![]() |
![]() |
![]() |
||
Partido Acción Nacional Pasó una niñez feliz en el rancho de sus padres en su natal Mérida, estado de Yucatán. Su formación cívica y más tarde política, tiene antecedentes en la participación de su abuelo en un periódico local donde criticaba duramente al gobierno de entonces -cuenta-, razón por la cual el rebelde tuvo que salir del país una vez enterado de que se ofrecía una cantidad considerable de dinero por su cabeza. Su padre, ganadero y henequenero, junto con su madre le proveyó un ambiente sano. "Antes de ir a la escuela vivíamos libres como pajaritos; primero aprendí a montar caballos, toros y vacas, que a caminar", recuerda. "Siempre escuché de mi madre que el sistema político no era el que tenía que ser; creo que ese espíritu rebelde siempre existió". Desde su juventud y luego en su vida matrimonial, demostró un gran tesón por trabajar a fondo en cada cosa que le tocara desempeñar. Durante los primeros años, la joven pareja se dedicó a viajar gracias a una beca que su marido obtuvo para estudiar en España. Después Silvia tomó la determinación de "aprender a ser madre"; estudió, compró libros, los devoró, y comprendió y que lo que aprende un niño y una niña hasta antes de los seis años les será fundamental para el resto de su vida. Así fue que no escatimó ningún momento para dedicarse a sus hijos de tiempo completo. Una vez que fueron más independientes, la hoy diputada decidió que había que dedicarse a otras actividades. Fue entonces que comenzaron a llamar su atención los desplegados del Frente Cívico y Familiar publicados en los diarios locales; su curiosidad la llevó a investigar quiénes eran y qué fines perseguían, pues muchos de los puntos expuestos coincidían con los temas que a ella le interesaban. Cuando la invitaron a formar parte del mismo, se dio cuenta que en realidad se trataba de una especie de "apostolado ciudadano" en el que todo mundo sacaba de su bolsa para protestar contra las alzas de precios a los productos básicos, impulsadas por el entonces presidente Miguel de la Madrid, época en la cual se incrementó el número de grupos cívicos en el país. Se enamoró tanto de la causa, que terminó coordinando las finanzas de la organización, que no eran otra cosa que donativos de los "ciudadanos que querían el cambio" y se hacían escuchar a través de esta agrupación. Tal experiencia le permitió ver de cerca una realidad que no le era ajena; había una enorme frustración entre la gente por tener que realizar todo tipo de trámites y propuestas a través de los representantes de los partidos políticos, "en quienes regularmente no se confía". También entró en contacto con otra realidad: la norma constitucional establece que sea sólo a través de estos representantes como se canalicen las propuestas a reformas de ley; "recientemente se han entrevistado conmigo tres agrupaciones cívicas de mujeres, pues quieren hacer reformas al código laboral". Un día, Silvia América decidió que había que fortalecer y tomar decisiones de poder y optó por la militancia política, entrando a las filas de Acción Nacional. Ahí aprendió que, si bien era cierto que en muchas ocasiones los partidos no están a la altura de la ciudadanía, también es verdad que hay pocos ciudadanos comprometidos a fondo para hacer partidos mejores. Eso la decidió a entrar al PAN, en donde le fueron apareciendo mayores retos, primero como regidora del ayuntamiento de Mérida, y luego como diputada. Ella llegó al partido blanquiazul sin invitación expresa y, por tanto, sin un grupo determinado, "pero realmente las circunstancias en los partidos te van obligando a optar, y así una va buscando personas afines a los mismos ideales. Me invitó a ser regidora el que fuera alcalde anterior de Mérida y esa fue una oportunidad importante. El buen desempeño me permitió ganar una candidatura de mayoría; tuve que pasar una elección interna en la que había 600 posibles votantes. A la hora de la convención fueron 400 y gané con la diferencia de un solo voto". Fue una convención difícil, recuerda Silvia América; "el otro candidato era un varón y llevaba haciendo campaña mucho tiempo. Yo me decidí a la mera hora. Gané, aunque claro, hubo golpes bajos porque se juegan intereses muy fuertes". En su papel de regidora, su labor de género fue impecable. Se creó la Comisión de la Mujer dentro del Cabildo, siendo ella la única regidora entre 17 varones. Se instaló el consejo consultivo con organizaciones cívicas que dirigían el trabajo y le proporcionaban respaldo social muy fuerte para que todas las propuestas fueran aprobadas. Lograron un ambicioso plan de oportunidades: un proyecto llamado la Casa de la Mujer, pionera y ejemplo en la república de un centro de atención impulsado y patrocinado en gran parte por el ayuntamiento, "así como otros proyectos que la actual alcaldesa ha consolidado totalmente". Gracias a ello, explica la diputada, "hoy Mérida puede ser punta de lanza a nivel nacional de lo que pudiera ser un ayuntamiento con perspectiva de género. También fui regidora de Cultura y en ese ámbito se hicieron cosas con las que me siento contenta, siendo congruente y votando en contra cuando tenía que hacerlo, aunque fuera gente del mismo partido. He tratado de representar a los ciudadanos y no a los partidos". Debido a lo rebelde de su carácter, no culminó sus estudios; sin embargo, la enorme decisión que le caracteriza la hizo retomar la preparatoria a los 40 años, y continuar con la universidad, en donde está a punto de graduarse como abogada. Pese a lo privilegiado de su vida, admite que le tocó vivir muy de cerca la discriminación impuesta a las mujeres: "Tuve la fortuna de que mi padre fue un hombre muy trabajador; tuvo varios ranchos, pero al hijo varón desde muy joven le dio uno propio y ganado, así como el negocio de la familia. Al paso de los años, ese patrimonio se ido acabando; él no nos permitió a las mujeres heredarlo o consolidarlo. Definitivamente pesó más la idea de que nosotras no podemos hacer ese tipo de trabajo, pese a que toda mi vida trabajé en el campo, administrando hasta hace cuatro años". Silvia América ocupa el segundo puesto en una familia de cuatro mujeres y un varón. La discriminación expresada en que las mujeres "no tenemos derecho a heredar, se da en todas las clases sociales, así como el machismo. La marginación femenina fue muy clara en mi familia". Romper esquemas tan rígidos es una tarea complicada y continuada. La hoy diputada tuvo que remontar la corriente con su familia política también, bregando para que aceptaran situaciones distintas a la que tradicionalmente deseaban, como "que yo todo el tiempo estuviera amamantando a mis hijos, cosa que hice durante el tiempo que consideré necesario, por ejemplo". Afortunadamente para ella, su esposo la ha apoyado en todo; "si el hombre no es seguro de sí mismo, no hay confianza en la pareja. Siento que él también ha hecho lo que ha querido hacer; está dedicado a las ciencias y a la investigación y yo también le he apoyado decididamente". En su vida y en su trabajo se define como una persona valiente. "Pero eso no quiere decir que no me dé miedo. Sé cuándo va a haber respuestas o golpes bajos, y que todo tiene un costo en la vida; a veces intuyo lo que vendrá, pero estoy convencida de que una debe hacer lo que tiene que hacer". El tema de las mujeres, expresa, "me apasiona. Realmente lo que me gustaría sería modificar el pensamiento de las mujeres que estamos hoy con oportunidades de desarrollarnos. En el fondo, lo que desearía realmente es ayudar a cambiar esa mentalidad que tiene la mujer en Chiapas, en Yucatán, en el sureste, que es en donde tenemos menos oportunidades porque hay más pobreza. Desde luego, el cambio también debe darse en la sociedad, para proveer a las mujeres de medios suficientes, pues las condiciones son realmente muy adversas". Respecto a las mujeres participando en la política, en el poder, Silvia América considera que tienen todo participar de igual a igual, aunque hay rezagos importantes. Hoy, dice, hay una dosis mayor de solidaridad entre ellas y con la comunidad, y eso ayuda al bien común. Si bien es cierto que en el futuro se vislumbra feliz en su casa de la playa, pintando, también sabe que su vida productiva es amplia y tiene posibilidad de medir las oportunidades. "Servir a la comunidad es un privilegio inmerecido y no se da para muchos. Cuando una empieza a sentir que puede ayudar a los demás, esa satisfacción del deber cumplido es difícil dejarla. Seguramente continuaré en algún otro cargo".
|
![]() |
|||
![]() |
![]() |