M Ó D U L O II

(5a. Sesión, 16 de marzo de 2000).

 El Principio de Libertad

Vamos a iniciar la clase de hoy, con el tema: El principio de libertad. Solamente que como quedó el debate interesante respecto de la representación ¿a quién representan los legisladores? vamos a tocar en este punto.

Para tener más elementos de juicio en relación al principio de representación, tendríamos que concluir que los legisladores son representantes, ¿de quién? ¿de la nación?, como dice la Constitución, de su corriente ideología, de su partido, de sus votantes, de la ciudadanía, del pueblo, del Estado, son representantes, no actúan para sí, ni por sí, tiene que estar su atención, su intención y su esfuerzo encaminados a favor de otros, de sus representados, que esa es la característica de la representación.

Lo que los legisladores hacen, las decisiones que toman como tales, no repercuten en sus propias personas, repercuten en las personas, patrimonio, intereses de otros que son sus representados; básicamente ese principio es el de la representación, pero lo más importante es que quede muy claro que los legisladores son representantes, que no actúan por sí ni ante sí, que tienen alguien a quien representar y que sus acciones son a favor o en contra, favorecen, benefician, perjudican a sus representados, esa es la gran responsabilidad de los legisladores y, por supuesto, tienen que responder, en primer lugar ante su conciencia y en casos más graves ante sus grupos parlamentarios, ante sus partidos y ante la opinión pública.

Yo sostuve en algún artículo que sí bien considero que los legisladores deben de votar o no libremente, sí quedan expuestos a la crítica de la ciudadanía; porque la disposición que establece que no pueden ser reconvenidos por sus opiniones, se refiere a que no pueden ser reconvenidos por las autoridades, pero no por los ciudadanos, los ciudadanos sí pueden reconvenirlos.

Decía yo usando esa metáfora taurina, que el torero se lanza al ruedo y hace lo que puede, y se expone a que lo aplaudan o a que le avienten cojinazos, así sucede con los legisladores, no pueden ser reconvenidos por la autoridad, por el Ejecutivo, no pueden ser detenidos por lo que dijeron, pero sí, por supuesto, pueden ser criticados y reconvenidos por los ciudadanos, ahí no podría haber ninguna limitación, es el derecho de expresión y la libertad de crítica a las autoridades.

Vamos a ver ahora el siguiente de los principios, el principio de libertad que está muy relacionado con el tema de la representación.

La libertad es una característica, es una circunstancia, una propiedad de la voluntad, no de la inteligencia, requiere de inteligencia, pero la libertad es una característica, es una propiedad de la voluntad humana. La voluntad se ha exagerado en algunos momentos, Schopenhauer decía que no somos más que voluntad, que somos una voluntad permanente, corriendo, persiguiendo objetivos, corriendo tras algo, siempre nuestra voluntad nos impulsa, nos lleva.

Vasconcelos en su historia de la filosofía dice que el hombre es una especie de gigante ciego, poderoso, un hombre muy fuerte que lleva en los hombros a un inválido que ve, un inválido vidente y, entonces, la voluntad ciega arrastra al hombre, a la inteligencia que va viendo por donde la llevan, pero que no puede dirigir al gigante que la arrastra, y lo va llevando de error en error, y de caída en caída, y ahí va y ahí sigue. Ésa es la concepción extrema de la voluntad, de una voluntad irrefrenable que no puede ser dirigida por la razón humana.

Lo cierto es que la voluntad es una fuerza cierta que nos arrastra, pero que, precisamente por este principio de la libertad, tenemos la posibilidad de dirigir a esa voluntad a través de decisiones razonables, inteligentes; a veces es cierto que la voluntad tiene tal fuerza que va más allá de la inteligencia, percibe que hay un error, sin embargo, la voluntad tiene en algún momento más peso en la decisión y arrastra.

La libertad a la que nos tenemos que referir, es tanto la libertad del órgano, del cuerpo colegiado, del Congreso y, por supuesto, en donde hay bicamarismo, de cada una de las cámaras, y también la libertad individual, fundamentalmente la libertad individual, personal de cada uno de los legisladores, porque un órgano, un cuerpo colegiado se manifiesta tiene también una voluntad, tiene una voluntad compuesta, compleja, integrada por opiniones y decisiones múltiples que tienen que medirse, y por eso está el principio de la decisión mayoritaria.

¿Cómo se toma el sentido de la voluntad de un cuerpo colegiado? Pues es a través de la votación, de la democracia y de contar; y la decisión que cuenta con mayor número de apoyos individuales o personales, es la que prevalece.

Santo Tomás de Aquino decía: "libertad de cualquier cosa es el dominio o potestad de sus actos, de la cosa que es libre, para cosas opuestas". La libertad consiste en poder escoger entre opuestos, la libertad consiste en poder decidir, me quedo un rato más en las cobijas o me levanto a mi clase de Derecho Parlamentario, ésa es la libertad, si están las dos cosas opuestas, se oponen y tenemos que tomar una decisión, nos cuesta trabajo pero la tomamos, cada quien toma la suya. Esta es la potestad a escoger entre opuestos.

García Máynez en su "Introducción al Estudio de Derecho", hace un estudio muy amplio de la libertad, hay muchas obras, hay un jesuita argentino, José María Laburu, que hace un análisis de la libertad; el problema de la libertad que es el libre albedrío, la libertad es una facultad interna, psicológica, personal, de tomar decisiones, la libertad espiritual, es decir, la libertad interior o intelectual; si no creemos que seamos también un espíritu, la libertad individual, personal para tomar una decisión; ésa es la libertad que nadie puede tocar. Nosotros tenemos esa libertad independientemente de las situaciones externas, de las presiones a que estemos sometidos o metidos en una prisión, esa libertad es intocable, pero esa libertad tiene sus formas de expresión hacía fuera, necesariamente la decisión se manifiesta en actos o en palabras o en signos.

Recuerdan ustedes ese chiste muy famoso de la esposa del sastre que le decía: "Tijeretas, tijeretas", y él se molestaba mucho de que le decía tijeretas y, entonces, la regaña, y ella le vuelve a decir tijeretas, entonces la golpea y ella le vuelve a decir tijeretas toda golpeada, entonces la ahoga en un barril y todavía saca la mano; y las múltiples referencias de los mártires romanos en el circo, ya imposibilitados de hacer nada, y seguían manteniendo su posición, su fe cristiana, es la decisión interior.

Pero esa libertad interior que es intocable, que nadie puede moverla, se manifiesta hacía fuera, y en esas manifestaciones es donde está el riesgo de que se le limite; es decir, una persona tiene libertad interior de escoger entre decir la verdad sobre algún tema o callarse y no decir nada, tiene esa posibilidad, pero si quiere decir la verdad, se va a encontrar con el riesgo de que se lo impidan, de que no tenga en donde decir la verdad, de que lo encierren para que no la diga, de que lo amenacen de muerte si dice la verdad, de que le ofrezcan una cantidad muy grande si se calla, todas esas posibilidades se dan, y esas son formas de limitar la libertad, no la libertad interior que queda intacta, sino la forma de expresarse hacia fuera.

Por eso el término libertad tiene como primer significado el de la decisión personalista, propia e interior, pero también tiene otras connotaciones. Se habla por ejemplo, de libertad jurídica, ¿qué es la libertad jurídica? Pues es la posibilidad de hacer algo, sin que la ley determine cuál sea la decisión que tengamos que tomar. El hombre es libre, desde el punto de vista jurídico, en todo aquello que no está obligado, en donde no hay una norma que le diga cómo hacer las cosas. Si existe una norma jurídica que le dice, tienes que ir por aquí, tienes que hacer esto, tienes que actuar de tal manera, tiene libertad interior, ésa la conserva, pero no tiene libertad jurídica, está obligado jurídicamente.

Por eso los legisladores tienen libertad psicológica inviolable, pero tienen la obligación de asistir a las sesiones, no tienen opción, pueden dejar de asistir, pero entonces están infringiendo la norma que les obliga a estar presentes en las sesiones; y vamos a suponer que concluyéramos que tienen la obligación de votar, entonces tienen libertad de no hacerlo, de hecho, no lo hacen a veces, de hecho no se asiste a las sesiones a veces, pero ¿qué es lo que sucede? se está infringiendo una norma jurídica.

Existe también la libertad moral, hay cuestiones en las que la moral no indica nada sobre ciertas conductas, tenemos opción, tenemos ahí discrecionalidad, pero hay otras conductas que las reglas morales nos dicen como actuar: no mentir, no traicionar la confianza que se nos otorga, hay normas morales que nos dicen como hacer, y que van dirigidas a limitar nuestra libertad.

Pero hay que entender muy bien, ésas normas no impiden nuestra libertad, nos dicen como ejercerla, las normas morales y las normas jurídicas o las de la buena educación, las normas de las buenas costumbres; como comer con cubiertos, no abrir la boca al comer, no hablar dos al mismo tiempo, esas reglas las podemos infringir o no las podemos infringir, no tienen una sanción como la norma jurídica, pero son reglas también que nos ha enseñado la sociedad y que están dirigidas a nuestra libertad. La libertad es lo contrario de la necesidad, ¿dónde existe necesidad? Necesidad es lo determinado por las leyes de la naturaleza, lo fatal, lo que no puede ser de otra manera, existe la necesidad en toda la naturaleza, ahí son necesarios los efectos, se dan las causas y se producen los efectos indefectiblemente, no es posible que sucedan las cosas de otro modo.

Pero en el mundo de los seres humanos, que estamos también sujetos a las leyes de la naturaleza: tenemos un peso, un cuerpo y si nos ponemos en el vacío nos caemos, al igual que una piedra, además estamos al igual que los demás seres vivos con los que compartimos esta tierra sujetos a las leyes de la biología, tenemos una circulación de la sangre, apetito sexual, tenemos una combinación de óptica en los ojos, y apreciamos la luz al igual que otros seres vivos, y somos seres físicos iguales a los demás seres físicos, pero tenemos un pequeño ámbito, una pequeña rendija en donde somos libres, en donde sí podemos nosotros tomar decisiones y eso es lo que hace la vida del hombre, lo demás es circunstancial, es el apoyo, es el lugar en donde estamos, pero el punto central de la vida del ser humano es el ejercicio de su libertad, ahí está, por eso tanto se ha dicho de la libertad, lo que distingue al hombre de lo demás es su libertad, somos el único ser libre en el universo, en la creación si somos creyentes, los demás seres no son libres, están regidos por las leyes de la naturaleza.

Hay quien dice que no somos libres, que hay leyes naturales que nos arrastran y que nos llevan forzosamente, aquellos que son abogados saben las teorías de principios de este siglo y finales del siglo pasado, las teorías que hablaban del delincuente nato, del delincuente que lo era por la formación de su cráneo, por algunas cosas glandulares, que tenía que delinquir forzosamente, las teorías del Lombroso y de Garófalo nos llevan a creer que no éramos seres libres, y que éramos seres arrastrados para hacer las cosas por fuerzas más allá de nosotros mismos.

Creencias religiosas, el destino que el dedo de Dios escribe, estamos predestinados a esto o a lo otro, esas creencias, por supuesto, son negativas de la idea de que somos seres libres; las leyes, quienes creen que descubren una ley, la dialéctica, el determinismo de la dialéctica que nos lleva necesariamente a todos como humanidad hacia un fin específico. Todas esas doctrinas pues, de algún modo, unas más, otras menos, o limitan o niegan la libertad del hombre.

La libertad, ¿cómo se prueba, cómo se acredita, cómo sé yo que soy yo el autor de mis actos y no otra fuerza superior de la que soy simplemente un títere, que alguien me mueve, un instrumento de algo superior? Pues Laburru, este argentino que les mencioné, sostiene que no es posible una aprueba definitiva de la libertad, es simplemente la autoreflexión, yo soy consciente de lo que puedo y de lo que no puedo, de lo que decido y no decido, la presencia de la conciencia que me reclama, debiste de haberlo hecho de esta manera y la hiciste de esta otra, la misma consciencia personal que nos dice: Tú podías haber escogido en levantarte o quedarte, y preferiste quedarte dormido, te sientes culpable.

Y la existencia misma de las normas, ¿a quién se dirigen las normas de Derecho? Ya lo mencionábamos antes, se dirigen a los seres libres; yo no le puedo ordenar al aire que sople para tal lado o para tal otro, al agua que vaya hacia el mar, le doy órdenes a quienes pueden cumplirlas o desobedecerlas. La mamá le dice al niño: come con los cubiertos, no con los dedos, haz tu tarea, ¿por qué? Porque sabe que el niño puede hacerlo o no hacerlo, porque el niño también ya tiene una incipiente libertad que se va desarrollando, y puede cumplir o no cumplir.

La normatividad está dirigida a los seres libres, las leyes de la naturaleza son simplemente relaciones de causa-efecto, relaciones necesarias entre fenómenos que el hombre descubre, interpreta y pone en palabras, pero la libertad es una prerrogativa nuestra.

Ahora tenemos que referir esto a, en primer lugar, a los legisladores. ¿Quiénes son libres? En primer lugar se debe de considerar que somos libres todos los seres humanos, esa es la regla general, sin embargo hay algunas limitaciones, quien tiene alterada su conducta por una droga, está drogado por el alcohol o por una droga más terrible, no pueden ejercer sus propios derechos, tampoco pueden ser representantes populares.

Pero además se considera también que los niños que nacen como seres biológicos, que tienen una libertad en potencia, para usar el lenguaje de la filosofía tradicional, tienen una libertad y una razón en potencia, que se va a ir desarrollando a través del tiempo, pero que no la tienen plena, madura desde un principio, entonces, en qué momento, cuándo podemos decir ya, esta persona ya es libre, ya puede ejercer con plenitud sus derechos, o cuándo sigue siendo un menor y, por tanto, sujeto a la patria potestad, y que no tiene acceso a tan o cual cargo, que es la razón de fondo de las disposiciones legislativas que establecen una edad para el legislador o una edad para el votante.

¿En qué momento se considera que un niño, un adolescente llega a tener una libertad y una racionalidad? Creo que eso debiera de ser individualizado, cada quien tendrá su momento de llegar a la madurez, poro la ley no puede establecer una norma para cada quien, debe de establecerse una regla general entonces se establece 18 años para ser ciudadano, 21 para ser legislador ó 25, 30. Los países establecen distintos límites de edad en que se considera que ya la libertad se puede ejercer con plenitud. La ley tiene que ejercer una regla general, no puede hacer distingos individuales.

¿En qué deben ser libres los legisladores? En primer lugar debe ser libre su espacio, su recinto, la misma Constitución señala que debe asegurarse un lugar en donde ejercen su función. Hay una disposición que obliga al presidente de cada una de las cámaras a velar por el fuero de los diputados y senadores, y por la inviolabilidad del recinto, ¿qué significa esto? Que en el recinto deben de ser ellos los que tomen sus decisiones, que no haya grupos extraños que presionen, que no haya presencias que impidan el ejercicio de la libertad.

Por eso es contrario a la libertad de los legisladores el que estén presentes, por ejemplo, fuerzas armadas. Tanto Lorenzo de Zavala como Lucas Alamán relataban cómo, en el momento en que se hace emperador a Iturbide por el Congreso Constituyente convocado para hacer la Constitución del Imperio Mexicano y están deliberando en el Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo, en el Carmen y San Idelfonso, están discutiendo los temas, y está la inquietud de que ya habían rechazado la corona los príncipes españoles, entonces hay que buscar uno mexicano, y hay una corriente fuerte iturbidista.

Pero lo que pasa es que Pío Marcha, el sargento de armas de Iturbide, sale con la gente, con tambores, disparando tiros del fusil por las calles, la ciudad era pequeña, se oía lo que pasaba, replican las campanas; dice Lucas Alamán: salen los cañones, y hacen disparos de cañón, salvas de artillería, y la gente, clérigos, soldados, la chusma de la ciudad se mete al Congreso, se sientan entre los diputados y empiezan a gritar, ¡Agustín Primero! ¡Viva Agustín Primero! Y los diputados proponen que Agustín de Iturbide sea coronado, y votan todos, pero votan porque tienen ahí junto a un soldado iturbidista con la bayoneta calada y la gente ahí amontonada gritando, ¿qué libertad hay? Es un Congreso que toma una decisión, que ni siquiera estaba facultado para eso, porque había sido convocado para otra cosa, pero toma esa decisión. ¿Había libertad? Evidentemente no había libertad.

En la LIV Legislatura, cuando nos instalamos como colegio electoral para calificar la elección de Carlos Salinas, tuvimos 20 horas de debate larguísimo, todo mundo ya estaba dormido, cansado, cuando un diputado, Arturo Campo, sube a la tribuna y denuncia, pues se había ido y luego regresado y ve que el recinto está rodeado de soldados, ¿qué significaba eso, qué querían? ¿Si hubiéramos votado en contra de Salinas, si se hubiera logrado una mayoría contraria que estaba muy cerca la posibilidad de ser una mayoría, ¿Hubieran tomado el recinto? No sabemos, estaban ahí para algo, no para cuidarnos. Cuando se supo eso, hubo un desconcierto, alguien pudo haber votado por esa presión, creo que no, ya estaban muy definidos los votos, se logró la mayoría, pero era una forma de tener ahí una presión, una amenaza.

En la XXVI Legislatura Victoriano Huerta no tenía lo que quería, además de asesinar a Serapio Rendón, disuelve el Congreso y apresa a todos los integrantes de la Legislatura del recinto y del grupo parlamentario como tal. Ése es un aspecto de la libertad.

El otro aspecto de la libertad es de la libertad individual, de cada uno, y ésa es más difícil, estamos más en linderos resbaladizos.

¿Cómo se puede constreñir la libertad? Hay un principio de Derecho Civil que dice: Coacta voluntas, voluntas est, una voluntad coaccionada sigue siendo voluntad. Yo le puedo decir a alguien, oye, firma ese contrato, me urge que lo firmes, él sabe que yo tengo autoridad, alguna posibilidad de hacerle un daño, o la posibilidad de hacerle favores futuros, entonces firma el contrato, no porque haya ejercido su libertad con toda la plenitud, sino porque hubo un constreñimiento, pero él fue libre, podía haberme dicho no, y me atengo a las consecuencias, pero había un constreñimiento.

A qué libertad tendríamos que referirnos cuando hablamos de los legisladores, a esa libertad plena, absoluta, estudio la ley y tomo mi decisión yo solo, y salgo y voto como quiero; pero los legisladores son hombres públicos, forman parte de una colectividad, forman parte de corrientes, de grupos, de partidos, por supuesto están en el mundo de la realidad que es más allá del gabinete del académico. Entonces ahí entran otras cosas que son legítimas, que son formas de forzar, de hacer que se incline la voluntad del legislador en un sentido o en otro, pero ¿en qué momento se acaba la libertad y entra un ejercicio indebido de presiones para los legisladores? No es lo mismo ponerles una bayoneta junto, que decirle o que lo sepa aunque nadie se lo diga, tu carrera futura está en juego según la decisión que tomes, vas a seguir adelante, quieres aspirar a otras cosas, tienes que votar en un sentido o ahí se acaba tu carrera política, no es igual, son distintos matices de la presión exterior.

¿Cuáles son las posibles formas de presión? Hay muy diversas, la voluntad puede ser forzada abiertamente, puede ser sobornada, es una forma también de atentar contra la libertad, por la disciplina del partido.

Ante quien es responsable un diputado, ante los votantes, ante los ciudadanos tenemos que rendir cuentas, no teníamos a quien rendir, quién nos puede exigir. Yo creo que ahí entramos al punto probablemente más importante de estos principios del Derecho Parlamentario.

Cómo decía, creo que el diputado como el torero está en la presencia de su público, y puede recibir cojinazos, y si hace mal las cosas según la opinión pública, pues van a dar caricaturazos y periodicazos y artículos en su contra y críticas, y sus compañeros lo van a enjuiciar, pero legalmente no se le puede hacer nada, él actuó en un ejercicio de un derecho y en ejercicio de su libertad, pero al formar parte de un partido político o de un grupo parlamentario o ambas cosas, ¿a qué tanto obliga?.

Hubo alguna vez una opinión respecto a que un diputado propuesto por un partido y electo, si se salía de ese partido, tenía que dejar su lugar a otro diputado de su mismo partido, porque la ciudadanía había votado por el partido, no recuerdo si se propuso formalmente pero estaba esa idea y en un momento en que los partidos sean dueños de la situación política del país, pueden echarla a andar y sacarla adelante; ¿será correcto eso? Yo creo que es cambiar el protagonista de la política, que es la persona por un cuerpo, por un órgano, en parte burocrático, en parte ideológico, en parte una estructura de poder.

Mi opinión personal es que los diputados deben de ser libres de ejercer su función y hablar y votar en el sentido en que sus propias convicciones los lleven. Ahora, esas convicciones están por supuesto iluminadas por la decisión que tomó de pertenecer a un grupo parlamentario y a un partido, están iluminadas por su formación anterior, por sus convicciones, por lo que oyó en su campaña, por los compromisos que hizo, todo eso lo constriñe, todo eso lo condiciona, le da elementos de juicio, pero el juicio final es de él, el juicio definitivo a la hora de decir, esto es así y voto a favor o en contra, me opongo, objeto, separo tal artículo, eso ya es una cuestión totalmente individual.

Pensamos que la disciplina de partido debe de existir, por supuesto, pero ¿hasta dónde debe de llegar? ¿hasta anular la individualidad del legislador? Yo creo que no; si nosotros pensáramos de esa manera, pues no sería necesario el debate, ¿para qué es el debate? Pues el debate es para poner puntos de vista, para opinar, para ver si convencen y obtienen más votos, si obtiene más votos mi posición, si no el debate no sería necesario si no hubiera esa posibilidad de convencimiento de los demás, sería un contrasentido.

En el caso de representación proporcional, evidentemente es al partido a quien se le otorga el voto y es, por decirlo de alguna manera, el partido el que propone, luego o antes, dependiendo del sistema, a la persona. Entonces el supuesto de origen es distinto y en la representación proporcional podría haber una actitud mucho más fuerte hacia el partido.

Finalmente, el principio es el de la representación nacional por el camino que se llegue; hay Estados donde hay senadores vitalicios, los expresidentes nacionales, algunos cargos, el vicepresidente en algunos casos forma parte del Senado, no tiene ni siquiera el origen de una votación directa para ese cargo.

Entonces, podría ser un tema de discusión, pero yo considero y creo que así lo considera en general la doctrina y el pensamiento general, es de que independientemente de cuál sea la fórmula por la cual llegó, responde a su representado que sigue siendo el pueblo, la ciudadanía y no su partido.

En otras circunstancias puede haber candidaturas abiertas, libres, no se necesitaba ser miembro de un partido y si es por mayoría relativa, todavía más responsabilidad de adhesión, pero a la hora de decidir creo que es un bien más alto, éste y no éste, aunque lo diga quien lo diga, mi convicción, mi inteligencia, mi razón se inclinan hacia acá, y yo así voto para ser congruente conmigo. Respondo ante mí mismo, no, tiene que decir por qué, ésa es otra de las cosas interesantes que han sucedido recientemente, si alguien se sale de la disciplina de su partido, no es nada más por un capricho, es decir, no es por las monedas que le aventaron, como a algunos les hicieron, no es por eso, tiene que decir, yo estoy haciendo ésto por estas razones, ante la opinión pública.

Estamos por eso ante dos realidades, el libre albedrío individual, que es intocable y que puede ser la decisión final, y vamos a decir que en el reglamento interior del partido se diga: el diputado que vote en contra de la línea que da su coordinador o que decide la mayoría de su grupo, será expulsado del partido. Eso es una obligación de una normatividad interna, de un grupo parlamentario, no es una norma jurídica externa de derechos sancionada por el Estado, es un reglamento interno, bueno, pero si decide tomar… como tiene libertad jurídica de votar se arriesga a eso, y a fin de cuentas ésa es su decisión.

Ahora podemos decir, en este tema yo no soy experto, no soy conocedor, mi grupo opina por aquí, me atengo a mis compañeros, a los que saben más y voto en ese sentido, acepto; es otra forma de ejercer la libertad, no puede decir, bueno, pues yo de eso no sé nada, me abstengo, no, por eso son los grupos, para darse apoyo mutuamente los integrantes.

Decía yo que había dos ámbitos: la libertad jurídica, no hay ninguna norma de derecho que diga cómo debe de votar el legislador, si hubiera una norma de derecho que dijera: el legislador debe votar de tal manera, se acababa el parlamento; entonces, la norma dice: tú puedes votar libremente, tiene libertad de voto. Ahora, cómo vas a ejercer esa libertad, de acuerdo con tu partido; ahora si eres un hombre religioso y crees que por encima del partido está la voluntad divina o de su iglesia, pues ya vas a tener otro compromiso.

Los estudiosos del parlamento desde el punto de vista político y sociológico y no jurídico, por supuesto que hacen todas estas diferenciaciones, qué tanto está ligado un legislador con su partido, qué tanto es un invitado reciente, recién llegado o es un antiguo militante o es un dirigente o es un simple advenedizo que por las circunstancias lo llaman.

Pero lo que yo quisiera resaltar es que, primero, si no hubiera libertad saldría sobrando todo lo demás, la discusión, el debate, el convencimiento. Se necesita el debate, porque se piensa que son libres los legisladores, pero hay otra razón más. Si cada grupo parlamentario tuviera una disciplina tan rígida, que nadie se saliera de la disciplina del voto, pues ya sería como una asamblea de accionistas, yo tengo 100 acciones, yo 90, yo 25, simplemente sumamos, para qué discutimos y para qué hacemos debate y para qué preguntamos individualmente, no era necesario. El coordinador decía, aquí están presentes 100 diputados, ahí están 100 votos para qué los contamos, yo ya los tengo aquí.

Durante años hubo una larga vida de crítica al partido mayoritario, porque se decía que eran levantadedos, y estamos haciendo lo mismo, lo mismo que se criticó por muchos años al partido oficial, se volvió una disciplina rígida.

Ahora, también ha habido la influencia a la inversa, dentro de los partidos de oposición, por lo que yo sé, pues hay muchos debates internos que hacen salir una voluntad colectiva, y eso mismo ya está haciéndose en el partido oficial, no sé si antes se haría, pero pareciera que no debe de haber habido fuerzas, negociaciones, debates internos; pero ahora son más explícitos, se sabe, hay corrientes porque estamos ya en una nueva etapa.

Mi impresión personal, y ustedes están en libertad absoluta de tomar una decisión teórica que gusten, es la de que la libertad individual no puede limitarse, porque sería limitar la posibilidad, la existencia misma de un congreso.

Hay dos temas muy cercanos a este: el de los cabilderos o "lobbistas", que está tan de moda aquí en México y en Estados Unidos hace más tiempo, ¿qué significa eso? Es que grupos de interés, no de interés nacional, no perseguidores del interés común, sino de un interés singular, representan un sector específico de la colectividad, una cámara de comercio, un sindicato o un grupo de sindicatos, esos van con cada legislador o con legisladores más influyentes y más importantes y los invitan a comer, y les hablan, y les dicen, y les prometen, les ofrecen ayuda en su próxima campaña, para convencerlos de que su voto se dé en determinado sentido.

¿Cuál es el límite de eso? ¿Es legítimo, es lícito? Yo creo que sí, es un derecho de los ciudadanos acercarse a sus legisladores y a darles sus puntos de vista, y a tratar de convencerlos de que sea tal o cual el sentido de su decisión.

¿Hasta dónde puede llegar el compromiso de un legislador? Donde la corrupción entre, en donde ya no sean los razonamientos para la convicción, simplemente razones teóricas, digamos, de razones intelectuales, decir, mire conviene que se vote por esto, porque estas consecuencias, estos efectos, hasta ahí me parece muy correcto.

Cuando el "lobbista" tiene el encargo, como un abogado litigante, de lograr lo que quiere a como dé lugar, pues ya entran otras cosas, puede entrar el soborno, la compra abierta o con las promesas. Donde el legislador inclina la balanza de su decisión hacia un lado que no le convence tanto o que ya ni siquiera hace el razonamiento dice, no, aquí me conviene, ni veo lo demás, esto está bien; creo que ahí estamos en terrenos muy resbaladizos, muy peligrosos, en donde la libertad se ejerce bajo la presión de la avaricia, de la codicia.

¿Por qué existen disposiciones como el artículo 62, que exige que los legisladores no desempeñen cargos en el Poder Ejecutivo o no reciban dinero del Poder Ejecutivo? Pues porque se piensa que alguien que está recibiendo dinero de otro poder, al que tiene que vigilar y sobre el que debe tener un control, está de alguna manera limitando su independencia, que es una expresión de la libertad.

Yo recuerdo un caso de un Gobernador que les asignó una partida a los diputados para que la ejercieran como si fueran presidentes municipales. Si el Legislativo recibe del Ejecutivo, está violando este principio del 62 constitucional.

Existe también otro artículo que impide la amenaza externa, el 61, la inviolabilidad de las opiniones, nadie puede ser reconvenido por lo que diga o por lo que sostenga en su ejercicio de legislador; el 111 que establece el fuero constitucional, no pueden ser detenidos, no pueden ser sujetos a proceso penal los legisladores porque se piensa que ése puede ser un instrumento, un arma para impedirles el ejercicio de su libertad.

Finalmente yo diría que las razones del debate, las razones del trabajo en comisiones, inclusive la existencia misma de los equipos de apoyo, de los grupos técnicos, de los asesores de los legisladores, pues son para proporcionarles información, datos, elementos, para que ellos puedan ejercer su libertad de decisión, pero es un tema, como ustedes ven, resbaladizo; yo siempre he creído que la libertad y la disciplina no son términos opuestos, pero puede llegar el momento en que sí lo sean, en que lleguen las cosas de tal manera, en que por encima de la disciplina debe de estar la libertad personal de cada legislador.

Hay dos formas de parlamentarismo: el parlamento típico del siglo XIX, en donde los legisladores eran los titulares del derecho, los protagonistas de la política, los que tomaban individualmente sus decisiones, y se agrupaban incidentemente por similitud de opiniones, por cercanías, por paisanajes, y se agrupaban y se desagrupaban indistintamente. Y luego el parlamento moderno, donde son los partidos los protagonistas, también existe esa otra manera de ver las cosas, y son los partidos los que toman, a fin de cuentas, las decisiones y los legisladores son los que son sus voceros cuando hablan, o son los que ejercen el derecho del partido a través del voto que ellos llevan, que ellos trasmiten; pero aún en ese caso extremo siempre existe la posibilidad del rompimiento de la disciplina por convicción personal. En Estados Unidos, por ejemplo, en donde los dos grandes partidos son poderosísimos, ahí se dan muy abiertamente las distintas corrientes, se manifiestas, y no hay una disciplina total de partido, mas que en casos excepcionales. Yo creo que ése es el juego de la política a fin de cuentas, en donde las dos fuerzas van a pesar, las comisiones individuales y la existencia de los partidos.

Existe con este sistema, en donde a los partidos se les va dando todo el peso del poder, existe un riesgo grande de que caigamos en una partidocracia, en donde son las cúpulas de los partidos las que toman las decisiones.

Los legisladores pueden participar poco en algún tipo de decisiones, son las negociaciones de los grupos, de los dirigentes los que señalan el camino, deciden como se vote por eso también existe una corriente política fuera de los partidos, la sociedad civil debe de tener su voz, debe de abrirse la posibilidad a que haya elecciones de legisladores que no sean propuestos por los partidos, sino que surjan de la misma sociedad. A los partidos, por supuesto no les gusta eso, dicen no, ¿cómo? Nosotros tenemos el monopolio en este momento, ¿cómo vamos a soltarlo? Como lo tuvo en algún momento un solo partido que no quería que otros participaran y dice, bueno, aquí adentro lo que quieran, aquí están los sectores, entren aquí, participen aquí. Eso se superó y entramos a un sistema de varios partidos, sí, pero cada partido encerrado en sí mismo y sin permitir que otros decidan y que dentro de ellos mismos sean unos pocos los que deciden, o ¿más apertura? Yo creo que eso sería el ir y venir, los puntos contrapuestos, las opiniones, por ahí va el camino hacia donde vamos.

Pasemos al principio de información y después a otro principio que va a ser muy discutido, el de la igualdad de los legisladores.

El Principio de Información.

El principio de información forma parte de los principios fundamentales del Derecho Parlamentario, porque existen disposiciones diversas que obligan al Poder Ejecutivo a proporcionar la información al Poder Legislativo y, cada vez más en la legislación interna de los parlamentos se están estableciendo mecanismos jurídicos y administrativos, para que los legisladores, sin necesidad de que el Ejecutivo sea el que necesariamente les proporcione información, ellos tengan su propia fuente de información.

¿Cómo se puede tomar una decisión, cómo se vota? Pues porque se sabe, no por corazanada, no porque le guste más el color azul que el verde o el rojo que el amarillo, no, se vota por conceptos, por ideas, por expresiones manifestadas en proyectos de ley, por eso se vota.

Entonces, por ejemplo, para votar respecto de la ley de concursos mercantiles, que es la antigua de quiebras, hay que saber algo sobre el tema, hay legisladores que son dirigentes sindicales, hay otros que vienen de agrupaciones vecinales, que tienen distingas profesiones, habrá un veterinario, ¿qué sabe de quiebras y suspensiones de pago? Pareciera que es el mundo de los abogados y de los comerciantes, bueno, pues tiene que informarse él o su grupo parlamentario, o su comisión tienen que tener los elementos, y quién tiene la información, quién sabe cuántas quiebras hay en el país, de qué montos, cuál es la historia, las estadísticas, bueno, pues toda esa información la tiene el INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática), la población, o cualquier otro tema, por ejemplo ganadería, si se va a legislar sobre cuestiones de ganadería, o de energía nuclear o de tecnología avanzada, todo eso requiere información.

¿Quién tiene la información? Tradicionalmente la información la tiene el Ejecutivo, ahí entre la política se dice que él que está informado tiene poder, una de las formas del poder es la información, el que sabe más que los demás, pues tiene más poder político. Entonces la información es la que le da fuerza a los poderes, si hay un poder, si hay un poder que tiene más información que el otro es el poder Ejecutivo que tiene toda la información y el legislativo ninguna o muy poca, bueno, pues un poder va a prevalecer sobre el otro, además de que tiene el dinero, de que tiene a los soldados, de que tiene a los policías, tiene la información, el desequilibrio va a ser muy grande, por décadas así fue.

El artículo 49 constitucional, hasta 1938, equivalente al 50 de la Constitución de 57 establecía que el Ejecutivo podía recibir del Legislativo facultades extraordinarias para legislar; si ustedes ven los códigos vigentes actualmente, los anteriores a 38, el Código Civil, el Código de Procedimientos Civiles, el Código Penal, las leyes mercantiles, Sociedades Mercantiles, Títulos de Créditos, son leyes que no pasaban por el Congreso, y son las leyes más importantes de este país, son leyes que el Ejecutivo llevó a cabo constitucionalmente por delegación del Legislativo, el Legislativo delegaba la facultad de hacer leyes en el Ejecutivo, y el Ejecutivo era el que hacía las leyes.

El Ejecutivo estaba facultado; vean ustedes el Código Civil qué dice, Plutarco Elías Calles en uso de las facultades concedidas por el Congreso, no eran malas leyes, en realidad son leyes muy bien hechas, pero así se hacían, el Legislativo no participaba en eso, ya había dado el permiso por anticipado. En 1937 Cárdenas propone que se adicione ese artículo, y trata de que sólo el Poder Legislativo realice esa función.

El maestro Tena Ramírez, constitucionalista respetadísimo, de alguna manera justifica esto y dice "Es natural que sea el Ejecutivo el que haga las leyes, por dos cosas, porque hay una unidad de criterio, pues no va a haber tantas discusiones y no se contamina por la política, no hay política".

Y agrega Tena Ramírez, textualmente, "Los cuerpos legislativos nunca se han distinguido por la preparación y ecuanimidad, que son indispensables para una buena labor legislativa", y "En el Ejecutivo hay unidad de criterio, en el Legislativo no. En el Ejecutivo no hay política, en el Legislativo sí hay política. El Ejecutivo está informado, el Legislativo no está informado", de alguna manera reconocía una realidad, pero una realidad que los mismos preceptos constitucionales ponían en tela de juicio.

¿Por qué? Porque, efectivamente, así funcionaba el Poder Legislativo; venía el Poder Legislativo recién salido del movimiento revolucionario, llegaban los caudillos, los oficiales del Ejército Constitucionalista, a veces hombres impreparados, hábiles para la política, para la lucha militar, pero que no tenían ideas de cómo legislar, llegaban a las cámaras, y bueno, pues alguien tenía que hacer las funciones, y las hacía el Ejecutivo, pero la exigencia de la misma Constitución, a la que hace referencia Tena Ramírez, la que él estudia en su texto Derecho Constitucional, establecía las exigencias de que el Poder Ejecutivo informe, ilustre al Poder Legislativo.

El Poder Ejecutivo tiene la obligación de proporcionar la información al Legislativo, en primer lugar el artículo 69, el del Informe Presidencial. El Informe Presidencial es la obligación de que a la apertura de las sesiones del Congreso, el Ejecutivo tiene que informar del estado general de los negocios de la nación; es el informe de cómo está la situación del país, en términos generales.

Y luego, el artículo 93 obliga a los Secretarios de Estado a dar cuenta, ya no de la situación general, sino de los detalles. Esa información llega, antes no llegaba, el Informe Presidencial era más bien un discurso, ahora ya llegan los tomos con la información general, y cada tres meses llegan los informes de las secretarías de Estado, de cuál es la situación, a las comisiones respectivas.

Todos los legisladores debieran tener en sus escritorios esos informes, resúmenes de esos informes, como se dice ahora, resumen ejecutivo del Informe, para que ahí de un vistazo se dé cuenta cómo están las cosas, y luego tener acceso al informe más amplio.

Todo eso está en la Constitución, son exigencias que la Constitución le da al Ejecutivo para que esté informando al Legislativo.

Y el artículo 93, tan importante, que es la posibilidad que tienen los legisladores de llamar a los Secretarios de Estado, al Procurador General de Justicia, a que vengan a la Cámara a responder las interrogantes de los legisladores.

Eso tiene alguna vaga relación y alguna reminiscencia con el sistema parlamentario, donde forman parte del parlamento los ministros, y tienen que estar ahí listos a los debates; forman parte del debate, aquí no forman parte del debate cotidiano, pero sí pueden ser llamados a que contesten.

Tanto el Informe Presidencial, como las comparecencias y la información han sido cumplidas formalmente, pero no se les había dado el contenido que ya se les empieza a dar a hora.

La creación de la Unidad de Finanzas públicas de la Cámara de Diputados, es importantísima. La Cámara de Diputados, por primera vez, va a tener una oficina permanente de servicio, de tiempo completo, de servicio de carrera, que le dé seguimiento a las finanzas públicas del país.

Los legisladores tenían que atenerse para aprobar el Presupuesto, para aprobar la Cuenta Pública, a la información que por ahí rescataban de los periódicos, a sumirse en ese mar profundo y tormentoso de las cuentas públicas, que no cualquiera puede entender, entonces ya se creó una oficina de finanzas públicas, que va a estar permanentemente dándole seguimiento, que va a tener la información, eso creo que es uno de los avances más importantes recientes del Poder Legislativo.

Dice la ley que si a alguno de los funcionarios no dan la información, se dará aviso al Ejecutivo, esa es la sanción. Ahora, si el Ejecutivo no hace caso, pues ya vendría la controversia constitucional, como dice Cecilia Romero, o vendría un juicio político, una responsabilidad, no está especificada la sanción, pero habría que buscar en la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos. Quizá una de las fallas es que no están explícitas las sanciones, pero sí quiero destacar, primero, que existía la convicción de que está bien que el Ejecutivo haga las leyes, porque es el que sabe. Decía yo que el texto de Técnica Legislativa que hay en México lo escribieron abogados del Ejecutivo, son los que sabían como redactar las leyes, el de José Saenz Arroyo y otros.

Yo creo que hay tres o cuatro legislaturas que han ido avanzando paulatinamente en nuevas formas de hacer las cosas, y ya estos avances, esta creación de una unidad de finanzas públicas, y luego la división de estudios jurídicos y legislativos, que va a ser el otro apoyo, y otra de estudios sociales, van a ser tres, ahorita está una ya echada a andar, las otras dos están por caminar; esos van a ser ya los apoyos técnicos, profesionales, informáticos del Poder Legislativo.

El Principio de Igualdad.

El siguiente principio, el cuarto, de los que denominamos Principios Sustantivos del Derecho Parlamentario, es el principio de la igualdad, que es un tema que también tiene muchas aristas y que hay que considerar de varias maneras, porque ¿qué es eso de la igualdad?.

La igualdad ha sido una especie de meta confusa, lejana, de una exigencia social, pero no es una realidad en ningún lado. ¿Dónde hay una igualdad absoluta? En nada.

¿Cuál es esa igualdad si vemos que nosotros somos desiguales en todo? No hay una realidad social donde se pueda decir que todas las personas son iguales. Lo que pasa es que la igualdad es una especie de meta, de estrella polar hacia la que se dirige la sociedad, pero que no acaba de concretar.

En el texto, al inicio del tema de la igualdad hago una cita de Aristóteles, de la ética a Nicómaco, que es muy expresiva, dice: "Son pues tenidos por injustos el transgresor de la ley, el codicioso y el inicuo o desigual, de donde es claro que el justo será el observante de la ley y de la igualdad, lo justo, pues, es lo legal y lo igual; lo injusto es lo ilegal y lo desigual".

La igualdad es una aspiración de la humanidad, la igualdad es un principio a alcanzar, proviene básicamente de una idea religiosa, de la paternidad o la filiación divina de los seres humanos, si se acepta o se cree que todos los hombres son hijos del mismo padre, bueno, pues hay ahí un principio de igualdad.

En la revolución francesa este concepto se humaniza, se socializa y se establece la igualdad ante la ley. Existía en el antiguo régimen una desigualdad legal, era lícito que hubiera nobles y que hubiera ciudadanos comunes y corrientes: el Estado llano, así era la ley de entonces; y la Revolución Francesa que tiene entre uno de sus tres propósitos, en el lema de "igualdad, libertad, fraternidad".

La igualdad es una de las exigencias, porque lo que se quiere es acabar con privilegios, con nobles, con personas que frente a la ley, frente al Estado, frente a las relaciones sociales tengan alguna posición privilegiada, eso es lo que se pretende; no se trata de hacer una tabla rasa de todos los seres humanos, lo cual sería imposible, hay de todo, hay altos y bajos, sanos y enfermos, no es posible la igualdad total, todos tenemos características distintas.

¿En qué somos iguales? Desde el punto de vista religioso, vamos a decir, es muy fácil resolver el concepto, todos en el mundo de la religión, todos tienen una misma posibilidad de perfección, vamos a decir, la gracia suficiente, dice la iglesia católica.

Pero en el mundo social y en el humano, en el que nos movemos el principio es de la igualdad ante la ley, que tampoco es absoluta, porque circunstancias y características específicas hacen que en ciertos casos sea necesaria la desigualdad.

Dicen los tratadistas de Filosofía del Derecho "que la justicia es tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales", sería injusto tratar igual a todos. El sistema liberal establece reglas como si todos fuéramos iguales y todos tuviéramos las mismas posibilidades y capacidades, y protegidos por el mismo aparato, el libre mercado parte a fin de cuentas de un concepto de igualdad total, nace de esas ideas de liberalismo, el liberalismo en eso se sustenta.

Otras corrientes dicen "no, eso es injusto, hay que tratar igual a los que son iguales y desigual a los desiguales".

La igualdad es un concepto que está en muchas ramas del derecho. En el Derecho Parlamentario, básicamente se manifiesta en un principio que se expresa en una fórmula muy sencilla "un hombre, un voto", es ahí donde se manifiesta básicamente el principio de la igualdad, tenemos que pensar en la libertad de los votantes; si cada quien tiene su fuerza, dentro del Congreso es su voto, para tomar la decisión colectiva hay que votar, entonces, ahí vale lo mismo el voto del coordinador de un grupo parlamentario, que el del diputado independiente solo o separado de su grupo, vale igual a la hora de tomar una decisión colectiva, todos los votos valen igual.

En el Derecho Parlamentario, por regla general, no hay voto de calidad, todos los votos son iguales, se parte del principio de la igualdad de los votos, porque ahí está la esencia de la democracia parlamentaria.

Si unos votos valieran más que otros, si el del Presidente tuviera más fuerza, por ejemplo, para desempatar un empate, para deshacer una traba creada por un empate, bueno, pues estaríamos ante un hecho, en el cual, un voto tiene mayor valor que los demás.

O que hubiera votos, como se toman algunas decisiones de carácter administrativo, nunca decisiones de fondo, los votos que se llaman ponderados, eso se parece mucho a la Asamblea de Accionistas, que les decía yo, el voto ponderado, a fin de cuentas, es eso; yo tengo 240 diputados ó 220 ó 230, eso represento ahí en el órgano directivo, eso es otra cosa para tomar decisiones administrativas, para armar el orden del día que a veces tiene una gran fuerza, pero eso es otra cosa.

Para algunas cosas se puede tomar el voto ponderado, en esas decisiones administrativas que no son la decisión propia del parlamento. Pero cuando se debe votar una ley o un decreto, un acuerdo parlamentario, ahí los votos valen igual, ese es el principio.

Ahora, alguien dijo aquí, entre broma y en serio, pero con mucho contenido, que hay unos más iguales que otros "Todos somos iguales, pero hay unos más iguales".

¿Qué quiere decir esto? Pues que hay una realidad. Todos tenemos la misma posibilidad, pero a la hora de escoger quién va a entrar en la mesa directiva y quién no, quién va a presidir una comisión o quién no la a presidir, ahí se necesita hacer diferenciaciones.

El principio de igualdad se manifiesta en el momento anterior a la decisión, cuando se elige ya una mesa directiva, ya no hay una igualdad absoluta, porque hay quien puede dar la palabra y quien puede negarla, y hay quien tiene que pedir la palabra, ahí hay un principio de desigualdad, pero la igualdad se manifestó antes, a la hora de escoger quién va a estar dirigiendo la sesión, en ese momento hay igualdad y los votos de todos cuentan igual.

Después se requiere, por la misma exigencia de la naturaleza de las cosas, que alguien dirija, el principio adjetivo de orden exige que haya alguien que dirija la sesión, si no sería un caos, no podría haber una sesión sin alguien que otorgue la palabra, que diga los tiempos, que lleve la cuenta, que ponga orden.

Yo creo que todos los votos son parciales, uno vota por una cosa y, por tanto, no vota por la otra, ¿por qué debe ser imparcial el presidente? Mi opinión personal es que el presidente tiene un cargo y tiene que ejercerlo y por eso vota al último, para que no haya una inclinación.

Pudiera pensarse que el presidente tiene cierta autoridad moral, puede ser indicativo que el presidente vote en un sentido y que lo sigan otros, en la realidad política de nuestro Congreso no es así; sí se voltea a ver a alguien cómo vota, en algunos casos, esos sí tienen alguna fuerza indicativa, para que el diputado ejerza su voto libremente, pero siguiendo una consigna de su grupo, pero el presidente en realidad no tiene esa fuerza, pero, aún suponiendo que la tuviera, si vota al final, no se manifiesta, y en cambio sí se pierde la posibilidad del ejercicio de un derecho.

Hay algunas legislaciones donde los presidentes no votan, simplemente son directores de la situación, son el organizador del acto, pero no tiene derecho a votar, pero no está en nuestra legislación, tiene derecho a voto, pero también todos los legisladores, el Presidente y todos los demás tienen derecho a no votar, o sea, se hacen acreedores a una sanción, a unas consecuencias públicas y otras probablemente internas, pero tienen derecho a no votar.

El reglamento anterior, antiguo, decía que los diputados deben votar sí o no, así decía. El diputado debe votar poniéndose de pié, diciendo su nombre y diciendo, si vota sí, o si vota no, a favor o en contra.

No se establecía, para nada lo que ha surgido después, que es el voto de abstención o la abstención del voto, que puede ser saliéndose del Recinto, lo cual puede hacer el legislador, no está obligado jurídicamente, puede hacerlo si no rompe el quórum, y a veces lo hacen para romper el quórum, son mecanismos, quizá no legales, pero en la práctica política se hace así.

Vamos a decir que un grupo de parlamentarios o un parlamentario no está de acuerdo con lo que dice su partido, no quiere tampoco, públicamente, expresarse en contra, pues se sale, es un recurso que él tiene, ahora, ¿qué puede eso causarle sanciones?, pues claro que puede, y si se queda y habla en contra de su grupo, más sanciones, él sabrá hasta donde quiere llegar.

Creo que no hay una razón específica para que el presidente no votara, con este mecanismo de que voto al último, y no habría tampoco una limitación en la ley actual, no hay limitación, se establece, inclusive, el voto de abstención, puede decir me abstengo.

¿Qué significa? En la práctica, cuando se exige una mayoría, cuando se va a tomar una decisión y hay que sumar cuántos votos a favor, para lograr que se apruebe algo, se necesita, para las decisiones comunes, la mitad más uno, y para otras, la mayoría calificada, de las dos terceras partes, la abstención ¿de qué lado cuenta? Del no, del contra, entonces, aunque diga me abstengo, ¿qué está haciendo? en realidad está votando en contra.

Si se necesitan 50 votos para obtener el sí hay 49 y él no vota, se está inclinando de alguna manera, no es inocua, no es neutral la abstención; la abstención en realidad, en la práctica, es una manifestación de una posición.

En relación a los documentos, el Poder Legislativo debiera tener acceso a todos los documentos, es uno de los tres poderes, debiera tener la posibilidad de ver todos los documentos, aunque sean considerados secretos, y luego ¿quién los califica de secretos? No hay una ley de archivos, no se han reglamentado respecto de los archivos, esa ley, ese principio que se ha dicho que hasta los treinta años, simplemente es una copia de una disposición extranjera, que establece un tiempo para que se puedan abrir ciertos tipos de archivos, en México no hay disposiciones, yo las busqué con motivo de la comisión de la verdad, busqué qué disposiciones había, no hay ninguna regla que diga cuándo no se puedan abrir los archivos.

El Poder Legislativo, para legislar, debe tener acceso a todos los archivos, así como debe poder llamar a los funcionarios públicos de alto nivel: secretarios de Estado y procuradores. Cuando se está discutiendo una ley, cuando se está viendo en la Cámara un asunto relacionado, se está legislando sobre PEMEX, pues que venga el señor de PEMEX a la Comisión y que venga el secretario de Energía y Minas, que venga al Pleno, los que pueden venir al Pleno, pero no a capricho de las comisiones, ni de los grupos parlamentarios, sino con motivo de la función legislativa.

Creo que debe tenerse acceso a todos los documentos y abrir la información, debe compartirse; ahora que las razones de Estado, de discreción, de políticas públicas, la Secretaría de la Defensa Nacional, algunas estrategias económicas, yo creo que sí deben mantenerse por el responsable, él tiene que rendir cuentas, que no puede decir dónde están los cuarteles o los depósitos de bombas atómicas o de municiones o de lo que tengamos, bueno, a lo mejor por ahí habría alguna posibilidad de discreción, de decrecía, que no se pueda decir a todo el mundo, pero todo lo demás, yo creo que debería de estar abierto en términos generales.

Debe haber apertura de todo y presencia de todos los funcionarios públicos y contestar a los requerimientos, cuando se trate de requerimientos para el ejercicio de las funciones del Poder Legislativo.

El artículo 6° constitucional dice en su última parte: "El derecho a la información será garantizado por el Estado", yo creo que puede ser a través de un mecanismo judicial, y probablemente nos falte -será una función de los legisladores- hacer una ley reglamentaria de este último párrafo del 6° constitucional, sobre cómo va a garantizar el Estado el Derecho a la información y, probablemente, como sucede con todas las garantías individuales.

Yo creo que por el camino de una ley que desarrolle este principio que está en el 6° constitucional o, como sugería Carpizo, a través de una controversia constitucional.

Debe haber un derecho a la información, que no puede haber cuestiones secretas, en términos generales, salvo algunas, que por alguna causa específica se considere que lo sean, para seguridad del Estado, para una estrategia general, pero por regla general debe haber apertura para los medios y para todos los ciudadanos, pero ¿cómo?, ese sería el cómo, cómo tener acceso a archivos, a bibliotecas, a consultas, ahora, con el Internet se puede hacer eso más fácilmente.

Volvemos a nuestro principio de igualdad; en primer lugar se manifiesta en la columna vertebral del Congreso, que es el voto, el voto, el voto "un hombre, un voto", pero ¿en qué otras cosas se manifiesta? Decíamos que ya no hay voto de calidad, había un voto de calidad antes de que se hicieran las últimas reformas, para los presidentes de comisiones.

Cuando en una Comisión un dictamen se empataba, el presidente tenía voto de calidad, pero en ese caso no se trataba de una decisión definitiva, era simplemente un mecanismo jurídico para destrabar un procedimiento que se detenía por motivo de un empate, entonces, había que destrabarlo y que el Pleno decidiera, pero en el Pleno ya no había voto de calidad, ese voto de calidad se quitó cuando se trató de aplicar en el caso de los juicios políticos, como son dos comisiones juntas las que intervienen, y había dos presidentes, volvieron a empatar, porque los dos votos de calidad también eran contrarios, uno a favor y otro en contra, entonces, ni siquiera en eso funcionó, pero podría haber funcionado en otros casos, era en realidad un mecanismo procesal, para que no se detengan las cosas por una traba de esa naturaleza, pero qué sucede cuando se empata en el Pleno, pues simplemente que no se aprueba.

Si la exigencia de la Constitución y de la ley es que la aprobación de algo, de cualquier decisión, sea la mitad más uno -la mayoría-, si no se obtiene esa mitad más uno, no se aprobó, ganó el contra, en un empate gana el contra, en realidad, esa es una manifestación de la igualdad de los legisladores.

Así como somos iguales en derecho al voto, debemos tener también la igualdad en las demás prerrogativas que deben tener los legisladores, igualdad en acceso a la información que es el tema que se relaciona con el anterior.

Acceso a la información.

¿Quién debe tener la información? Los coordinadores de los grupos parlamentarios, las comisiones, cada una de las comisiones, las mesas directivas de la comisión, todos deben tener acceso a la información, y deben establecerse formas para que esté al alcance de todos.

El Comité de Biblioteca e Informática de la Cámara, con la biblioteca y el sistema de información ahora, de disquete y de fórmulas electrónicas, para tener la información a la mano existe ya en esta Cámara y debe estar al alcance de todos, pero lo que pasa es que no todos se interesan en tener la información, pero pudiera ser, que en la oficina de cada diputado haya una terminal donde puede tener acceso a la información, a buscar los datos, eso ya la técnica moderno lo resuelve, puede darse; ni siquiera sería necesario que hubiera un oficio a la oficina tal, para que nos diga tal o cuál informe sobre ganadería o sobre agricultura o sobre meteorología.

Podría el diputado, desde su lugar, o su técnico especializado, acceder a ver la información con alguna solicitud de apertura, es posible que todos tengan, pero ahí debe haber igualdad, todavía no hay, como la información es Poder, pues el que recibe la información se lo guarda; a la hora de discutir, a la hora de tomar una decisión él lo saca, decía: "Yo sí sé que está pasando aquí, entonces vamos a hacer así".

Así es la naturaleza humana, queremos tener ventaja sobre los demás, en esta vida de competencia; entonces la información sigue siendo, de alguna manera, monopolizada, unos saben más que otros, esa es la realidad.

La tendencia debe ser una mayor posibilidad de acceso a todo, igual en los emolumentos, en las prerrogativas, no puede ser que unos ganen mucho, otros ganen poco, creo que eso está resuelto en términos generales.

El principio de que la representación es parte de la naturaleza del Congreso; somos representantes, no actuamos por nosotros mismos, sino en nombre de otros.

Todos los legisladores y el Poder Legislativo, como tal, como una unidad, debe tener toda la información con la que cuenta el poder Ejecutivo, no sólo como está ahora en la Constitución, la que el Poder Ejecutivo le proporciona, sino hacia donde van caminando las cosas, que es a que el Poder Legislativo tenga sus propios sistemas de información.

Las oficinas, las unidades que les decía yo a ustedes, que deben ser ya permanentes, puede cambiar algún funcionario, algún director, pero yo creo que el equipo de profesionales que se dediquen a trabajar en esas oficinas o unidades, debe estar siempre al tanto, al día, de lo que está pasando, para que sea cual sea la mayoría, o como estén conformadas las cámaras, las comisiones y los diputados y los grupos parlamentarios puedan tener acceso a todo ese instrumento de toma de decisiones, que es el conocimiento de las cosas, el conocimiento antiguo: la historia, los datos, el proceso que ha seguido algo, una institución o una ley, así como las cosas nuevas, y también cómo lo han resuelto.

El Derecho Comparado o la información comparada -no sólo el derecho-, ¿cómo se ha resuelto en otros lugares? ¿Qué caminos se han seguido? ¿Cuáles informaciones se tienen en otros lados?, a todo eso se aspira, será verdaderamente un contrapeso al Ejecutivo, y entonces creo que sucederá algo que sería muy positivo, ya no habrá una pugna entre los poderes, los dos tienen una información parecida, entonces habrá una colaboración mayor.

Si el Ejecutivo quiere proponer un proyecto de ley, será más cuidadoso en hacerlo bien, en consultar, a lo mejor previamente habrá reuniones de consulta; se establece desde la Constitución del 24, comisiones para entrar en relación con el Ejecutivo, no son poderes enemigos, son poderes que se contrarrestan, que se contrapesan, pero que deben colaborar a fin de cuentas.

Y luego, el principio de la igualdad, que es fundamental, perdería toda razón de ser una decisión del Congreso, si unos votos valieran más que otros. Sé que en la práctica esto no es así, en la práctica sí hay votos, lo que decíamos aquí un poco en broma, de que se voltea a ver cómo está votando Pablo, Arturo o Carlos, bueno, pues es legítimo, no digo que sea ilegítimo, no es, es parte de la realidad, ahí pareciera que el voto de unos es más importante, lo es más importante sociológicamente, quizá, políticamente, pero al contar los votos valen lo mismo, como sucede en la democracia, el voto de los no informados, es igual al voto de los informados, el voto de los modestos, de los pobres, de los humildes, de los ignorantes, vale igual que el de los profesores, doctores y maestros; valen lo mismo a la hora de votar.

Aún en el mundo de los negocios, de la vida mercantil, existe esa corriente de la economía solidaria en las que funcionan las sociedades cooperativas, donde una persona es un voto, independientemente de que tenga más aportaciones en la caja de ahorros o menos, a la hora de tomar resoluciones cuenta un voto, en cambio en el mundo de los negocios, del capitalismo, ahí el que tiene más acciones toma las decisiones, por eso compran y acumulan las acciones, porque ahí no es la fuerza personal ni el convencimiento, es la decisión de intereses. Yo creo que la aspiración democrática debe ir hacía el otro extremo.

Principios adjetivos

El principio de orden

Quedan todavía los puntos relacionados con lo que llamamos los principios adjetivos del Derecho Parlamentario, en primer lugar, el principio de orden.

El orden ha sido tradicionalmente uno de los fines específicos del derecho. El derecho como lo dice don Rafael Preciado Hernández, tiene como una de sus finalidades la justicia, en primer lugar el bien común, la seguridad, pero uno de los fines del derecho es establecer el orden.

En razón del orden a veces se sacrifica, inclusive, la libertad, el orden y la libertad son polos contrapuestos; cuando hay un exceso de libertad hay desorden, cuando hay exceso de orden se suprimen las libertades, se prohiben reuniones de más de tres, se prohibe transitar a tales horas, es para poner un exceso de orden; ¿hay muchos crímenes en la ciudad?, que en las noches nadie salga, es un exceso de orden que limita las libertades personales, y a la inversa, que cada quien haga lo que quiera, como sea, libertad absoluta, se cae en el otro extremo del desorden.

El orden se manifiesta de varias maneras, en primer lugar, cómo se sientan los legisladores, dónde se sientan. El reglamento antiguo decía que se debían sentar sin preferencia de lugares, como la regla de aquí, el que llega más temprano se sienta adelante y el que llega más tarde atrás o al revés, a veces, para poder cabecear más a gusto, más lejos, esa es la regla.

Cuando aparece el nuevo fenómeno de los grupos parlamentarios, que es un fenómeno de mediados de este siglo para acá, en México, ¿qué se hace? Esa preferencia personal se empieza a alterar, de hecho, por un uso, más que por una norma.

La norma dejaba que cada quien se sentara y luego, primero por un uso, los del mismo grupo, de la misma tendencia, se sentaban juntos, se sentían arropados, cercanos, unos a los otros; luego, ya vinieron acuerdos, decían "bueno, respétenme estos lugares y yo les respeto aquellos, aunque seamos poquitos, cada quien, para que no se revuelvan, para que puedan consultarse a la hora de debatir", y se estableció un sistema de ubicación en el espacio a partir de acuerdos, era conveniente, la misma necesidad de las cosas lo llevaba.

Y ahora ya existe una disposición expresa que dice que los diputados se sentarán por grupos parlamentarios, se asignaran lugares específicos.

Y hay congresos en donde se asigna un lugar individual, y el nuestro ha llegado a ese extremo, pasó desde cada quién dónde quiera, hasta, primero, de hecho, ubicarse, luego, por acuerdos ubicarse, y ahora individualmente y por grupos parlamentarios, porque el sistema de votación es individualizado y requiere el poner alguna de las huellas digitales para registrarse y poder votar.

Hay todas las posibilidades, nuestro sistema ha llegado a eso y ésto implica un orden extremo, pero todavía razonable.

De esto tenemos que pasar, necesariamente, a ¿quiénes, además de los diputados, deben estar, o los senadores, deben estar en el salón de sesiones? Todo mundo, el que quiera, el que llegue.

El Reglamento siempre ha establecido que hay lugares para el público, para las galerías; expresamente se dice que debe haber un espacio para las galerías, desde el reglamento viejísimo y en los nuevos.

Pero que suceda, lo del ejemplo de la coronación de Iturbide, yo creo que es inaceptable, es el otro extremo, no es posible; o lo que sucedió en esta Legislatura, que nos tocó verlo, vivirlo y reírnos, de que aventaron costalitos de harina o de yeso, no sé de qué, a una bancada, pues es indebido eso, no es posible, se impide el libre ejercicio del voto, la misma función legislativa se impide cuando entra una turba, una chusma.

En el salón de sesiones, propiamente, no pueden estar más que los legisladores y algunos asesores o auxiliares de ellos, que se necesitan para llevar recados, para dar indicaciones, para traer leyes, para comunicación entre los mismos grupos, que ya son grandes y que no están todos sentados uno junto al otro, entonces, se requiere un equipo, ese equipo acuerda cuántos, según el número de legisladores cuántos auxiliares se necesitan, se requiere un acuerdo.

Los medios de comunicación fueron el gran debate de esta Legislatura, era una plática en que está uno atento a un debate y de pronto ya está un periodista frente "¿qué opina usted? Era un exceso, circulaban las cámaras de televisión, era necesario poner orden.

Creo que en todos los parlamentos del nuevo mundo hay un espacio específico para los medios de comunicación, aquí nos habíamos acostumbrado, creo yo que indebidamente, a que pudieran circular por todos lados.

La solución que se tomó, que es otro de los avances, una novedad; las nuevas generaciones de legisladores lo van a encontrar totalmente normal y natural que ocupen sus espacios, antes del inicio de la sesión pueden estar por ahí, entrar, entrevistar, hacer tomas cercanas, una vez que se inicia la sesión se salen, no puede ser que estén ahí, se están tomando decisiones importantes y debe haber libertad.

Había también la costumbre, de orden sobre los lugares, todo mundo se sentaba, especialmente, en los asientos más lejanos, donde no se veía bien entonces, no se sabía quiénes eran diputados, quiénes no, si estaban votando los que debían o si no estaban votando, o si uno había votado primero aquí y luego se había ido hasta atrás y votado nuevamente.

Había un desorden, entre otras cosas, porque las decisiones ya se sabían cuál era su sentido. Cada vez avanzamos en esta vida parlamentaria más auténtica, el principio de orden, que es un principio adjetivo, no es el fin, es un instrumento para los otros principios, el orden va teniendo mayor aceptación

También el orden se debe manifestar en la sucesión de los hechos, no solamente en los lugares, sino en la sucesión de los hechos, ¿cómo se discute una ley?, y esto está en las reglas procesales de los reglamentos y de la Ley Orgánica, y la misma Constitución establece cómo debe seguirse el orden, para que un proyecto inicial se convierta finalmente en ley.

Hay una sucesión racional de los hechos que se van dando, todo esta sujeto a procedimientos, no se puede empezar por la aprobación de la ley antes de la discusión, y las leyes procesales establecen que aún antes de la discusión debe haber un dictamen y, primero para que haya dictamen debe haber un turno a una Comisión o a otra.

Todos estos son los procedimientos que indican también un orden, reglas que establecen a qué comisión debe de asignarse, y ¿quién resuelve? La Mesa Directiva, resuelve. Llegó este proyecto de ley, lo presentó el diputado que está hablando, lo recibo y veo de qué se trata y lo turno a la Comisión de Gobernación o a la Comisión de Comercio o a la de Fomento Cooperativo o a la de la Mujer, Deporte y Ejido, que decían que había una, se inventaban muchas comisiones.

Se turna a una comisión, en esta sucesión racional de los hechos, la comisión tiene que hacer también su trabajo, tiene que elaborar un dictamen, ese dictamen debe ser favorable o contrario al proyecto presentado y, luego, ya que está el dictamen presentado a la mesa directiva, para que la mesa directivo lo presente al Pleno y, dentro del Pleno, hay también un orden, ¿cómo se va a discutir? Primero, se pone a consideración de la asamblea, para que los legisladores aparten los artículos que quieren discutir en lo singular, en lo individual y, luego, se pone a discusión en lo general, primero, viene la discusión, hablan en pro, hablan en contra, o hablan con el sistema moderno de que cada expresión política tiene su orador o sus dos oradores, cuántos minutos, todo eso está, es un orden.

Algunas veces el orden limita el derecho, y es cuando el orden restringe el derecho de los diputados para participar. Sí por cuestiones de orden un legislador, por ejemplo, que no es de un grupo parlamentario, se le quiere impedir el uso de la palabra, no es correcto, "no, es que no te inscribió ningún partido", "no te inscribió un grupo parlamentario", pero quiero participar, me inscribo en contra o me inscribo a favor, yo creo que ahí el orden tiene un límite y debe haber formas para que puedan participar.

En los reglamentos de otros países se establece a qué tienen derecho las minorías, pues a menos tiempo, es natural. Un grupo parlamentario que tiene muchos legisladores debe tener más tiempo para expresarse; otro, los de menos expresión, pueden tener menos tiempo, va en contra, de alguna manera, del principio de la igualdad, pero es el protagonismo de los partidos, por encima de los individuos, que es lo que estamos viviendo ahora.

Lo ideal sería que hubiera mecanismos donde todos tuvieran igualdad de oportunidades, pero no sucede así, las nuevas reglamentaciones establecen diferencias, y el Derecho Comparado nos indica que esas diferencias se dan en muchos lugares, así están funcionando muchos parlamentos a veces, no pueden hablar o pueden hablar muy poco tiempo, comparados con otros que pueden hablar mucho.

En el parlamentarismo internacional, en los organismos internacionales, donde hay también sistemas parlamentarios, según la presencia de los estados, son los tiempos que se les dan. No todos tienen ahí la posibilidad igual. En la Unión Interparlamentaria Mundial, según la importancia de los grupos parlamentarios y los países, se asignan tiempos, no son iguales para todos.

Esas fórmulas parecen injustas a veces, pero también tienen su racionalidad.

También hay un orden en el edificio, en general, fuera del recinto parlamentario; debe haber espacios, lugares, las bibliotecas, las oficinas de las comisiones de cada uno de los diputados, los estacionamientos. En todo eso se requiere un orden y hay una administración de ese orden, por las autoridades administrativas de los parlamentos.

Resolución mayoritaria.

Finalmente, existe el último tema de este módulo, es el tema de la resolución mayoritaria. No me gusta mucho la designación, pero así es, es el tema de la resolución mayoritaria, que está relacionado en algunos puntos con el tema del orden. Tiene muchos puntos de contacto.

Un autor que mencioné en las primeras clases, -López del Moral decía, precisamente, que los parlamentos y el derecho parlamentario, sólo pueden existir en sistemas constitucionales y democráticos. ¿Por qué? Porque el principio de la vida interna de los parlamentos, es el principio de las mayorías, se tienen que tomar las decisiones en forma mayoritaria.

La forma diferente de toma de decisiones no democrática, es el autoritarismo. Decía alguien que "El que obedece y cumple con su obediencia, no se equivoca; el que se equivoca, es el que manda".

Las decisiones individuales son más fáciles que las decisiones colectivas. Si hay alguien que manda y que todos obedecen, pues las cosas funcionan muy bien.

Por eso, una de las críticas que se hacían a esta legislatura, es que no era muy productiva. No es cierto, porque las estadísticas demuestran otra cosa, pero, una de las críticas iniciales era, no es productivo, esas fórmulas muy complicadas, donde hay muchos grupos parlamentarios, se requieren acuerdos, no están resolviendo las cuestiones, se congelan las iniciativas, ahí se quedan.

En cambio, cuando había un sistema donde había una decisión que los demás simplemente respaldaban, en esas fórmulas caminaban las cosas muy rápidamente.

Lo cierto es que es más fácil que alguien diga, "las cosas se hacen así", a decir, "les propongo que se hagan así, vamos a discutirlo". Una fórmula es rápida y es propia de las decisiones críticas. Los romanos tenían sus dictadores, estaban en su propio sistema jurídico, en momentos de una crisis, nombraban un dictador que se pusiera al mando, en ese momento ya no discutían ni había tribunos de la plebe ni nada. En ese momento, cuando venían los bárbaros y había que defender, se daba el mando a uno y ya.

Son los casos extremos que nuestra Constitución prevé de suspensión de garantías. No al extremo de que la autoridad quede en unas solas manos, pero sí restringir ciertas libertades, ciertas funciones en casos de emergencia extrema.

Pero, en la vida normal, debe ser la fórmula de la discusión, del debate del diálogo o del diálogo tranquilo o de la discusión vehemente, pero, las expresiones racionales a favor o en contra de las diversas posibilidades que se tienen enfrente, la libertad de optar finalmente por ellas, esas deben ser las maneras como se resuelvan las cuestiones políticas de un Estado.

El instrumento para tomar esas decisiones, en última instancia, es el parlamento. Ahí es donde se resuelven las cosas fundamentales y si se vive dentro de un sistema constitucional y democrático, los mecanismos internos, deben ser también, democráticos. No es posible otra fórmula.

Hacía eso tiene toda la legislación de los parlamentos; y contra eso, la realidad sociológica y política está muchas veces presente.

¿Cuáles son los puntos más importantes de este principio del derecho parlamentario, de la resolución mayoritaria?.

En primer lugar, ¿quiénes pueden tomar la resolución?.

El problema es el quórum, ya lo sabemos, nuestra legislación lo tiene resuelto, pero no ha sido siempre así. Hay legislaciones -y las ha habido históricamente- que exigían la presencia de todos. En congresos pequeños, se decía, "deben estar presentes todos". Y hay cuerpos colegiados, que dicen, "a primera convocatoria, debe estar una mayoría calificada, deben estar presentes el 70%. Si no van a la primera convocatoria los suficientes, se hace una convocatoria segunda, donde pueden estar la mitad y si ni siquiera llega la mitad, para que no se paralice el cuerpo colegiado, a la tercera convocatoria los que lleguen.

Y entonces, las decisiones se podrían tomar, en esos casos, no en organismos de derecho público, pero sí en organismos de derecho privado o de derecho social. Si en un sindicato no acuden los convocados una vez y no acuden a la segunda, se acabaría el sindicato. Entonces, se establece una regla, dice, a tercera convocatoria, con los que lleguen, se toman las decisiones que obligan a todos. Entonces, eso hace que vayan todos, los que están interesados o que en caso de que no tengan interés, no se impidan las resoluciones y se puedan tomar por los pocos que sí están interesados.

Eso, no sé si en los partidos exista ahora, pero pudiera ser, también en una asamblea, una reunión de un organismo. Si no llegan y hay que tomar una resolución, hay que inscribir un candidato, a lo mejor, se pueden encontrar fórmulas así.

No en el Derecho Público. En el Derecho Público hay varias posibilidades para establecer el quórum. La primera, es la extrema, solamente que estén todos se puede liberar y tomar decisiones. Si todos fueron nombrados, todos son representantes, todos tienen el cargo, deben estar todos presentes. Si algunos no están, para eso hay suplentes y que vengan los suplentes. Hay esa posibilidad.

Otra siguiente en la graduación es: se necesita que esté presente un porcentaje especial, 70%, 66%, algún número que se considere suficiente.

O el sistema nuestro, que dice: la mitad más uno. Para que haya quórum, debe haber uno más de la mitad de los legisladores. En números, la mitad más uno en esta Legislatura, es, en la Cámara de Diputados, es 251 en la de Senadores, si son 128, son 65, con esos hay quórum.

Quórum es una expresión latina que significa, los que son, los que están, en los tribunales ingleses, después de las exigencias de los barones, tenían que estar todos los jueves para tomar cierto tipo de resoluciones muy graves: la pena de muerte, la horca. Entonces, no podía un solo juez o dos, tenían que estar todos los integrantes de un tribunal para tomar esas resoluciones. De ahí viene el término de la exigencia de quórum para cuerpos colegiados que toman resoluciones.

Y luego, viene también el otro problema: La cita, ¿quién cita? Vamos a suponer que un grupo mayoritario en un parlamento, en secreto se comunican unos a otros, si se citan cierto día, llegan y ya son quórum, son más de la mitad y se ponen a tomar resoluciones sin oír a los otros ni nada.

El quórum está relacionado también, con la convocatoria, ¿quién tiene derecho a citar? ¿Cómo se cita? ¿En qué momento, a qué hora, qué día? Todo eso, nuestra Constitución dice cómo se inicia este procedimiento. Tiene la comisión instaladora, que deja la legislatura anterior, convoca para cierto día y cierta hora, dentro de un límite determinado, debe de hacer la convocatoria pública, por los medios de comunicación. Y a esa hora y ese día, en la primera reunión.

Y a partir de ésa, en cada reunión se cita a la que sigue. Se hacen cuando se va a iniciar un nuevo período de sesiones, las citas se hacen públicas por los diversos medios.

Debe funcionar un citatorio suficiente, amplio, público, que no haya duda de que todos los legisladores se enteraron. Si no van, es su responsabilidad. Pero que todos sepan en qué momento se requiere su presencia para una resolución.

Porque puede ser y a veces son mecanismos que se usan en la lucha política interna, no hay que decirle, éste viene a hablar en contra, pues no lo invitamos, no lo citamos.

Eso a veces se da, pero que no suceda en un parlamento. El quórum es un número mínimo requerido, pero su precedente necesario procesal, es que se cite debida y correctamente, de tal manera que sea razonable que todos se enteraron.

Finalmente, puede haber una legislación que diga, para que haya quórum, se necesita el 40%. Hipotéticamente, si el constituyente así lo decide, así podía ser.

Podrían existir mecanismos de primera y segunda convocatoria par evitar que se trabe, que se suspenda.

Se puede llegar a que no hubiera quórum para forzar a los contrarios a una negociación. La minoría no puede tomar decisiones, pero sí podríamos dejar sin quórum, porque la mayoría por sí sola tiene quórum, pero no todos asisten.

El manejo del quórum ha sido también un manejo político. Anteriormente, como una forma, pensando en esos mecanismos prácticos, la lista, el pasar lista, ahora se llega y se aprietan los botones y ya se pasa lista. Pero el pasar lista tardaba una hora u hora y media diciendo el nombre de todos los legisladores, esa media hora u hora y media, era muy útil para los últimos cabilderos internos, los acuerdos, los ajustes, quién va a hablar, quién no va a hablar, este asunto lo sacamos, ése lo metemos. Era muy útil el último momento, mientras se pasaba lista.

Aún eso, son los juegos políticos, así son, así funcionan. ¿Son lícitos?, ¿Hasta dónde? ¿Hasta qué límite el quórum es una obligación?.

Ahora, el que deshace el quórum, cuando menos tiene la sanción de que se le descuenta un día de dieta. Ya es algo. Yo creo que eso debiera funcionar también para las comisiones, que se descontara a los que no asisten a comisiones.

Luego, ya una vez establecido el quórum y todas estas posibilidades, hay algo más, que es lo relacionado con el debate, es el siguiente punto.

El Debate.

Para tomar la resolución, debe haber un debate. El debate es el principio de respeto a los legisladores. Sin debate puede haber votaciones y de hecho las hay, hay votaciones sin un debate previo. Así es la disciplina de los partidos en nuestros tiempos y se da ese caso: pueden ser los grupos parlamentario que ya se hayan puesto de acuerdo por sus dirigentes, por las cúpulas -cómo se dice-, por la burbuja. Se ponen de acuerdo, dicen sí está bien esto, sí pasa este permiso al presidente, adelante no hay problema. Vamos a decir, que no haya discusión, lo presentamos, vámonos, es un trámite que hay que hacer.

En el sistema parlamentario, especialmente, cuando las decisiones son de fondo, son importantes, se refieren a cuestiones trascendentales, que a veces puede ser, inclusive, el permiso a un viaje, a veces puede ser ese caso. Entonces, creo yo que un respeto mínimo a la inteligencia o a la dignidad de los legisladores, es que se entere de cuáles son las razones por las que se le está pidiendo su voto. Y debe subir alguien a la tribuna, un integrante de la comisión, cuando menos, a explicar las razones, los fundamentos de esta ley, de esa disposición, de ese decreto, de este acuerdo que se va a tomar.

Se puede decir, ya se repartió, ya se dijo, ya se escribió, pero el sistema parlamentario es oral, alguien debe decir las cosas y ahora, cuando hay puntos de vista distintos, cuando no hay acuerdos ya previos, cuando no es una decisión determinada, todavía existen dos escalones del debate: El debate, como se le ha llamado en esta Legislatura y en muchos otros lugares y sistemas, el debate pactado, que es un término que estamos oyendo ahora, cada vez más repetido. Un debate pactado es aquel debate en el cual, de antemano, independientemente de lo que diga el reglamento, de antemano se determina qué tiempos va a tener cada grupo parlamentario para hablar, cuántas veces, cuántos oradores.

Se ha llegado a pactar si estas posibilidades técnicas de los legisladores, para participar, que son: El pedir la palabra para rectificación de hechos o el pedir la palabra para contestar alusiones personales, de las que a veces se abusa también, pero que son un derecho del legislador y que es lo que mantiene vivo al parlamento. Aún, se ha llegado a establecer en debates pactados, que no hay esa regla, que no se puede en tal debate, no va a haber interpelaciones ni rectificación de hechos. Yo creo que es un exceso, que no se podría llegar hasta esos extremos, que esos mecanismos del debate, que son la esencia misma de una discusión, poder decir, "oye, lo que está diciendo es una barbaridad, quiero contestarle, quiero decir…" cinco minutos para hechos, cinco minutos para alusiones personales, pero que se pueda hacer eso.

Y luego, el que habla, pues a su vez hace alusiones al otro y es como se hacen los debates. Y a veces de eso se saca más que de la exposición general y la historia del Diario de los Debates nos lo indica. Muchas veces, esos son los mecanismos por los que se da la verdadera discusión y donde se expresan más a fondo los argumentos de esencia.

Entonces puede haber un debate pactado o puede haber un debate -como ya está establecido en la reglamentación, en la ley o en el reglamento- con oradores en pro, oradores en contra, cuántos, preguntas al Pleno, si ya está suficientemente discutido.

Y finalmente, está la cuestión de los votos, las formas de votar, cómo se vota, las diversas maneras como se toman las votaciones.

Para las decisiones fundamentales -ustedes saben-, para la aprobación de las leyes o de los decretos, la votación es personal y abierta, no secreta. Es lo que se llama, la votación nominal.

Se sabe, de acuerdo con el reglamento, cada votante dice su nombre, empezando a la derecha de la mesa directiva, se inicia por filas y cada legislador se pone de pie y dice: "Fulano de tal", sí o "fulano de tal", no, Ahora, también se puede decir, me abstengo. Y a veces se usan fórmulas más complicadas, lo hemos visto, yo por la patria por esto y lo otro, en contra o yo, por las burradas que dijeron, a favor. La obligación es decir sí o no, porque si no, es un discurso de cada uno. Pero a veces se sale un poco eso y es parte de la nota de color.

Ahora, esta es la votación normal, se hace ahora por mecanismos que respetan el principio. Cada diputado vota y se compromete con su voto, porque ahí aparece en un tablero y luego, queda una constancia de cuál fue el sentido de su voto.

En el otro sistema, era más fácil, un secretario tenía que tomar nota por el sí y otro por el no, así lo dice el reglamento y tenía que estar apuntando nombres, tenía que poner el nombre y la rayita. Y no era fácil, requería habilidad. Ahora es más fácil.

Esa es la votación para los casos normales, pero hay otras formas de votación, es lo que se llama la votación económica, poniéndose de pie o quedándose sentados, es como dice el reglamento. La práctica es alzando la mano en pro y luego, alzando la mano en contra.

El reglamento anterior decía: Los que estén a favor se ponen de pie, los que estén en contra se quedan sentados. Entonces, así se leía y se decía: Aprobado, ciertas resoluciones procesales, nunca el fondo de las cuestiones se podía votar en forma económica.

En el Senado no hay ese tipo electrónico para la votación y para toma de asistencia.

Ellos son pocos, es más fácil contar, menos tiempo se tardan las votaciones. Esto ha ahorrado muchísimo tiempo, cada votación era una hora, una hora y cuarto y luego había que rectificar y contar. Este mecanismo es bueno.

Ahora la votación económica es para cuestiones secundarias, para resoluciones que no tienen trascendencia hacia fuera. Ninguna resolución se puede tomar en votación económica, que pueda ser obligatorio para los ciudadanos. Las leyes y los decretos deben ser por votación nominal. Cada diputado debe expresar su voto y comprometerse con él.

Fíjense cómo esto vuelve a reforzar este principio de la libertad. Si no, para qué era eso, si no fuéramos libres.

Ahora, la otra votación es la votación secreta. En la reglamentación nuestra y en casi todas, la votación secreta es para la elección de personas, para la designación de cargos, para elegir personas. ¿Por qué se exige votación secreta en estos casos? Pues porque, generalmente los legisladores se conocen unos a otros, tienen amigos, compañeros, entonces, votar, tienen compromisos con ellos. Entonces se puede entender que la votación secreta que tiene su origen en los capítulos de las órdenes religiosas, para no ofender por el que no se vota y también para que él no se de por ofendido que voté en contra de él.

Como los compañeros del partido, al elegir la mesa directiva, el mayor respecto a la libertad individual, el voto secreto, que el voto abierto, en esos casos, para personas.

Ahí me parece que sí debe ser ese mecanismo para la elección de personas, para que no haya identificación, es un voto anónimo, como el voto en las elecciones públicas, para que nadie sepa, para que no haya coacción, para que no haya represalias, para eso sirve el voto secreto, pero sólo para esos casos, para la elección de personas.

Y finalmente, la última forma de votación que no es aceptada en nuestro Congreso, pero que sí lo fue en otros, es la votación por aclamación, el griterío. Proponemos a Agustín I. Emperador. Si gritan todos, todos alzan la mano, todos dicen que sí. Ha funcionado en la asamblea francesa, así sentenciaban a muerte, a guillotina a los nobles, es posible, pero -como ustedes perciben claramente- esa forma de votación por aclamación anula la libertad individual. El que grita más fuerte, los que son más, apabullan a los que son menos, ya nadie puede dar una opinión diferente, se anula la libertad individual.

 


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