Sonia López Macías

Partido Acción Nacional

Todo tiene su momento en la vida, lo importante es saber reconocerlo y actuar en consecuencia. El ejercicio político no está reñido con el estudio, el amor, la maternidad, el trabajo; en realidad, nutre el desempeño mismo de quienes hoy representan a la sociedad en el Congreso. Tal es el caso de Sonia López Macías.

Ella es diputada por el estado de Puebla, con 12 años participando en política dentro de las filas del Partido Acción Nacional, a donde llega siguiendo una inclinación natural, pues ya tenía trayectoria de trabajo ciudadano en instituciones de servicio como la Cruz Roja y Caritas.

Influenciada desde niña por el ejemplo de su padre, un combativo periodista crítico de los malos políticos, Sonia tomó el camino de la familia y se dedicó a ello durante los años más importantes de formación para sus tres hijos. Una vez encaminados, ella y su esposo decidieron dar algo más a su comunidad.

Fue así que su esposo participó en el gobierno local de su natal Tehuacan, Puebla. La encomienda a su pareja le dio juego político y participó en actividades íntimamente relacionadas con la promoción de las mujeres mediante cursos, talleres y seminarios.

Justamente ese trabajo la catapultó a otros más, poniéndola en un aparador político muy importante, a tal punto que desde las filas del panismo local salió la invitación para hacerse cargo de la secretaría de promoción política de la mujer. Ahí comenzó sus primeros contactos con el complejo y difícil acceso de las mujeres al ejercicio de su ciudadanía.

Producto de esa convivencia directa con mujeres de todos los niveles socioeconómicos y culturales, Sonia está convencida de que la dificultad de las mujeres para acceder a los puestos de poder es más que palabras; se trata de una práctica cotidiana que se traduce en desigualdad.

La vida política de Sonia no fue diferente a la experimentada por las mujeres que actualmente ocupan puestos de poder: competir y competir en un mundo de hombres donde hay que abrirse paso con mucho esfuerzo y trabajo. En su caso, ella lo hizo con empeño y honestidad. Al final, los frutos fueron recogidos porque los excelentes resultados de su proyectos le dieron la oportunidad de acceder a un escaño en el Congreso Federal.

Desde este espacio, y luego dentro de la Comisión de Equidad y género, recapitula lo que ha sido llegar ahí: un profundo trabajo de equipo con su esposo e hijos, cuya premisa es la convicción de que su trabajo es por el bien común, pues abriendo los espacios de participación femenina en la toma de decisiones se asfaltan las carreteras de la auténtica democracia en México.

Gracias a esta convicción es que su trabajo está centrado en dar lo mejor de ella, en especial a las mujeres mexicanas.

Entre los más importantes aprendizajes que Sonia ha tenido como diputada federal están la capacidad de negociar, concertar, argumentar y pelear por las ideas: "Las mexicanas somos muy valientes. Los espacios que hoy ocupamos nadie nos los ha regalado; los hemos obtenido con base en el trabajo, la perseverancia y la claridad de metas".

Para la diputada, "no hay como dejar una buena herencia a los hijos y nietos, con el ejemplo de que se puede lograr lo que se busca. Yo sé que no por buscar la política voy a deshacer mi matrimonio; al contrario, mientras más busco mi propio bienestar, más hago conciencia del bienestar de todos y todas. Yo quiero dejarles a quienes más pueda ese gran espíritu de lucha, demostrando al mundo que las mujeres podemos lograr lo que queremos sin olvidarnos de los elementos básicos de nuestro ser mujer".