durante la Guerra del Golfo Pérsico: 640 kilómetros de playas y pantanos fueron anegados por el derrame de 4,5 millones de barriles de petróleo; miles de peces y de aves migratorias perecieron; la limpieza, a cargo de la ONU, insumió al reino un costo de 450 millones de dólares).

El sector agrícola consume grandes cantidades de agua a través de un vasto sistema de irrigación artificial. Ambientalistas han advertido sobre la escasez del recurso hídrico debido a su lenta reposición. Informes en ese sentido, han estimado que de continuarse el ritmo de utilización acuífera, el recurso se agotará en una o dos décadas.

ARABIA INGRESÓ A LA ÓRBITA de la civilización asiática occidental a fines del tercer milenio a.C. y el tráfico mercantil de caravanas entre Arabia meridional y la Media Luna Fértil comenzó hacia mediados del segundo milenio a.C. La domesticación del camello, aproximadamente en el siglo XII a.C., facilitó las travesías por el desierto y dio origen a una sociedad floreciente en Arabia meridional, que se desarrolló en torno al estado de Saba (Sheba). Ya en el siglo XXIV a.C., la región oriental de Arabia, la isla de Dilmun (Bahrain), se había convertido en un pujante lugar de pasaje entre Mesopotamia, Arabia meridional e India. Cuando los pueblos del Mediterráneo aprendieron a sacar ventajas de la peridocidad de los vientos monzones del Océano Índico, hubo un florecimiento de las relaciones comerciales en la región.

Romanos y bizantinos comenzaron a tener un importante intercambio con los puertos norteños del Mar Rojo y Arabia meridional, llegando incluso más allá de India. En los siglos V y VI d.C., las sucesivas invasiones de los etíopes cristianos y la resistencia de los reyes sasánidas provocaron el desmembramiento de los estados de Arabia meridional.

2 En el siglo VI, la casa Quraysh, casa noble y sacra de la confederación de los Hejaz, que controlaba el enclave sagrado de la Meca, logró una serie de acuerdos con las tribus del norte y del sur, a cuyo amparo las caravanas se movieron libremente desde la costa de Yemen, en el sur, a la Meca, y de allí al norte, a Bizancio, o al este, a Irak. Pero, además, los miembros de la casa Quraysh de 'Abd Manaf establecieron pactos con Bizancio, Persia y soberanos de Yemen y Etiopía, promoviendo el comercio fuera de Arabia. La casa 'Abd Manaf pudo efectuar esos acuerdos debido a la posición superior de los Quraysh con relación a las tribus, en la medida que su calidad de señores del templo de la Meca (Ka'bah) los revestía de cierto carácter sagrado. Los Quraysh eran conocidos como los Vecinos Protegidos de Alá, y a las tribus en peregrinaje a la Meca se les llamaba los Huéspedes de Alá.

3 En su enclave, la casa Quraysh estaba a resguardo de ataques; dirimía las controversias entre las tribus, adquiriendo con ello al menos preeminencia local y aparentemente cierto tipo de hegemonía laxa sobre muchas tribus árabes. La Ka'bah, con el agregado de otros cultos, terminó siendo el templo de todos los dioses, el culto de algunos de los cuales tal vez estuvo vinculado a acuerdos políticos entre los Quraysh -adoradores de Alá- y las tribus.

4 Muhammed (Mahoma) nació en el 570, en la rama hachemita de la casa noble de 'Abd Manaf. Si bien quedó huérfano a una edad muy temprana y por lo tanto tuvo escasa influencia en su clan, nunca le faltó la protección del grupo. Su casamiento con una viuda rica hizo mejorar su posición como mercader, pero comenzó a dejar su impronta en la Meca predicando la fe monoteísta en Alá. Rechazado por los señores Quraysh, Mahoma buscó infructuosamente la integración a otras tribus, hasta que finalmente logró negociar un pacto con los jefes tribales de Medina por el cual obtenía su protección y se convertía en jefe teocrático y árbitro de la confederación tribal de Medina (ummah). Los Quraysh que lo siguieron fueron conocidos como muhajirun (refugiados o emigrantes), mientras que sus aliados de Medina fueron denominados ansar (seguidores). El calendario musulmán tiene como punto de partida la hijrah (hégira), momento en que Mahoma se traslada a Medina en el 622 d.C.

5 Los hombres de Mahoma atacaron una caravana Quraysh en el 624 d.C., quebrando así el sistema de seguridad vital establecido por la casa 'Abd Manaf y dando inicio a las hostilidades contra sus parientes de La Meca. En Medina debió hacer frente a dos problemas: la necesidad de desempeñar su papel de árbitro y por otro lado conseguir respaldo para sus acciones contra la casa Quraysh. Logró superar la oposición interna, eliminando en el intento a tres tribus judías cuyas propiedades distribuyó entre sus seguidores. Externamente, su poder en ascenso quedó demostrado cuando declaró a Medina su enclave sagrado luego de que los Quraysh fracasaran en su intento de apoderarse de la ciudad. Mahoma desbarató la ofensiva de los Quraysh y marchó hacia La Meca, y luego de tomarla en el 630 d.C. se convirtió en señor de los dos enclaves sagrados. No obstante, aún cuando quebrantó el poder de algunos señores de la casa Quraysh, su política a partir de entonces fue la de reconciliarse con sus parientes Quraysh.

6 Después de la entrada de Mahoma en La Meca, las tribus vinculadas a la casa Quraysh vinieron a negociar con él y a aceptar el Islam, lo cual significó algo más que renunciar a sus deidades locales y adorar a Alá en exclusiva. Tuvieron que pagar tributo, si bien eso no era nuevo porque los jefes tribales ya lo hacían para proteger el enclave de La Meca. Es muy probable que muchos de las tribus quisieran realmente adherir al ganador. A partir de ese momento, el Islam estuvo destinado a desempeñar un papel mundial. En la época de los sucesores de Mahoma, el ímpetu expansionista de las tribus, temporariamente unidas en torno al núcleo de los dos enclaves sagrados, coincidió con la debilidad de Bizancio y la Persia sasánida. Las tribus convocadas en torno a las banderas del Islam lanzaron una carrera de conquistas que prometía satifacer el mandato de su nueva fe así como el deseo de botines y tierras. Reunieron sus familias y sus ganados y abandonaron la península. Toda Arabia fue afectada por la magnitud de esos movimientos demográficos; en Hadhramaut posiblemente fueron la causa del descuido de las obras de riego, que provocó la erosión de tierras fértiles. En Omán también, cuando las tribus árabes desalojaron a la clase dominante persa, su complejo sistema de riego aparentemente se vio severamente afectado. A mediados del siglo VII, muchos árabes omaníes se dirigieron a Basra (en Irak), donde formaron el influyente grupo Azd. El Islam árabe reemplazó la influencia persa en el distrito de Bahrain, en la provincia Al-Hasa -en el noreste- y en Yemen.

7 Las conquistas llegaron a tierras muy lejanas, pero todo el producto de sus incursiones era volcado a las Ciudades Santas (La Meca y Medina), con lo cual éstas se transformaron en poderosos centros de una sofisticada cultura árabe. Medina pasó a convertirse en un centro de estudio del Corán, de la evolución de la ley islámica y de los antecedentes históricos. Bajo los califas, sucesores de Mahoma, el Islam comenzó a adquirir su forma característica; paradójicamente, y durante siglos, muy pocos fueron los cambios experimentados en la vida árabe fuera de las ciudades. Tras la muerte del profeta, Omar, el segundo califa, dirigió la conquista árabe. En diez años los árabes ocuparon Siria, Palestina, Egipto y Persia. Con Muawiya, el califato se tornó hereditario en la familia de los ummaias y los árabes se convirtieron en una casta privilegiada que gobernó sobre las naciones conquistadas.

8 En el siglo VIII, las fronteras del imperio árabe se extendieron desde África del Norte y España, en occidente, a Pakistán y Afganistán en el este. Al trasladarse la capital a Damasco, Siria se convirtió en centro cultural, político y económico del imperio, y allí se sentaron las bases de una nueva cultura, que recogió elementos grecorromanos, persas e indios para fundirlos en un conjunto original en el que las ciencias ocuparon un papel muy importante. Contrariamente a las expectativas de Mahoma, la península arábiga volvió a ser un territorio marginal dentro del enorme imperio, excepto en el plano religioso. La Meca no igualó jamás a Bagdad o Damasco en importancia socioeconómica y cultural, pero continuó siendo el centro del Islam y el destino hacia el cual afluían multitudinarias peregrinaciones de todos los rincones del mundo.

9 Esta situación permaneció incambiada durante siglos: el imperio se dividió, la capital se trasladó a Bagdad, los califas perdieron el poder real, que pasó a manos de sus visires, mientras en el plano cultural la civilización árabe alcanzaba los más altos niveles en todos los campos del conocimiento y la creación artística. El árabe se convirtió en la lengua común a las personas cultas, de Portugal hasta la India. Pero en la tierra que fue cuna de todo ese desarrollo nada se había modificado: las tribus nómadas continuaban pastoreando sus rebaños, las sedentarias mantuvieron su actividad comercial y las rivalidades entre ellas frecuentemente se dirimían en guerras locales. Como en la época de Mahoma, el crecimiento demográfico se canalizaba hacia la conquista, con la emigración de comunidades enteras, como los Bani Hilal del siglo XI. Sin duda, el tráfico de caravanas para abastecer La Meca y sus escalas se hizo mucho más intenso, así como el movimiento portuario, en función del comercio con África (ver recuadro en Tanzania: "La cultura Zandj"). La actividad marítima también aumentó, pero eso no cambió sustancialmente el modo de vida de las comunidades árabes, como no lo hizo la dominación egipcia, con Saladino o los mamelucos, ni la conquista otomana del siglo XVI, que se prolongó hasta el siglo XX sin modificar la estructura socioeconómica.

10 Las provincias de Hidjaz y Asir, sobre el mar Rojo, permanecieron en poder de los otomanos, aunque con razonable autonomía, debido al prestigio religioso de los jerifes de La Meca, descendientes de Mahoma. El interior, con Riyad como centro, se convirtió en el emirato del Najd (Nejed) a fines del siglo XVIII, por obra de la familia Saud apoyada en la secta wahabita (conocida como los "puritanos del Islam"). Un siglo después, con ayuda turca, el clan Rachidi expulsó del poder a Abd al-Raman ibn Saud, que debió exilarse en Kuwait. En 1902 su hijo Abd al-Aziz, nuevamente con apoyo wahabita, organizó una cofradía religioso-militar, la Ikhwan, en la que consiguió encuadrar cerca de 50.000 beduinos para invadir el Najd. Doce años después los sauds derrotaron a los rachidis y anexaron la región de Al-Hasa, sobre el golfo, que estaba bajo dominio directo de los turcos, contra los cuales las fuerzas de Saud lucharon durante la Primera Guerra Mundial. Al terminar la conflagración, Inglaterra -potencia dominante en la región- se encontró en una situación difícil: a cambio de su ayuda contra los turcos, había prometido a Abd al-Aziz ibn Saud garantizar la integridad de su estado; pero por el mismo motivo había prometido a Hussein ibn Alí, jerife de La Meca, hacerlo rey de un estado que abarcaría Palestina, Jordania, Irak y la península arábiga.

11 El emir del Najd esperó algún tiempo, pues parecía claro que los ingleses no cumplirían lo prometido a Hussein: un estado tan poderoso, que tuviera al frente a la familia del Profeta y como capital la ciudad santa, alteraría cualquier equilibrio regional. Pero cuando en 1924 Hussein se autoproclamó califa (ver historia de Jordania), Abd al-Aziz invadió su territorio, pese a la oposición inglesa, y en enero de 1926 fue proclamado rey del Hidjaz y sultán del Ndj en la gran mezquita de La Meca. En 1932, el "reino del Hidjaz, del Najd y sus dependencias" fue formalmente unificado con el nombre de Arabia Saudita.

12 En 1930 el monarca concedió a las compañías estadounidenses permiso para llevar a cabo actividades de prospección de petróleo. A su muerte, ocurrida en 1953, su hijo Saud dilapidó las rentas del reino provenientes de la Arab-American Oil Company (Aramco) en palacios, harenes, automóviles lujosos y en los casinos de la Riviera francesa. El país estaba al borde de la bancarrota cuando Saud fue derrocado en 1964 por su hermano Faisal, hábil diplomático y también valiente guerrero en las luchas de su padre. Monógamo, profundamente religioso y austero hasta el ascetismo, Faisal recuperó la economía y comenzó a aplicar parte de los "petrodólares" en ambiciosos programas de desarrollo, aunque sin alterar la pirámide feudal, encabezada por el monarca autócrata. Por debajo suyo, los emires gobiernan las provincias, apoyándose en los jefes de tribu y sus ejércitos del desierto. Las otras capas de la población (comerciantes, intelectuales, trabajadores nacionales y extranjeros, soldados, policías y mujeres) no tienen injerencia en el gobierno.

13 La religiosidad de Faisal lo llevó a rechazar de plano a la Unión Soviética y todo lo que estuviera teñido de ateísmo, incluso las experiencias socializantes de Nasser en Egipto y el baasismo de Siria e Irak. Pero la estratégica alianza "natural" con los Estados Unidos comenzó a ser puesta en tela de juicio ante la evidencia del creciente respaldo de ese país a Israel a partir de la guerra de 1967 (Faisal solía decir que su único sueño era poder rezar un día en la mezquita de Omar, en una Jerusalén liberada) y por la rivalidad con el vecino sha de Irán, que también desempeñaba a los ojos de Washington un papel de "gendarme" de la región.

14 Durante la guerra árabe-israelí de 1973, Faisal apoyó el embargo petrolero a los países que apoyaban a Israel, Estados Unidos en primer lugar. La brusca escasez de combustibles creó las condiciones para que la OPEP cuadriplicara el precio del petróleo en pocos meses, inaugurando una nueva era en las relaciones internacionales. Faisal fue asesinado el 25 de marzo de 1975 por un sobrino al parecer demente. Lo sucedió en el trono su hermano Khaled, casi inmovilizado por una enfermedad reumática, por lo que la responsabilidad de conducir el reino en la era de la superabundancia recayó sobre su hermano menor, el príncipe heredero Fahd ibn Abdul Aziz.

15 Los ingresos petroleros, que sumaban 500 millones de dólares al año cuando asumió Faisal en 1964, eran de casi 30 mil millones a su muerte. Ese mismo año el Bank of America cerraba su balance con activos de 57.500 millones y Alemania Federal exportaba por valor de 90 mil millones, lo que demuestra que mucho se ha exagerado el poderío saudita, en comparación con los países verdaderamente poderosos. Pero son cifras astronómicas para el Tercer Mundo: tres veces el ingreso nacional de Egipto, cuya población es ocho veces mayor.

16 En 1967 Arabia Saudita adquirió control accionario sobre la Aramco. El consorcio de empresas norteamericanas que la integran (Exxon, Socal, Texaco y Mobil Oil) gradualmente fue cediendo lugar a la estatal Petromin. Por todos lados florecían nuevas ciudades, universidades, hospitales, autopistas y mezquitas. Pero aún así el dinero que entraba era más que el que podía ser gastado. En vez de reducir la extracción de petróleo al nivel de sus necesidades reales (lo que hubiera evitado la baja de precios y el debilitamiento de la OPEP en los años ochenta) se acumularon fortunas en los bancos occidentales. Con ello Arabia Saudita ligó aún más su destino con el del mundo capitalista industrializado. Y al mismo tiempo creó una superabundancia de dinero en oferta, que los bancos pasaron a colocar irresponsablemente en el Tercer Mundo, dando origen a la crisis de la deuda externa de 1984-85, cuando los intereses volvieron a subir.

17 La denuncia de grupos de musulmanes fundamentalistas contra la presunta traición al Islam de la dinastía saudita generó varios enfrentamientos violentos con las fuerzas del gobierno. Varios analistas interpretaron estos episodios como un síntoma del descontento reinante en amplias capas de la sociedad, que podría incluso dar origen a un nuevo wahabismo, esta vez con contenidos populares. El gradual ascenso al poder de nuevas generaciones de miembros de la familia real, con formación académica y militar en Europa o Estados Unidos y no en las escuelas coránicas de las tiendas del desierto, fue visto muchas veces como un alejamiento de las bases teológicas de legitimación de la monarquía saudita.

18 El reino se aproximó aún más a los Estados Unidos, a partir del derrocamiento del sha de Irán. Tras la muerte del rey Khaled, el 13 de junio de 1982, se produjo una transición sin sobresaltos y asumió el trono su hermano Fahd, que había sido el arquitecto de la modernización de Arabia Saudita.

19 El nuevo monarca había sido el autor de un plan de paz, un año antes, para el Oriente Medio que había merecido la aprobación de varios países árabes, de la OLP y de los Estados Unidos, pero que en agosto de 1981 naufragó ante la oposición frontal de Israel. Ese plan propugnaba la instauración de un Estado palestino, con Jerusalén como capital, la retirada de Israel de los territorios árabes ocupados y el desmantelamiento de las colonias judías implantadas desde 1967, así como el reconocimiento del derecho de todos los Estados del área "de vivir en paz". El 26 de setiembre de 1982, en ocasión del Hajj o peregrinación a La Meca, el rey condenó la intervención israelí en el Líbano, a la que calificó de "agresión criminal". En la misma oportunidad censuró la intervención de la URSS en Afganistán, acusó al ayatolah Khomeini de intentar la desestabilización del régimen mediante actos de sabotaje y, en términos generales, condenó el ejercicio de la "influencia de las grandes potencias" en el mundo musulmán.

20 El alineamiento saudita con Washington se hizo notorio más adelante con el suministro de un sofisticado armamento de guerra que sólo podía ser operado por pilotos norteamericanos, así como con la construcción de bases navales en Jubail y Jiddah bajo la supervisión del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos. Además, las inversiones y los depósitos bancarios del reino están íntimamente vinculados con el funcionamiento de la economía estadounidense: dos terceras partes de la fabulosa cantidad de petrodólares de Arabia Saudita en el exterior constituyen acciones de empresas, bonos del tesoro y depósitos a interés en bancos de los Estados Unidos.

21 Los planes oficiales de desarrollo trazaron una política industrial para reducir la dependencia de los recursos petroleros. Se dio prioridad a la industria petroquímica y proliferaron establecimientos manufactureros dedicados a la metalurgia, la metalmecánica, la fabricación de maquinaria pesada y otras ramas.

22 La infraestructura industrial se encontraba fundamentalmente en dos nuevas ciudades: Jubail, en la costa del Golfo, y Yanbu, sobre el Mar Rojo, vinculadas mediante oleoductos y gasoductos con los yacimientos de hidrocarburos del Este.

23 El plan quinquenal 1985-90 prometió "una amplia distribución de la renta". Pero tal propósito coincidió con los primeros indicios de dificultades económicas en el reino. En 1984 por primera vez se cerraron con déficit las cuentas del presupuesto estatal, debido a la caída del precio del petróleo. El ministro de Industrias Ghazi Al Gosaibi fue obligado a renunciar por haberse referido en un poema a la corrupción, lo que fue interpretado como indicio de discrepancias quizás profundas entre la familia real y la burguesía saudita.

24 Continuaron, no obstante, las millonarias inversiones en todo tipo de armas, fundamentalmente estadounidenses, destinadas tanto a asegurar las costas del Golfo contra eventuales amenazas iraníes como a complacer las ambiciones de un ejército cada vez más poderoso e influyente.

25 Durante la Guerra entre Irak e Irán, Arabia Saudita respaldó financieramente a Irak, temerosa de una expansión de la revolución islámica iraní sobre el Golfo. Fahd cambió su título de rey por el de guardián de los lugares santos, pero año a año fue creciendo las protesta por parte de los peregrinos piadosos a La Meca, indignados por la alianza entre Riyad y Washington y por lo que consideraban la comercialización y occidentalización de los santuarios, hoy rodeados de shopping centers, autopistas y otros símbolos de la cultura occidental. El 1º de agosto de 1987 una marcha de mujeres y mutilados de guerra iraníes en La Meca fue reprimida a balazos por la policía saudita y cientos de peregrinos resultaron muertos. En represalia fueron asaltadas e incendiadas las embajadas de Arabia Saudita y Kuwait en Teherán y las relaciones entre ambos países se volvieron sumamente tensas.

26 A comienzos de 1990 Amnistía Internacional denunció la existencia en la península de "un claro patrón de violaciones de los derechos humanos, que incluye la tortura" de opositores políticos y líderes sindicales, en su mayor parte chiítas.

27 Después de la invasión iraquí a Kuwait en agosto de 1990, Arabia Saudita fue escenario de un enorme despliegue militar por una coalición multinacional encabezada por Estados Unidos. Aparte de la pérdida de vidas humanas, la guerra causó desastres ecológicos de gran magnitud. Después de finalizada la guerra, Arabia Saudita gastó alrededor de 14.000 millones de dólares en armamento estadounidense.

28 En marzo de 1992, el rey Fahd emitió una serie de decretos con la finalidad de descentralizar el poder político. Esta legislación, de 83 artículos, se denomina "El sistema básico de gobierno". Entre otras enmiendas, estableció un Consejo Asesor, con facultad para evaluar todos los asuntos de política nacional. Sin embargo, el poder de decisión último sigue estando en manos del rey.

29 El decreto real también creó el "mutawein", o policía religiosa, cuyo mandato es asegurar la observancia de las costumbres islámicas. Se define al hogar como lugar sagrado y por lo tanto el Estado (la policía religiosa) puede ingresar al mismo sin autorización legal. Esta situación llevó a la detención de varios sospechosos de haber violado la ley.

30 En los últimos años, y especialmente desde 1991, tanto los poderosos círculos comerciales como los fundamentalistas islámicos han estado llevando a cabo campañas de agitación con el objetivo de aumentar su influencia política y lograr la destitución de una cantidad de funcionarios estatales acusados de corrupción.

31 La invasión de Kuwait por parte de Irak y la subsiguiente crisis del Golfo Pérsico evidenció la dependencia política y militar del reino con relación a Estados Unidos. También sirvió como un elemento catalizador para la reforma política dentro de la propia Arabia Saudita.

32 En 1992, Fahd confirmó a su hermano Abdullah Ibn Abdul Aziz al-Saud como heredero del trono. Organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, expresaron durante todo el año 1993 su preocupación por la detención arbitraria de cristianos y musulmanes chiitas, pero también sunnitas.

33 En el plano económico, Fahd anunció en mayo de 1994 su intención de aplicar un programa de privatizaciones de grandes empresas estatales, como las compañías nacionales de aviación y teléfonos. Pese a un pequeño aumento del precio del petróleo en 1995, el monarca decretó importantes reducciones del gasto público, que rondaron el 20% en el sector educativo.

34 Según varios observadores, las crecientes desigualdades sociales agravaron las tensiones entre los propios saudíes, considerados privilegiados con respecto a los millones de trabajadores extranjeros que viven en el país. El atentado contra un local utilizado por consejeros estadounidenses en Riyad, en noviembre, que causó la muerte de por lo menos seis personas, también fue interpretado como una muestra de esas tensiones.

35 La enfermedad de Fahd se agravó hacia fines de 1995 y el rey fue temporariamente sustituido por Abdullah, en medio de rumores sobre las luchas de poder dentro de la familia real y sobre la hostilidad del futuro rey hacia Estados Unidos y su mayor simpatía con sectores islamistas contestatarios. Sin embargo, Fahd se recuperó y volvió a ejercer plenamente sus funciones en la segunda mitad de 1996.