Conclusiones.
Las políticas públicas son un proceso dinámico
y cíclico (ya que las etapas que lo constituyen se repiten constantemente),
a través del cual se pretende encontrar la mejor solución posible a
un problema de carácter público.
Este proceso dinámico y cíclico está compuesto
de cuatro etapas, la del diseño, la de la elaboración, la de la implementación
y la de la evaluación
Cada una de estas etapas tiene una función,
objetivos y métodos de funcionamiento propios, todo lo cual al operar
conjuntamente, nos permite identificar adecuadamente el problema a tratar,
con sus actores, contexto, dinámica, y todo aquello que resulte necesario
conocer para poderlo resolver.
Posteriormente, podremos definir el o los
objetivos, metas, estrategias y acciones concretas a seguir en el proceso
de lograr su solución.
Más adelante, será factible poder implementar
(aplicar ó llevar a cabo) todo lo planeado, para lo cual resulta indispensable
conocer a través de qué medios, con qué recursos, con cuáles instrumentos,
a través de qué instituciones o actores y en qué tiempos, deberá aplicarse
cada parte del proceso previamente elaborado.
Por último, nos será posible evaluar (valorar
el éxito de nuestro proceso de políticas) todo lo hecho hasta ahora,
incluso a la propia etapa de evaluación, con lo cual sabremos si hemos
o no, empleado el método evaluatorio apropiado.
Todo lo anterior, implica que una vez concluido
nuestro proceso, deberíamos saber que partes de éste no fueron del todo
eficientes y poder determinar cuáles deben ser los pasos a seguir para
corregirlas, comenzando nuevamente el proceso.
Justamente, esta es la parte cíclica, que
también se repite al interior de cada etapa, mejorando paulatinamente
las propuestas, métodos y procesos aplicados, es de hecho una forma
compleja de la teoría básica de ensayo y error, presuponiendo por supuesto,
que los problemas o aquello sobre lo que se quiera incidir a través
de la aplicación de una política pública, pueda solucionarse en el menor
número de aplicaciones posibles.
Ahora bien, por lo que respecta particularmente
a la etapa de evaluación de las políticas, resulta evidente, que esta
sola etapa por si misma, tiene una gran relevancia ya que permite identificar
cuales son precisamente aquellos aspectos ineficientes en nuestro proceso
y que es necesario modificar.
Asimismo, a través de la evaluación constante
de cada etapa y del conjunto de éstas, habrá un mayor control sobre
el proceso de políticas, de tal manera que cada vez más habrá menos
errores.
Aún en el caso de instituciones con atribuciones
de vigilancia y control sobre otras, como sucede con la H. Cámara de
Diputados respecto al Poder Ejecutivo, la evaluación de políticas se
erige como un método altamente eficiente, a través del cual es factible
conocer los errores en las políticas diseñadas, elaboradas y/o implementadas
por la Administración Pública Federal.
Ahora bien, si tomamos en cuenta que cada
día más, los procesos de toma de decisiones respecto de los asuntos
públicos, se ven permeados por una participación cada vez mayor de la
ciudadanía, sabremos lo relevante que es para cualquier nación en pleno
proceso de democratización y liberalización social, el contar con mecanismos
eficientes de "rendición de cuentas" y de "límites y
contrapesos", tal y como sucede con el procedimiento de evaluación
de políticas públicas.
Como última reflexión, quizás valga la
pena mencionar que tanto los procesos metodológicos del conjunto de
las etapas de las políticas públicas como los de cada una por separado,
pueden desarrollarse indistintamente por cualquier sector social, lo
que importa es lograr tener muy en claro, el tipo de problemas a resolver,
los objetivos a alcanzar, los recursos con los que se cuenta (refiriéndonos
al sentido amplio de la palabra, tiempo, personal, capital, equipo,
etcétera), el dominio del tema, la información existente, etcétera.
Con lo cual, en términos laxos, debería ser posible la aplicación, sin
restricción del ámbito o sector social, los procedimientos de políticas
y particularmente el de evaluación.
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