RESUMEN

En el presente trabajo se sostiene que -a partir de comentarios sobre la naturaleza del régimen porfiriano, las condiciones que hicieron propicia la coyuntura revolucionaria, y de los problemas de los escenarios nacional e internacional que enfrentaron el régimen maderista, el de Victoriano Huerta, la Convención de Aguascalientes, el Constituyente de 1916-17, las condiciones posteriores a la promulgación y los problemas de su implementación d la nueva Constitución que surgió del movimiento revolucionario- surgió un régimen fundado en el establecimiento explícito de un pacto social caracterizado por una serie de compromisos sociales que, por los condicionamientos de su origen y las condiciones para su implementación, derivó en un régimen de transiciones pospuestas o al menos retrasadas en todos los órdenes, especialmente el relativo a la construcción de una democracia abierta y participativa, que ha prevalecido en el proceso político mexicano del siglo XX.

La propuesta específica que deriva del razonamiento, es que a fines de siglo las posposiciones en el orden económico y las aspiraciones de justicia social, aunadas a las condiciones que impone el nuevo escenario internacional, terminaron por minar la amplia legitimidad de que gozó el régimen, y se crearon las condiciones para acelerar la construcción de un proceso democrático, que hoy día exige la revisión de las instituciones de representación popular para dar respuesta a las nuevas condiciones políticas del país.

 

 

Propuesta específica

Hemos visto en muchos momentos a lo largo de este siglo, los conflictos y las crisis internas dentro de los propios elementos del Estado y las dificultades que hay para transitar hacia la democracia, con un punto que no se puede dejar de tocar: el papel que desempeñarán los partidos dentro de este proceso.

La gran esperanza era la formación de los partidos, los esquemas de funcionamiento de los partidos en muchas ocasiones -y no solamente el partido oficial, que nació para un objetivo muy concreto- sino los mecanismos de funcionamiento de los partidos no necesariamente están garantizando una participación ciudadana o un programa abierto. Esto explicaría también la proliferación de las organizaciones civiles, todo este movimiento que hay de respuesta al hecho de que la institucionalidad de los partidos no necesariamente la garantiza la democracia.

Estarnos en un momento en donde pareciera -y por eso se trajo a cuento el caso del parlamentarismo- que México eternamente fuera una nación inepta para la democracia, cuando, en el caso de las Cámaras, vemos como según los medios de comunicación hay un cierto desconcierto, anarquía en las discusiones, que no hay una claridad de posturas.

Pero esto tendría que explicarse un poco en términos de las dificultades que han implicado las transiciones, del costo que tienen para el país las transiciones pospuestas, pero aceptar que finalmente hay un código histórico muy claro a lo largo de toda la vida del país, a pesar de todas las dificultades seguimos creyendo, y creo que con razón, que podemos seguir siendo una nación democrática, no bajo el modelo anglosajón ni bajo el modelo francés, sino a partir de la combinación, realmente importantísima que logró la Constitución de 1917, que pretendía equilibrar individuo y sociedad.